Una civilización milenaria se oculta en profundas cavernas que surcan el continente.
Un ufólogo argentino que durante décadas profundizó en estudios sobre la posibilidad de mundos subterráneos que cobijarían bajo la faz de la Tierra a civilizaciones desconocidas, aseguró que esa temática abordada por investigaciones que combinaron tanto aspectos reales como legendarios, tiene en una cueva situada en Malargüe, al sur de la provincia de Mendoza, una de las tantas puertas que permitiría develar los misterios residentes en las entrañas del planeta.
Javier Stagnaro (Crédito: elsurdelgrantriangulo-pablo)
El investigador Javier Stagnaro ha dedicado más de 30 años de su vida a estudiar la realidad de los mundos que habitan en las cavidades de la tierra y que podrían explicar fenómenos y situaciones que hoy carecen de una respuesta definida, a partir que quienes habitarían esas profundidades podrían ser civilizaciones con más de 250 mil años de antigüedad.
Estos aportes forman parte de un libro próximo a editar por Stagnaro (fue publicado en 2010, nde.), en el cual vuelca sus conocimientos sobre el tema y ahonda en aspectos de una investigación que llevó a cabo junto con un grupo de estudiosos encaminados a comprobar si la Cueva de las Brujas, situada a unos 70 kilómetros de la ciudad mendocina de Malargüe, forma parte de un cavernamiento mayor relacionado con otras galerías subterráneas en las cuales se asentarían otras civilizaciones.
Stagnaro, cuyo libro llevará por título “Austerria: los túneles de Agharta en América”, señaló a EXPEDIENTES SECRETOS que compilar su obra le llevó 36 años de estudios y otros 10 para volcar esa investigación por escrito, en la cual plantea lo que a su modo de ver son los testimonios directos que hacen referencia a los mundos subterráneos. El trabajo de este investigador también especializado en el vínculo establecido entra armas ultrasecretas y los OVNIS, incorpora aportes de su búsqueda personal sobre las evidencias del mundo subterráneo, a lo que le añade elementos de la literatura universal, la mitología, las leyendas y el folklore.
Uno de los puntos que Stagnaro no desdeña es, como manifestó,“los relatos de viajeros del siglo pasado y de exploradores y espeleólogos contemporáneos que aportaron información sobre el tema” en cuanto a la búsqueda de aspectos concretos.
Algo de historia
“El Mundo Subterráneo en su calidad de continente habitado bajo nuestros suelos se encuentra arraigado en los mitos y leyendas de todos los pueblos, países o naciones a lo largo de toda la historia de la Humanidad”, puntualizó Stagnaro. El especialista manifestó que “la relación con aspectos concretos de la realidad espacio temporal que nos toca vivir, difiere de la perspectiva de sus exploradores. Así -aseveró- mientras que para algunos todas las cavidades de la Tierra que estudia la espeleología son formaciones naturales, otros sostienen -remarcó- que algunas de ellas son obra de civilizaciones desconocidas”.
La segunda de las teorías es con la que, como apunta Stagnaro, comulgan exploradores y espeleólogos como Juan Moricz o Julián Goyén Aguado, para quienes algunos de esos cavernamientos como los existentes en la región de Morona-Santiago, en la Cordillera Oriental del Cóndor, en Ecuador, “han sido trabajadas por una civilización desconocida con una antigüedad de 250 mil años”. Para Stagnaro,“la relación inmediata de estas aseveraciones la vamos a encontrar en la mitología sumeria, cuyos dioses que se remontan a 450 mil años, se contactaron con Moricz contándole sus mitos y cosmogonías y como vinieron a la tierra y se instalaron en el mundo subterráneo donde construyeron sus refugios, más precisamente en la llamada Cueva de los Tayos, allí en Ecuador”.
Ramal Malargüe
G. Aguado y miembros del CAE en Las Brujas (Crédito: elsurdelgrantriangulo-pablo)
La especulación de Moricz y Goyén Aguado se centró así a que como ocurría en ese punto del continente, una red profunda de galerías se entrelaza por debajo de la Cordillera de los Andes, extendiendo por todo Sudamérica la posibilidad de un hábitat para civilizaciones que no tuvieran necesariamente que ver con la humana. En 1987, luego de haber ingresado al Centro Argentino de Espeleología (CAE), del que era presidente precisamente Goyén Aguado, Stagnaro participó de una expedición a la Cueva de las Brujas, en Bardas Blancas, Malargüe, donde realizaron un amplio relevamiento de la zona. “De esa expedición participamos junto a Goyén Aguado unas treinta personas y estuvimos diez días investigando las cuevas de la zona.
En aquel entonces -rememoró- la Cueva de las Brujas sólo había sido topografiada por el CAE en un tramo de un kilómetro y medio y se pensaba que podía tener algo así como diez kilómetros de extensión”. En su interpretación, la Cueva de las Brujas es hasta el momento “el cavernamiento más importante del país” y del cual, especificó, “no se puede decir con certeza si está o no conectada con la red de galerías subterráneas señaladas por Moricz y que existirían bajo la Cordillera de los Andes. Es cierto que no se ha podido tener mayores precisiones en torno a las conexiones posibles o no de la Cueva de las Brujas con ese encadenamiento referido por Moricz -subrayó Stagnaro- pero si bien las investigaciones del CAE no lograron desentrañar la cuestión, Goyén Aguado creía firmemente en esa posibilidad”. La de una entrada al mundo subterráneo por Malargüe.