Ya se cierne sobre el mundo
el manto más esperado o más temido,
aquel que viste la noche
con el frío abrasador del silencio.
Donde todo se confunde, donde la realidad
copula con tú mente, teniendo orgasmos siniestros
entre placenteros y desgarros del cuerpo,
donde nuestros sexos sobran y se secan
dando paso al palpitar de las venas del cuello.
Brotan de las sombras vómitos de aullidos
que empapan los rincones del mundo,
haciendo viscosos los sentimientos.
El amor esta enfermo, herido de muerte,
se abre camino los colmillos hambrientos,
las manos huesudas que te atan
a los hitos del infierno, presenciando aterrorizado
ese danzar de muertos con almas robadas.
Cierras los ojos y te da igual
porque los oídos no tienen parpados,
sientes el retumbar de sus pasos
el dulce sabor de los efluvios más temidos,
con lo que te deleita, en copa de sufrimiento, la muerte.
No te sientas un privilegiado, ni un desgraciado
no te ha tocado nada, porque todo esta escrito,
defecan sobre tú destino caprichos aleatorios,
te han elegido sin motivo, tú no eres importante.
Ya se presiente el otro Apocalipsis
el que todos sabían que vendría,
pero nadie se atrevió a contar
porque no se escribió en tablas de roca,
ni fue anunciado por una zarza ardiendo,
no paso de generación en generación
ni reverenciado en altares de oro y rezos.
Ya ha emprendido camino la cruzada de la muerte,
se han desplegado los pendones y banderas negras,
ya los portan los ángeles de lo oculto
montados en bellos corceles sin carne.
Hasta el mundo, exento de sentimiento,
los ha presentido y con lágrimas de sangre
colgadas de cipreses alineados,
aparta las luces de la esperanza del día,
para dar paso “Al eclipse total”
de los señores de la dimensión oscura.
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