Un trueno
desgarra los sordos oídos del silencio,
fulgente el rayo
remueve las entrañas de los cielos,
crepita el suelo,
resuena un grito que se apaga,
el cuerpo pare un alma,
nacen sombras al gorgotear la sangre,
una mancha que ensombrece
ensancha el horizonte adormecido,
se torna negro todo cuanto asoma,
todo cuanto aleja,
nada queda...
Y mas allá
entre sueño y tiempo,
el pasado añeja como mustia rosa,
se torna recuerdo,
percuden las imágenes borrosas...
Y al tronar con arrogancia,
destella el negro campo
vistiéndose en tinieblas
al tragar su ira;
liquidas huellas
de tormenta,
enjuagan las sombrías gotas,
lavando el carmesí,
borrando el frenesí...
Pero inconsolable
el llanto de la muerte clama
y danza en una mente atormentada
en muchas mentes
y en ninguna...
nacen sombras al gorgotear la sangre,
una mancha que ensombrece
ensancha el horizonte adormecido,
se torna negro todo cuanto asoma,
todo cuanto aleja,
nada queda...
Y mas allá
entre sueño y tiempo,
el pasado añeja como mustia rosa,
se torna recuerdo,
percuden las imágenes borrosas...
Y al tronar con arrogancia,
destella el negro campo
vistiéndose en tinieblas
al tragar su ira;
liquidas huellas
de tormenta,
enjuagan las sombrías gotas,
lavando el carmesí,
borrando el frenesí...
Pero inconsolable
el llanto de la muerte clama
y danza en una mente atormentada
en muchas mentes
y en ninguna...
