Este panorama que presento se padece en mi argentina. Tal vez deba parecerse a
situaciones de otros países.
¿Permanecer fuera o cubrirse dentro del sistema?
Por Miguel
Como ciudadano argentino, mínimamente instruido y dotado de un conocimiento nada
sobresaliente (si se entiende por sobresaliente a quienes portan títulos, cargos
relevantes, intelectuales, formadores de opinión etc.) Portador todavía de una libre
capacidad de pensar, integro, pertenezco, a un amplio grupo de seres humanos que
decidieron quedarse “afuera” de lo que implica pertenecer a un partido político o a una
partidocracia que gobierna desde hace más de dos décadas mi Argentina, aunque
hoy, no sabemos con exactitud cómo se llama el partido gobernante por su poca
transparencia y hegemónica gestión; por lo que no me atrevería llamar partidocracia,
sino auto-cracia o estrictamente un feudo personalista.
Decía que estoy “fuera” del sistema que protege, que hace todo más fácil a la hora de
vivir “dentro” de un estado de derecho. Estado de derecho que he peleado y deseado
mucho para que de una buena vez, alumbrara en este suelo, y aclaro por si quedan
dudas, sigo deseándolo y cuidándolo como tantos hermanos que resisten “fuera” de
todo bienestar cómodo bajo el techo político. Lo que no me impide manifestar mi
descontento y mi modo de ver “el adentro y el afuera “que me imponen como
ciudadano.
¿Qué es estar fuera y qué es estar dentro de estas raras democracias?
Aquí existen dos grupos claramente definidos a saber: Los que viven o trabajan de
políticos o sea, los que llamo de “adentro”.- Ellos-, son los que en gran parte han
resuelto su vida, su futuro, su calidad de vida ha mejorado notablemente, dado que
tienen mejor salud, educación para sus hijos, esparcimiento, seguridad, mejor trato
con la justicia en todos sus fueros, es decir, ahí lo que llamamos democracia, funciona
y muy bien. Ahora, los que –reitero- no formamos parte de los partidos políticos
(mayoritarios o gobernantes) son o somos los que llamo los de “afuera”; fuera del
sistema, fuera de todo. ¿Qué quiero significar?: que en esta hermosa tarea de vivir, el
querer ser actor social libre de banderas y pancartas de nada claros rumbos o
pensamientos, de seguir siendo fiel a cada conciencia y no entregar o entregarse al
dictado de un mandamás, significa quedar “afuera”, a la intemperie, al desamparo de
la
impunidad, a ser espectador y padecedor de situaciones traumáticas, incordiosas, sin
ninguna protección ni derecho que nos asista.
Lo enfermante y muy lamentable, es que los de “afuera” pagamos para que los de
“adentro” puedan estar bien, y nosotros, sostenedores de esta incongruencia,
recibimos la peor parte.
Indefectiblemente aquí sucede algo que percibo no podrá tener buen fin. ¿Cuándo
será el fin?, pues, no lo sé. Lo que sí sé, es que el espacio para permanecer “fuera” de
un sistema que compra todo, que imposibilita la tarea de mantenerse fiel a los ideales
que han sustentado las bases de cada individuo en su trayectoria de vida, que ha sido
a veces el único bien para mostrar y dejar como heredad a los que vienen, se acota, se
hace cada día más difícil de sobrellevar, porque existe un régimen de corrupción a
todos los niveles que intima al ser social, al ciudadano de “afuera”, a dudar hasta
cuándo puede mantenerse libre de no pasar la línea casi invisible, que existe en cruzar
la vereda del “adentro” , tan cómoda y altamente condicionante a la hora de la verdad.
* Libre pensador y poeta argentino.