¡Terrorista!Tú, que perdonaste la sangre.Tú, que perdonaste la hipocresía.Tú, que perdonaste la insolencia.¡Terrorista!¡Tú!Y, más tarde, miraste a la luna,la señalaste y dijiste: la quiero.Tomaste posesión de tu metro cuadrado y soñaste todo esto en el suelo.Te sentaste a hablar con aquél,ese tipo de sonrisa apagada con quien te cruzas cada día yendo al trabajo, fuera del sueño.
Sé que bendecir es cosa de curas,pero ninguno de ellos me daría su bendición si me conociera como yo me conozco.Sus mohosas leyes,su idea del pecado y su adoración monopolista al revolucionario crucificado dan buena cuenta de ello.Pero yo
me bendigo.Oh, sí,me bendigo.Si es que sirve de algo bendigo mis veinticuatro horas,porque yo soy el Todopoderoso sin un duro.El creador incansable,cobrador de subsidios.Fumador habitual.Bebedor en ocasiones.No soy lo que esperaban,pero sí lo que yo esperaba ser: Mi propio Dios.Mi propio templo.Así que yo me bendigo.