del suspiros que deje en la eterna mañana.
Voy dejando aquí gran parte de este nirvana,
para tomar la vía de la vida en un caligrama.

Me despido con este desatento melodrama,
acariciando en silencio a la luna temprana,
que me divisa campante sobre mi ventana,
deshojándome con su ternura cuando ama.
Me despido de los sinfines cuentos de hadas,
de las musas y de las flores dadas con amor
y de los rincones frágiles del débil corazón;
para de nuevo ser en él una entrañable razón,
de lo que nunca fui sobre aquel resplandor
que le dio a la ilusión que vivía en mí apagada.