El Mito de la Sobrepoblación


La Tierra no está sobrepoblada, a pesar de las peroratas de los liberales ambientalistas ideológicos (LIEs). Se dice que la totalidad de la población del mundo, completa con un estilo de vida sub-urbano, podría acomodarse en un área del tamaño de Texas. 

La población del mundo, permaneciendo de pie talón con talón se acomodaría en un área del tamaño de la ciudad de Jacksonville en Florida. El espacio no es el problema.

Tampoco lo es el alimento. El Premio Nóbel, Dr. Norman Borlaug argumenta en “Alimentando a un Mundo de 10 Billones de Personas: El Milagro Por Venir” (Capítulo 2 en El Calentamiento Global y Otros Eco-Mitos, Prima Publishers, 2002, páginas 30-59) que la causa fundamental de la degradación ambiental que amenaza la existencia humana es la “política económica errada.” Los procesos de producción alimenticia se han vuelto cada vez más efectivos y eficientes. 

Tenemos ahora la tecnología para alimentar a 10 billones de personas. “La pregunta más pertinente hoy es si a los agricultores y rancheros se les permitirá usar esta nueva tecnología” (p. 59).

Sin embargo, los activistas LIE, pregoneros del miedo, todavía hacen sonar el tambor de la sobrepoblación. Los LIEs como Al Gore sostienen que la “crisis” de la población mundial se compone de cuatro elementos: un crecimiento de la población rápido e insostenible, la dilapidación de los recursos que conduce a un estándar de vida más bajo para todos en la actualidad, la necesidad de reducir las tasas de natalidad a través de una rigurosa y pro-activa política pública. Uno de los profetas de infortunios, el Dr. Paul Ehrlich, autor de La Bomba de la Población (1968), predijo una situación cercana al desastre caracterizada por una hambruna generalizada y la muerte por inanición. 

El pensamiento de los profetas de la fatalidad asociados con el tema de la población se origina en el teórico del siglo diecinueve Thomas Malthus, quien argumentó en Un Ensayo sobre el Principio de la Población (1798) que las poblaciones humanas sin supervisión crecerían hasta ya no ser sustentables por la cantidad de tierra disponible para la agricultura, en cuyo momento muchos morirían por la hambruna y la inanición. “El poder de la población es definitivamente más grande que el poder de la tierra para producir lo necesario para la subsistencia del hombre. La población, cuando se deja sin supervisión, se incrementa en proporción geométrica. Los medios de subsistencia solo se incrementan en una proporción aritmética.” Malthus estaba equivocado (y más tarde cambió de opinión): la producción global de alimentos ha aumentado más rápido que la población. Pero su teoría original todavía cautiva a muchos miembros del movimiento LIE. Profetas de la fatalidad como Paul Ehrlich y Garrett Hardin parecen pensar que la Tierra ya ha sobrepasado su capacidad de producción.

En contraposición, el economista Dr. Julian Simon (un notorio optimista) ha argumentado que el crecimiento de la población no produce estragos económicos. Algunas de las obras más famosas de Simon incluyen El Último Recurso 2 (1998), Asuntos de Población: Gente, Recursos, Ambiente e Inmigración (1990), Una Investigación en la Economía Poblacional (1981), y Economía en Contra, Volumen Dos: Economía Poblacional, Recursos Naturales y Temas Relacionados (1999). Mientras más gente, mejor, dice Simon. El crecimiento de la población no impacta de manera negativa el crecimiento económico. 

El conocimiento humano provee continuamente un medio para producir más productos terminados a partir de menos materia prima. Por ejemplo, el Dr. Russell Roberts nos recuerda que, gracias a la tecnología, hoy hay solamente una quinta parte de la cantidad de aluminio en una lata de Coca Cola de la que se necesitaba hace 30 ó 40 años. Los recursos naturales se están haciendo más accesibles todo el tiempo, no más escasos. La mente humana es el recurso más grande, y el desarrollo económico sustentable requiere más mentes humanas, no menos.

Simon ha mostrado que el ingreso per cápita mundial ha aumentado de $ 100 en el año 1900 a $ 5,000 un siglo más tarde, en dólares reales. Es sorprendente como este incremento de 50 veces cubre el crecimiento de seis tantos que ha experimentado la población (de un billón a seis billones de personas). La tecnología mejora nuestras vidas, y la mente humana es maravillosa encontrando más soluciones a los problemas. Junto con el incremento de la población, la materia prima y la energía han llegado a ser menos escasos, los suministros mundiales de alimento se han incrementado, y la contaminación en las naciones más libres ha disminuido. 

No importa cuán rápido aumente la población, los suministros alimenticios se incrementan al menos a la misma velocidad.En su artículo de 1995, “El Crecimiento de la Población es Nuestro Triunfo Más Grande,” Simon argumenta que desde el siglo dieciocho “ha habido un rápido crecimiento de la población debido a una disminución espectacular en la tasa de mortalidad, un rápido incremento de recursos, mejoramientos generalizados en la salud, y un ambiente sin precedentes más limpio y hermoso en los países capitalistas más ricos junto con un ambiente degradado en los países pobres y socialistas. El aumento de la población del mundo representa nuestra victoria sobre la muerte.

 En el siglo diecinueve la Tierra podía sostener únicamente un billón de personas. Hace diez mil años solamente un millón podía mantenerse vivo. Ahora, cinco billones de personas están viviendo más tiempo y más saludablemente que nunca antes, en promedio general. Usted esperaría que los amantes de la humanidad salten de gozo frente a este triunfo de la mente y la organización humana sobre las fuerzas crudas de la naturaleza. En lugar de eso lamentan que haya tantos que disfruten del don de la vida.”

Nicholas Eberstadt nos recuerda en su artículo “Población y Recursos” (capítulo 3 El Calentamiento Global y Otros Eco-Mitos, Prima Publishers, 2002, páginas 62-91) que el siglo veinte fue testigo no solo de una explosión demográfica sino también de una explosión de salud que ha llevado a un incremento en la longevidad, y una explosión de prosperidad que ha hecho que cada rincón del globo tenga más abundancia que nunca antes. La disminución en las tasas de mortalidad infantil, la duplicación de los lapsos de vida desde el año 1800, mejor acceso a los servicios de salud, y mejores servicios de salud han dirigido a una explosión demográfica. 

Sin embargo, en “La Explosión Demográfica Ha Terminado” (New York Times Magazine, Noviembre 23, 1997), Ben Wattenberg, miembro superior del Instituto Empresarial Americano, advierte que “la predicción que ha generado una generación de alarmistas ahora se ha vuelto en su contra. Pero la perspectiva de un planeta más vacío está creando su propia colección de problemas.” Los índices de natalidad mundiales han caído tanto en décadas recientes que un cuarenta y cuatro por ciento de los países modernizados a duras penas (o ni siquiera eso) están reemplazando a sus poblaciones. Los LIEs y su ciencia errónea le están haciendo daño al mundo.

En Julio de 1995, Sheldon Richman, entonces Editor en Jefe en el Instituto Cato, brindó testimonio ante el Congreso con respecto a la estabilización de la población internacional y la ley de salud reproductiva. Algunas de sus conclusiones más pertinentes fueron:

1) No existe un problema de población. La caída en las tasas de mortalidad y el aumento de la expectativa de vida son cosas que representan progreso.

2) Se le ha hecho frente al crecimiento de la población humana con incrementos en la producción de alimentos y otros recursos, incluyendo energía. El hambre en el mundo es más bien un fenómeno político antes que uno ecológico.

3) Los países no son pobres porque sus poblaciones estén creciendo. Las naciones más densamente pobladas se hallan entre las más ricas. De lo que sufren las naciones pobres no es de demasiada población sino de demasiado gobierno, especialmente cuando restringe el comercio.

Y nada ha cambiado desde entonces. Los libertarios y los conservadores harían bien en anunciar los mismos principios hoy.

El estudio “Too Many People” del profesor Nicholas Eberstadt, publicado el 11 Julio del 2007 por la Sustainable Development Network –

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