Tú duermes y yo escribo
mientras la noche,
ajena a todo,
nos separa.
Verás amanecer entre los pinos
y encontrarás mis versos
esperando en silencio
tu mirada.
Los leerás lentamente,
con la quietud
tranquila y reposada
que otorga la distancia.
Verás que son
un fiel
reflejo de tus sueños
mis palabras veladas,
que existen
tan sólo
porque tú las dibujaste
al fondo de mi alma.
Y pasarán los años,
y luchará el olvido
por destruir
mi voz y tu añoranza.
Pero sé bien que tú
recordarás por siempre
lo que he escrito,
y yo jamás olvidaré tus sueños,
porque si hay un guerrero
que haya podido
derrotar al tiempo,
es la memoria de lo que se ama.