Oscuridad. Sólo desde lejos
el brillo de millones de estrellas.
Silencio. Sólo a veces un susurro del viento
que juega entre asteroides y planetas
con el polvo de los astros.
Inmovilidad. Sólo una vez en cientos de años
bate sus alas gigantes,
un pájaro inmenso.
No tiene cuerpo, no tiene cara.
En su mente lleva una música sobrenatural,
tiernos cristalinos sonidos de esferas
fuera de nuestra imaginación.
No sabe del frío ni del tiempo.
Él es el rey de la eternidad,
majestuoso se desliza por el espacio,
sin prisa volando hacia su amada.