Un guiñapo, cabalgando sobre el hipocampo
Salivazo en el cráter de unos ojos fuera de órbita
Bullir de helmintos, en la herida de papeles rasgados
La náusea de esta fiebre donde mueren las palabras
pudriéndose, en estrofas descompuestas
Un cúmulo de imágenes invertebradas
Como de insecto intoxicado
desplomándose de un cielo infesto
Son los últimos estertores, de este poema enfermo
Arrancado del jardín, entre las flores del mal
Querido lector: ¡Jamás le des la espalda al bardo!
Su pluma es un siniestro puñal
¡ En una mano diestra!
