Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada y no he podido refrenar mi impulso. He cogido las tijeras, he abierto la puerta del armario y me he puesto a cortar las mangas de sus camisas, comenzando por las azules de gemelos.
Cuando ha salido de la ducha, me ha encontrado enfrascada con las blancas, y un caos de perchas y camisas hechas jirones esparcidas por el suelo.
Sin perturbarse, en tono condescendiente, me ha soltado: “Cielo, lo siento, no sé cómo te has enterado, pero te juro que ha sido algo puntual”.
Entonces, calmada, he seguido cortando, como en éxtasis, pero esta vez comenzando por el principio.
No se ustedes, pero yo soy una de las que cada tanto, motivada por una profunda necesidad de renovación; hago la gran “Jonny Deep” en el joven manos de tijeras y en un rapto de locura, me corto el pelo yo misma…