Los Servicios de Inteligencia de diversos países occidentales calculan que entre el 25 – 30 por ciento de la población musulmana mundial es salafista, son aquellos que quieren volver a la etapa inicial del Islam, la de Muhammad y sus Compañeros, en la que esta religión se expandía por doquier gracias a la Espada y se aplicaba rígidamente la Sharia, la ley islámica, a toda la población sometida. Se calcula que más de un 5 por ciento del total apoya activamente, y en diversos grados, la Yihad, son los yihadistas, los que combaten por la Causa de Alá.
“Guerreros de Alá” que viven en Occidente “practican” yihadismo en Siria, Irak, Libia, Nigeria, Yemen, Somalia, etc., y anhelan volver al Viejo Continente con la ilusión de exterminar infieles, como el británico John que ha declarado altivamente que piensa volver al Reino Unido para decapitar infieles (no musulmanes). [1]
El ataque frustrado por Ayoub El Khazzani, marroquí muy devoto del Islam, en un tren de alta velocidad entre Ámsterdam y París el viernes 21 de agosto de 2015 ha subrayado la dificultad que enfrentan los servicios de inteligencia en el seguimiento de los numerosos potenciales militantes islámicos, dicen los expertos.
Los yihadistas pueden atentar fácilmente, y cuando ellos lo crean conveniente para sus intereses, en lugares públicos, grandes superficies comerciales, estadios deportivos, redes de metro y autobuses, entre otros sitios. El seguimiento de tantos yihadistas, sin precedentes en la historia europea, es un trabajo muy intensivo y costoso en recursos humanos y económicos, y no siempre exitoso. Se necesitan tres turnos con varias personas, equipos y vehículos para vigilar y seguir a cada yihadista conocido durante las 24 horas al día. Las agencias de Inteligencia no son lo suficientemente grandes ni tienen recursos ilimitados como para monitoreara cada yihadista dispuesto a asesinar “infieles”. Es imposible vigilar en todo el mundo y garantizar la vida de los ciudadanos, el bien más preciado del ser humano. [2]
El ataque frustrado por Ayoub El Khazzani, marroquí muy devoto del Islam, en un tren de alta velocidad entre Ámsterdam y París el viernes 21 de agosto de 2015 ha subrayado la dificultad que enfrentan los servicios de inteligencia en el seguimiento de los numerosos potenciales militantes islámicos, dicen los expertos.
Los yihadistas pueden atentar fácilmente, y cuando ellos lo crean conveniente para sus intereses, en lugares públicos, grandes superficies comerciales, estadios deportivos, redes de metro y autobuses, entre otros sitios. El seguimiento de tantos yihadistas, sin precedentes en la historia europea, es un trabajo muy intensivo y costoso en recursos humanos y económicos, y no siempre exitoso. Se necesitan tres turnos con varias personas, equipos y vehículos para vigilar y seguir a cada yihadista conocido durante las 24 horas al día. Las agencias de Inteligencia no son lo suficientemente grandes ni tienen recursos ilimitados como para monitoreara cada yihadista dispuesto a asesinar “infieles”. Es imposible vigilar en todo el mundo y garantizar la vida de los ciudadanos, el bien más preciado del ser humano. [2]
Estamos inmersos en la Tercera Guerra Mundial, en diversos frentes y por partes, en los que uno de los contendientes –los yihadistas- vive entre sus enemigos (oocidentales), y estos ignoran o no quieren saber que son objetivos de aquellos. Esta Guerra Mundial es asimétrica en diversas zonas del planeta, como en Europa, China, Rusia, Australia, India y totalmente simétrica en Oriente Medio, Libia, Nigeria, Yemen, y con países que se arman nuclearmente, como Irán. El mismo Papa Francisco ha dicho que los actuales conflictos alrededor del mundo suponen ya una Tercera Guerra Mundial, combatida fragmentadamente [3]. Negar esta realidad es como negar la gravitación, sólo lleva al auto engaño, al buenismo y relativismo moral, y a la caída, y en absoluto frena los efectos del yihadismo, ni los de la gravitación, respectivamente.
El nihilismo islamista salafista-yihadista crece y se siente cada vez más fuerte, potente y atrevido ante la casi parálisis de Occidente.
Es un deber de las autoridades de los países amenazados de Occidente defender las vidas de sus conciudadanos y proteger sus bienes, por lo que ante una nueva situación bélica, de guerra asimétrica, es necesario responder con nuevas medidas, tanto militares, legales, policiales e ideológicas: combatir militarmente en los frentes yihadistas y vencerlos en Oriente Medio, así como impedir el enriquecimiento nuclear de Irán, todo lo contrario de lo que ha hecho B. Hussein Obama, el Presidente de los EEUU con su tratado, que los mulás y ayatolás infringirán cuando les convenga; fortalecer y apoyar a Israel, el baluarte democrático de la civilización judeocristiana en esa zona; declarar al salafismo como terrorismo; policialmente detener, expulsar a los salafistas, encarcelar a los imanes que predican el salafismo y la Yihad, y en caso necesario neutralizar a los yihadistas y terroristas; e ideológicamente, exigir a los líderes religiosos del Islam que viven en Occidente que repudien la violencia yihadista y la Yihad.
Es un deber de las autoridades de los países amenazados de Occidente defender las vidas de sus conciudadanos y proteger sus bienes, por lo que ante una nueva situación bélica, de guerra asimétrica, es necesario responder con nuevas medidas, tanto militares, legales, policiales e ideológicas: combatir militarmente en los frentes yihadistas y vencerlos en Oriente Medio, así como impedir el enriquecimiento nuclear de Irán, todo lo contrario de lo que ha hecho B. Hussein Obama, el Presidente de los EEUU con su tratado, que los mulás y ayatolás infringirán cuando les convenga; fortalecer y apoyar a Israel, el baluarte democrático de la civilización judeocristiana en esa zona; declarar al salafismo como terrorismo; policialmente detener, expulsar a los salafistas, encarcelar a los imanes que predican el salafismo y la Yihad, y en caso necesario neutralizar a los yihadistas y terroristas; e ideológicamente, exigir a los líderes religiosos del Islam que viven en Occidente que repudien la violencia yihadista y la Yihad.
Hasta la fecha, el Islam que se presenta como moderado no se reforma y continúa tercamente en la actitud y postura de no declarar al Estado Islámico como organización hereje del Islam, y afirma que las decapitaciones de sus yihadistas son “sólo desvíos del camino correcto”, como afirma la Universidad Al-Azhar, la más prestigiosa del mundo musulmán sunnita. [4].
Cuanto más se tarde en reaccionar será peor en todos los aspectos, en derramamiento de sangre, en la calidad de vida, y en lo económico.