Por qué la estación espacial china en Argentina tendrá usos militares



La semana pasada comenzó el debate en Argentina por la instalación en la provincia de Neuquén de una “estación del espacio lejano” construida y dirigida por la República Popular China. Legisladores de la oposición y ex funcionarios cuestionan los términos del acuerdo, por considerar que se estaría violando la soberanía nacional, y también plantean el posible uso militar de la base.

Uno de los mayores argumentos para esta última presunción es el hecho de que la empresa china que construirá y dirigirá la estación, China Satellite Launch and Tracking Control General (CLTC), depende directamentedel Departamento General de Armamentos del Ejército Popular de Liberación, y que la tecnología que utilizará en la estación puede utilizarse tanto para fines civiles como militares.

La CLTC se presenta como una empresa dedicada a la telemetría, el rastreo y el comando de operaciones espaciales, en el marco del programa de Exploración de la Luna de la R. P. China. Pero los opositores, entre ellos, el senador de UNEN Fernando ‘Pino’ Solanas y el ex vicecanciller Roberto García Moritan, han señalado que la tecnología y actividades que presentará la estación pueden utilizarse con fines militares, como el “escaneo de comunicaciones, rastreo y detección de satélites, control de lanzamientos a escala global incluso, en caso de necesidad, de misiles, drones y otras actividades militares semejantes”, según afirmó el ex vicecanciller en una columna del diario Infobae.

La Gran Época viene reportando hace tiempo sobre la estrategia militar china y sus programas del “as bajo la manga” y el “garrote asesino”. Al analizar estas estrategias, no es difícil entender el contexto en el que se instalaría esta estación y su verdadero propósito.

El conejito blanco

En China, al régimen chino y su estrategia militar se lo conoce como “el conejito blanco de panza negra”, una metáfora similar al “lobo con piel de cordero” que se conoce en Occidente y que se refiere a la naturaleza engañosa del régimen, que a simple vista parece inofensivo pero esconde oscuras intenciones.

Para entender la relevancia de esta analogía y del verdadero propósito de la estación espacial, lo primero que hay que entender es que la estrategia militar de China no está basada en el uso de la fuerza, sino en el engaño.

Frente a las potencias mundiales, el Ejército de China no parece tan amenazante. A pesar del gran número de efectivos, sus buques y aviones son de la era soviética, las nuevas tecnologías no alcanzan el ritmo de otros ejércitos y los equipos ‘Made in China’, se sabe, no son de buena calidad.

Por eso es que la estrategia de China no se basa en aumentar el armamento, sino en desarrollar tecnología que pueda anular e incomunicar a los equipos enemigos. Aquí es cuando entra en juego la tecnología espacial.

Las armas anti-satélites son parte de lo que China llama su “as bajo la manga” o “garrote asesino”. Son sistemas que le permitirían al ejército chino desarmar a otros ejércitos que se basan en tecnología satelital para comunicación o GPS, entre otras aplicaciones.

Un informe desclasificado en septiembre de 2010 del Centro Nacional de Inteligencia Terrestre de EE. UU. plantea que “Estas armas modernas, as bajo la manga y garrotes asesinos, permitirán a las fuerzas de baja tecnología de China prevalecer sobre las fuerzas de alta tecnología de EE.UU. en un conflicto localizado”. El informe cita también a los ciber-ataques, el uso de radiación por microondas y los pulsos electromagnéticos como otras armas de esta estrategia.

El Teniente General Ronald L. Burgess, director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de EE. UU. advirtió ya en febrero de 2012 sobre la estrategia de China de enfocarse en la guerra espacial. Burguess afirmó que además de las armas anti-satélite, China también está “desarrollando sistemas de interferencia y armas de energía dirigidas para misiones ASAT (anti-satélite)” y remarcó especialmente que “rara vez Beijing reconoce las aplicaciones directas de su programa espacial, y se refiere a casi todos los lanzamientos satelitales como científicos o civiles”.

El último de estos casos ocurrió el 12 de mayo pasado, cuando China probó una de sus armas anti-satélite, el Dong Ning-2, y dijo que se había tratado de una misión científica.

Por qué la NASA no colabora con los programas espaciales de China

Las preocupaciones sobre las intenciones del programa espacial de China surgieron en enero de 2007, cuando ésta destruyó uno de sus satélites con un arma anti-satélite sin previo aviso. Un cable del Departamento de Estado de EE. UU. que fue filtrado por Wikileaks detalla que China “no ofreció ninguna respuesta razonable” ante ninguna de las naciones que le cuestionó el motivo de la prueba.

El cable continúa diciendo que EE. UU. decidió suspender la cooperación de la NASA con China, destacando que “una de las principales razones para esta postura es la continua falta de transparencia de China con respecto al amplio rango de sus actividades espaciales”.

La estrategia espacial del EPL

A diferencia que en la mayoría de los países, en los que las organizaciones dedicadas a la exploración del espacio dependen de ministerios civiles o son independientes, en China el Ejército Popular de Liberación es quien supervisa directamente todo el programa espacial. Un informe del Pentágono de 2013 se enfoca en la estrategia militar china con respecto al uso del espacio.

“Los estrategas del EPL consideran que la capacidad deutilizar el espacio y negar el acceso al espacio a los adversarios es un punto central para iniciar una guerra moderna e informatizada”, dice el informe, y destaca que “públicamente, China intenta disipar todo escepticismo sobre sus intenciones militares en el espacio”, pero la doctrina interna no dice lo mismo. El informe cita a un analista del EPL diciendo que “el espacio es el eje de maniobras para el campo de batalla informático” y que “destruir o capturar satélites y otros sensores… privará al oponente de iniciativa en el campo de batalla y [les dificultará] desplegar completamente sus armas guiadas”.

También se citan escritos del EPL que “enfatizan la necesidad de ‘destruir, dañar e interferir con los satélites de comunicación… y de reconocimiento del enemigo’”.

Ante esto, no hay posibilidad de que la CLTC, que instalará la estación espacial en Neuquén, no siga las directivas del EPL en el marco del uso militar del espacio y utilice a la estación como parte de la estrategia global de China en su ‘guerra informatizada’

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