Es un hecho que el cambio climático y el calentamiento global están transformando nuestro mundo, pero no siempre fue así. Hace 50 años apenas se tenia datos del los cambios que el aumento de la temperatura provocaba sobre la capa de hielo que recubre ciertos lugares de la Tierra.
Según las previsiones del Parque Nacional de los Glaciares, en Montana,
desde el año 1850, el número total de grandes glaciares del parque ha
disminuido de 150 a 25 y se estima que se habrán derretido por completo
en el año 2030.
Sin embargo, cuanto más hielo desaparece más secretos y misterios quedan
a la luz. Como si de una cápsula del tiempo se tratase, los glaciares
han conservado miles de restos, objetos y animales en magnificas
condiciones, trayendo un pedazo intacto de la historia hasta nuestros
días. A continuación os mostramos 9 descubrimientos increíbles
conservados en glaciares.
1. Un mensaje en una botella.
En 1959 el geólogo estadounidense Paul Walker introdujo una nota en una
botella y la enterró bajo un montón de piedras en la isla Ward Hunt, en
Canadá. La nota contenía unas sencillas instrucciones, su descubridor
debía medir la distancia desde ese lugar hasta el borde del glaciar y
enviar la respuesta a una dirección postal.
Con este experimento ideado hace más de 50 años, Walker pretendía medir
el impacto que el novedoso calentamiento global podía tener sobre los
glaciares. Lamentablemente, pocas semanas después Walker sufrió un
derrame cerebral y falleció.
Años después, durante el verano de 2013 una expedición científica de la
Universidad de Warwick encontró la botella de Walker. Tras leer con
atención la nota, decidieron llevar a cabo la última voluntad del
geólogo y tras medir la distancia, la diferencia resultó muy alarmante.
En 1959, cuando Walker midió la longitud entre las piedras y el borde
del glaciar, la distancia fue de 51 metros, sin embargo en 2013, la
distancia fue de 122 metros. Gracias a Walker y su curioso experimento,
los científicos de la Universidad de Warwick pudieron divulgar al mundo
las dramáticas consecuencias del calentamiento global.
2. Los mamuts.
En el año 2010, tras el fuerte deshielo sufrido en algunas zonas de
Siberia, Rusia, se descubrió una preciosa cría de mamut lanudo de una
tonelada de peso. Después de 39.000 años en el hielo, la cría se
encontraba en perfecto estado de conservación y aun mantenía su pelaje y
el tejido muscular intactos. Gracias a esto, los científicos rusos, por
primera vez en la historia, lograron tomar muestras de sangre de un
animal prehistórico.
Según indican las investigaciones, la muerte del mamut se produjo
mientras cruzaba el pantano, y que debido a las bajas temperaturas y el
hielo circundante, el cuerpo se mantuvo perfectas condiciones.
Científicos
e investigadores de Corea del Sur han sugerido que gracias a las
muestras de ADN obtenidas del cuerpo de Yuka, podrían clonar en un
futuro a esta especie extinguida dando vida de nuevo a uno de los
grandes mamíferos de la historia.
Yuka no fue el primer mamut encontrado, en el año 1977 una excavadora
halló accidentalmente el cadáver un pequeño mamut pero lamentablemente
no estaba bien conservado.
3. La momia Ötzi.
En
septiembre de 1991 dos turistas alemanes que realizaban una marcha por
los Alpes italianos se toparon con un descubrimiento insólito; los
restos perfectamente conservados de un cuerpo humano.
Los turistas creyeron en un primer momento que se trataba de un cadáver
de un montañero recientemente fallecido. Sin embargo, tras el estudio de
los restos mediante la prueba del carbono, los investigadores
descubrieron que el hombre momificado tenia más de 5300 años.
La momia de Ötzi, como así la llamaron porque el último refugio fue el
Oetztal, está considerada como uno de los descubrimiento más
excepcionales de la historia, ya que nunca antes los científicos habían
logrado encontrar un cadáver momificado tan bien conservado de la edad
de cobre.
Junto a este hallazgo se encontraron también varias de sus pertenencias,
entre ellas un silex, un gorro de piel de oso y un hacha con la hoja de
cobre. Tras diferentes pruebas se determinó que Ötzi murió de manera
repentina, ya que en su estomago se encontraron restos no digeridos de
su última comida.
Más tarde, tras ser analizada a través de rayos X, se descubrió que la
momia tenía alojada en el hombro la punta de un flecha y dos costillas
rotas, lo que demuestra que Ötzi murió en algún tipo de pelea o huyendo
de esta.
Poco después de su fallecimiento, su cuerpo fue enterrado por la nieve,
congelado rápidamente permaneciendo protegido de la intemperie y los
depredadores hasta nuestros días.
4. Tesoros.
Un deportista francés que practicaba escalada en el Mont Blanc encontró
fortuitamente un tesoro. Este estaba envuelto en una gran bolsa que
llevaba inscrito “Made in India” y dentro de ella había una caja de
metal que sobresalía de la superficie del glaciar Bossons. Dentro y
separado por diferentes compartimentos encontró mas de 100 piedras
preciosas, entre rubíes, esmeraldas y zafiros, con un valor aproximado
de unos 377.000 dólares.
En lugar de desaparecer con el tesoro, este honesto escalador lo entregó
a la policía y las joyas fueron depositadas en la ciudad de Chamonix,
al este de Francia, donde las autoridades locales trataron de
desentrañar el misterio de su origen.
Tras una exhaustiva investigación, se descubrió que en la zona de los
glaciares se habían estrellado dos grandes avión indios. Uno de los
accidentes que se produjo en 1950 y se cobró la vida de 48 personas. 16
años más tarde, el piloto de un “Boeing 707″, con destino a Nueva York a
través de Ginebra y Londres, calculó mal la altura del vuelo y se
estrelló contra la cima del Mont Blanc, muriendo los 117 pasajeros.
Según parece el tesoro puede tener relación con uno de los pasajeros del
fatídico vuelo “Boening 707″ que trabajaba para un negocio de joyería
con sede en Londres.
5. Un virus gigante.
Recientemente cientificos rusos han descubierto un antiguo virus de gran
tamaño y de más de 30.000 años de edad, que se encontraba en el
“Permafrost”, cerca del río Kolyma en Rusia.
Según los científicos, estos virus son totalmente seguros para los seres
humanos, porque parasitan sólo de una ameba. Estos científicos no
descartan la posibilidad de encontrar dentro de las profundidades del
Permafrost otros virus que no sólo parasiten organismos unicelulares y
que debido al calentamiento global, podrían “despertar” y suponer una
amenaza potencial para los seres humanos.
Según el biólogo francés Jean-Michel Claverie, de la Universidad de
Aix-Marseille, que fue quien descubrió el virus, “Hay pocas
probabilidades de que los agentes patógenos infectados con el antiguo
virus puedan renacer e infectar la humanidad hoy en día. Estos patógenos
pueden ser bacterias comunes tratables con antibióticos o bacterias
resistentes a los medicamentos o incluso virus peligrosos. Si se
extinguieron hace mucho tiempo, nuestro sistema inmunológico no estaría
preparado para enfrentarse a ellos”.
Debido al deshielo de los glaciares situados cerca del pueblo italiano
de Peyo, se han encontrado recientemente restos de algunos soldados de
la Primera Guerra Mundial, así como diversos objetos personales de
éstos.
En esta antigua batalla conocida como la “Guerra Blanca”, soldados del
Imperio Austro-Húngaro lucharon contra tropas italianas por el control
de esta parte de la montaña.
Los
historiadores estiman que durante la batalla murieron miles de
soldados, los pocos que sobrevivieron quedaron expuestos a las extremas
condiciones climáticas y grandes avalanchas.
En 2004 mientras realizaba una excursion, un guía de montaña fue testigo
de un aterrador hallazgo: los cuerpos de tres soldados del ejército
austro-húngaro, muertos en 1918, sobresalían de una pared helada cerca
de la ciudad de San Matteo a una altitud de 3.658 metros sobre el nivel
del mar.
Más recientemente, en 2013, el cuerpo de dos soldados más fueron
encontrados en el glaciar Presena, debido al fuerte deshielo. Gracias a
las condiciones climatologicas, en los cuerpos se ha encontrado cabello e
incluso piel. En este glaciar también se han encontraron numerosos
objetos personales de los soldados, como por ejemplo, una nota del amor
dirigida a “María”.
7. Un antiguo bosque.
El glaciar Mendenhall es uno de los 38 glaciares del campo de hielo de
Juneau en Alaska, y desde 1970 ha sufrido una notable merma de su
superficie dejando al descubierto un gran secreto, un bosque
prehistórico compuesto de ramas, raíces y troncos de árboles con una
edad de entre 1.200 y 2.350 años.
Los científicos esperan que el movimiento del glaciar acabe por
descubrir el resto del bosque oculto en algunos años. Desde 2005 el
glaciar Mendenhall disminuye un promedio de 50 metros, por lo que en un
futuro próximo el resto del bosque saldrá a la superficie.
8. Destrucción.
En
1952, a unos 80 kilómetros de la ciudad de Anchorage, Alaska, un avión
de la Fuerza Aérea de Estados Unidos se estrelló con 52 pasajeros a
bordo, en la ladera de la montaña de Gannett. Como manda el protocolo
las tareas de rescate se iniciaron de inmediato pero tras unos días de
trabajo, una intensa ventisca enterró los restos humanos y los del avión
bajo una gruesa capa de nieve y la mision de rescate tuvo que ser
suspendida ante el riesgo de más perdidas humanas.
En junio de 2012 durante una misión de entrenamiento de helicópteros de
la Guardia Nacional, se vieron unos restos que sobresalían del glaciar y
se volvió a reanudar de nuevo la búsqueda en las que se encontraron
algunas piezas del avión y restos humanos, sin embargo, debido a los
continuos movimientos del glaciar y su deshielo, la búsqueda fue de
nuevo suspendida indefinidamente.
Nuevamente en el verano de 2013, los científicos descubrieron que desde
1952, fecha del accidente, los restos del avión apenas se habían movido
22,5 kilometros tras lo cual, algunos restos del accidente podrían estar
en el fondo del lago George.
9. Ropa de la Edad de Hierro.
El deshielo del glaciar Lendbreen, en Noruega, permitió descubrir estos
ropajes antiguos que datan de la Edad de Hierro. En 2011 se encontró una
túnica de lana hecha a mano, y tras dos años de estudio, se llegó a la
conclusión de que la túnica se había confeccionado entre los años 230 y
390 d.C.
La investigadora Lisa Bender, que fue una de las cientificos que llevó a
cabo la investigación, confesó recientemente en una entrevista que: “Es
muy raro e inusual encontrar ropa del primer milenio de nuestra era,
podríamos contar las que hay en el mundo con los dedos de una mano.”
Segun el estudio es probable que la túnica de Lendbreena perteneciera a
un guerrero, seguramente a un hombre bastante delgado y de una altura de
175 centímetros.
La comunidad científica cree que el calentamiento global está acelerando
considerablemente el deshielo de los glaciares, especialmente en
Noruega, lo que puede conducir a un aumento del número de
descubrimientos arqueológicos en esta zona.