Un nuevo análisis reveló que el Niño de Taung, un homínido de unos 3 millones de años hallado en Sudáfrica hace casi 90 años, no presenta un desarrollo del cerebro similar al del humano moderno.
En 1925 el profesor Raymond Dart, de la Universidad de Wits en Johannesburgo, descubrió en la localidad de Taung (Sudáfrica) un cráneo infantil muy bien conservado, que fue el primero asignado a la especie Australopithecus africanus y se consideró un precursor de los humanos modernos.
Sin embargo, al someterlo a un nuevo análisis, los investigadores de la misma universidad han puesto en duda las teorías de que este primer australopiteco, que murió a los 3-4 años de edad, muestre realmente las mismas adaptaciones craneales que se observan en los niños pequeños de la especie humana, informa Europa Press.
De acuerdo con un estudio reciente, el fósil perteneció a un niño que "poseía una sutura metópica persistente y una fontanela anterior abierta, dos características que facilitan el crecimiento del cerebro postnatal en los bebés humanos", explica el doctor Kristian J. Carlson. Y las comparaciones con el registro fósil homínido existente y el chimpancé no son compatibles con este escenario evolutivo.
Los investigadores sugieren que la evidencia física del cráneo de Taung no enlaza de manera incontestable las funciones del cráneo de Taung con la expansión del lóbulo prefrontal temprano, una región del cerebro implicada en muchos de los comportamientos humanos. Y que por lo tanto no tienen nada que ver con la forma en que se desarrolla el cerebro de los niños de nuestra especie.
Los autores también cuestionan los fundamentos teóricos previamente ofrecidos para esta adaptación de Australopithecus africanus. Al refutar la presencia de estas características en el niño de Taung, los investigadores discuten si estas estructuras eran selectivas formas ventajosas en la evolución de los homínidos, sobre todo en los australopitecos.
Los resultados del nuevo estudio muestran que no existen aún pruebas físicas de que este tipo de adaptación craneal haya evolucionado antes de la aparición del género Homo. Ni tampoco hay evidencia alguna de que exista un vínculo entre las características observadas en el cráneo del niño de Taung y la expansión temprana del lóbulo prefrontal, subraya el medio.