Ya sabíamos que consumir marihuana produce hambre y que sintamos la necesidad de picotear todo el tiempo, pero ahora sabemos qué proceso es el que desencadena este efecto gracias a un experimento realizado con ratones de laboratorio por parte de la Universidad de Yale.
No hemos de imaginar a un grupo de ratones felices fumando canutos, sino que en los ratones se inyectaba una sustancia química que se une a los mismos receptores en el cerebro que la marihuana.
Sin embargo, cuando Koch quiso probar su hipótesis en ratones, entonces ocurrió todo lo contrario. Las POMCs no se desactivaban, sino que estaban aún más activas. Horvath, al repetir sus experimentos, desestimó la posibilidad de que Koch hubiera recopilado incorrectamente los datos: en efecto, las POMCs estaban más activas tras el consumo de marihuana.
La investigación al respecto deberá continuar con sujetos humanos (muchos de los cuales seguro que estarán dispuestísimos a servir como conejillo de indias fumados).
Según las cifras de la organización de Naciones Unidas (ONU), unos 177 millones de personas consumen marihuana en el mundo. Y muchos de ellos, ahora, ya saben por qué sienten hambre después de consumir. Pero lo más importante es que este hallazgo podrá ayudar a desarrollar nuevas estrategias contra los trastornos del apetito.
No hemos de imaginar a un grupo de ratones felices fumando canutos, sino que en los ratones se inyectaba una sustancia química que se une a los mismos receptores en el cerebro que la marihuana.
¿Ratones hambrientos?
En el estudio liderado por Tamas Horvath, profesor de neurobiología de Yale, y publicado en Nature, se pretendía probar la hipótesis ya planteada en 2011 por el investigador alemán Marco Koch. Según Koch, los ingredientes activos de la marihuana apagan un conjunto de neuronas en el hipotálamo que desempeñan un papel crucial en la inhibición de hambre. Estas neuronas se conocen como POMCs.Sin embargo, cuando Koch quiso probar su hipótesis en ratones, entonces ocurrió todo lo contrario. Las POMCs no se desactivaban, sino que estaban aún más activas. Horvath, al repetir sus experimentos, desestimó la posibilidad de que Koch hubiera recopilado incorrectamente los datos: en efecto, las POMCs estaban más activas tras el consumo de marihuana.
Más complejo de lo que se creía
Así, gracias a este estudio, ahora sabemos que los cannabinoides invierten el sistema de inhibición del apetito, que resulta ser más complejo de lo que se sospechaba. En palabras de Horvath:Es como si al pisar el freno el coche se acelerara. La marihuana engaña al sistema central de alimentación del cerebro. Nos sorprendió encontrar que las neuronas que creíamos responsables de la falta de apetito se activaba de repente para promover el hambre incluso cuando se está saciado.Horvath también ha señalado que el estudio plantea casi tantas preguntas como respuestas. Por ejemplo: ¿qué propósito fisiológico tiene la capacidad de las neuronas POMCs para cambiar de reprimir el hambre a amplificarla? También se preguntan si los POMCs de personas que son obesas o que tienen diabetes pueden haber sufrido alteraciones.
La investigación al respecto deberá continuar con sujetos humanos (muchos de los cuales seguro que estarán dispuestísimos a servir como conejillo de indias fumados).
Según las cifras de la organización de Naciones Unidas (ONU), unos 177 millones de personas consumen marihuana en el mundo. Y muchos de ellos, ahora, ya saben por qué sienten hambre después de consumir. Pero lo más importante es que este hallazgo podrá ayudar a desarrollar nuevas estrategias contra los trastornos del apetito.