En un principio, como en la historia local que aún no puede explicarse (más allá de las declaraciones de las autoridades), se habló de una fuga de gas, pero la NTSB, que investiga los accidentes de aviones y trenes, no encontró evidencia alguna.
Ahora, los rumores hablan de una misión fallida de la CIA y una mala pasada (homicida) del avión no tripulado MQ-1 Predator, que buscaba destruir con dos misiles dos objetivos militares de Estados Unidos que, por razones desconocidas, impactaron en dos casas de familia. La fuente dice haber logrado acceder a un reporte del Kremlin, de la VKO, la defensa del espacio aéreo ruso.
Lo cierto es que aún no emergió ninguna explicación clara. Inclusive los especialistas ya descartaron la posibilidad de una explosión por una mala jugada de un posible laboratorio de metanfetaminas.
Hasta ahora los testigos hablan de una bola de fuego de procedencia desconocida, los conspiradores, de misiles hackeados y los creyentes están convencidos de que tiene que haberse tratado de un acto fallido militar contraOVNIs. “Parecía una zona de guerra”, dijo uno de los vecinos, “fue puro silencio tras la explosión. Se puso oscuro y todo se llenó de polvo, pensé que se trataba de una pesadilla, y lo era”.
Reminiscencias aparte, y con muchísimas millas de distancia, la historia deja todos los puntos inconclusos. La bola de fuego y la explosión de Indianápolis son asunto de creer o reventar.