Donde el buenos días no es
más que un simple decir
y el tiempo parece estar
de huelga indefinida.
El coro celestial de ángeles
es el llanto de los niños que
intentan llamar la atención de
todos aquellos que los evaden.
La caridad lucha cara a cara
contra el olvido que impera,
fiel reflejo de la decadencia
que construye el egocentrismo.
Corona la escena un afiche
colgado de la húmeda pared,
mientras observa burlándose
de los que llorando lo leen.
Sentencia el costo de vivir,
dejando como única opción,
pagar para sobrevivir o
morir para poder pagar.
Y el dolor se amontona,
sufriendo juntos están
todos los que aguardan,
en la sala de eterna espera,
saber si el destino cambiará.