Observa a tu fantasma que te causa espanto cara a cara, desnúdalo, analízalo, cuando lo tengas frente a ti, saca tu espada en tu mente, destrúyelo en tu idea. Sé fuerte en ese combate,
no dudes, dijo el Maestro. Esa vez, cuando el miedo apareció como un espectro, el discípulo se acordó del consejo de su Maestro, dio la cara a su enemigo, lo enfrentó y retó en su mente, las espadas mentales chocaron lanzando chispas de fuego, un sonido metálico salía de ellas, un grito terrible se escuchó: el espectro huía, el discípulo se inclinó a su Maestro y llorando le dijo: Gracias por haberme liberado.
