Igual que en la pradera los pastores
la pisan dejando en el suelo
sangrienta la flor...
...¿deseo guardar todavía mi doncellez?
No esta en mí pretender abrazar el cielo
con las manos,
¿qué puedo hacer?
si mis deseos son dobles...
Me ha agitado el amor los sentidos,
me he enamorado de tí hace ya mucho tiempo...
Mas hoy, vamos lentamente por la campiña,
de oscuros bosques impenetrables,
de prados exhuberantes,
de castillos decadentes,
de tierras rocosas
de los páramos azotadas
por violentísimos vientos...
El cielo está cubierto por nubes hinchadas, grises...
y bajo una vieja campana de cristal de plomo,
yacen los restos de una iglesia,
solamente cimientos de granito y algunas columnas
de pino quemadas...
Entre esas ruinas que azotó el fuego,
permanecen las páginas quemadas de los misales,
los recuerdos perennes de una pasión incontrolable
en medio del caos...
El hechizo que alguna vez unió nuestras venas
yace mezclado con los huesos enterrados
hace cientos de años debajo de aquella iglesia
que significó el refugio de nuestras promesas de amor...
Las espadas vikingas y las cruces invertidas
aún cuelgan de las columnas que se resisten a sucumbir
entre la total desolación,
los únicos testigos de aquel rito satánico
que se deleitan al vernos pasar
tan juntas y separadas...