Si no es en Estados Unidos, ser de derecha es casi un sacrilegio. Lo es en gran parte de Europa, pero sobre todo lo es en América Latina. En España, por ejemplo, los que no son de izquierdas, son tachados de fachas o franquistas a la hora de las confrontaciones ideológicas. En Escandinavia - el caso que tengo más presente es Suecia, con el inmortal casi-Cristo Olof Palme - es un deber moral ser socialista. En América Latina ser de derecha es sinónimo de imperialista, neoliberal, conservador, iluminati, sirviente del Maligno, discapacitado moral. En Estados Unidos, ser de derecha, sobre todo republicano, significa anteponer la libertad individual antes que otra cosa, es ser anticomunista, ser un americano auténtico.
Casos concretos. En Chile ser de derecha es significado de ser pinochetista, extrañar al general que depuso a Allende, sin importar que la Concertación - es decir, los gobiernos socialistas que mantuvieron el poder por catorce años hasta la reciente victoria de Sebastián Piñera - haya sido más bien liberal, no tan socialista porque, nos guste o no, mantuvieron el modelo económico de Pinochet y lo aderezaron con la necesaria libertad social, y eso fue lo que catapultó a Chile a ser el país latinoamericano que se encuentra en la senda del desarollo. En Méjico ser de derecha es apoyar al PAN, un partido conservador pero que en lo económico es estatista y que tiene temor a tocar a PEMEX por eso de la soberanía - sea lo que sea esa mentada cosa -, y que a pesar de estos coqueteos - si no es que idilios - con la retórica de la izquierda, sea considerado como un partido de capitalistas salvajes. Es curioso, porque lo que la Concertación hizo en Chile, en Méjico sería neoliberalismo puro, pero seguimos diciendo que el caso chileno es un éxito para la izquierda. La derecha de Méjico está a la izquierda de las derechas del mundo y la socialdemocracia europea está a la derecha de la derecha mejicana.
¿Y qué es la derecha? Quién sabe. En teoría, ser liberal y nada más que eso. Ser liberal implica estar en contra del Estado y abogar por la libertad económica, basada en la propiedad privada, y la social. ¿Y por qué soy de derecha? Porque me da la impresión de que la gente de izquierda está enojada todo el tiempo y los de derecha son más felices.
La gente de izquierda siempre tiene algo de qué quejarse aunque pasen por el mejor momento de su existencia. Los de izquierda tienen una tendencia bastante cómica a la paranoia, viendo amenazas del Imperio, el Capital, las Corporaciones, las Transnacionales, los (pollos) Transgénicos, la Oligarquía, los Empresarios sin escrúpulos, etc. Donde hay un izquierdista, hay una mala cara. Que si la iglesia - en todo su derecho de libre expresión - emite un juicio, hay protestas por intolerancia, homofobia, sodomía y demás yerbas. Que si una cadena multinacional compró un almacén mejicano que generaba pocos ingresos, hay globalifóbicos diciendo no sé qué de la calentación global (Paulina Rubio dixit), las focas bebé y la explotación capitalista. Que si en Estados Unidos volvieron los republicanos, hay personajes presagiando un nuevo holocausto. Que si la derecha gana unas elecciones presidenciales, hay calles infestadas de gente que, cartel del Che Guevara y Marx en mano, aseguran que se acabó la soberanía y que se ha hipotecado la nación a los intereses del imperio. Que si algún científico experimenta con unos granos de elote - choclo, maíz, como le digan -, entonces en cincuenta años todos mutaremos y seremos el país número uno en (insertar aquí enfermedad mortal, la que sea). Que si unos indígenas se volvieron empresarios y salieron de pobres, es porque alguien corrompió el espíritu originario de la nación profunda. Que si el gato techero no maulló, es que la derecha hizo de las suyas de nuevo.
Hay en esta división izquierda/derecha algo de hemiplejia moral. Muchas izquierdas en la actualidad tienen posiciones políticas, económicas y sociales que hubieran sido consideradas ultracapitalistas hace unos años. Lo mismo sucede con las derechas que dejaron el conservadurismo atrás. Es por eso que los liberales preferimos vivir sin esas etiquetas y ser simplemente liberales.
En cuanto a mí, ¿por qué en muchos casos prefiero decir que soy de derecha? Porque es de lo más cómico ver cómo se enojan los izquierdosos cuando me asumo como tal.