En ese entonces éramos dos niños traviesos, impacientes, curiosos por conocer cuanto se podía de la vida.
Dos niños cavando bajo la lluvia
mientras un inmenso arcoiris nos atravesaba las entrañas,
Dos niños que habíamos encontrado un tesoro
y nunca,
nunca permitiríamos que nos lo arrebataran.
Ese tesoro era un pájaro muerto que yacía ahí desde varios días
pudriéndose bajo la tierra.
Un pájaro muerto que en ese entonces,
era lo más cercano que teníamos para comprender la muerte.
¡La muerte! Sí. La muerte…
Un hecho que para nuestras mentes pequeñas era tan difícil de entender.
Entradas
