Cuando hube creído conocer la grandeza de la Idea
y hube imaginado brillar a lo divino en su esencia,
caí en cuenta de lo ridículo que era
separar a la humana naturaleza.
Yo, grotescamente, pensaba que teníamos que fermentar
el intelecto de la carne,
cuando, ciertamente, si hiciéramos tal hazaña,
de los dos no quedaría nada.
Y en medio de profusos delirios
grité al helado abismo,
-¿¡Oh, universo, acaso solo soy un loco de ti prisionero!?
Yo, que he perseguido durante años
la idiotez más grande que hube concebido,
al pensar que podría existir lo divino
separado de lo mundano.
¿Cómo, me pregunte un día, podrían surgir las ideas
sin los instintos primitivos
que mueven a nuestros huesos
en este mundo terreno?
¡No podríamos alcanzar ni una sola,
pues sin estímulos externos
la esencia no conocería el movimiento!
¡Pero el hombre no es más que una maquina
determinada por factores genéticos y ambientales
que forman un cumulo de ideas y reacciones,
que ingenuamente creen ser racionales!
¡Quitad esto, poned aquello!
¡Igual podríamos hacer con el ingenio,
ya en un frasco mamífero
o en alguno más o menos etéreo!
¡Mirad, a mi derecha brillan los refulgentes rayos
de la realidad,
y a mí izquierda, con elegancia,
yacen las ideas seduciendo a la eternidad!
El hombre comparte dos naturalezas
siendo una tanto racional,
como la otra es la de una bestia.
¡Y si así como arriba
es abajo,
cuanto más racional sea el intelecto
más bestial se nos asemejara!
¡Pues ciertamente nuestros ojos
no están amasados para contemplar
la indiferente naturaleza
de la eternidad!
y hube imaginado brillar a lo divino en su esencia,
caí en cuenta de lo ridículo que era
separar a la humana naturaleza.
Yo, grotescamente, pensaba que teníamos que fermentar
el intelecto de la carne,
cuando, ciertamente, si hiciéramos tal hazaña,
de los dos no quedaría nada.
Y en medio de profusos delirios
grité al helado abismo,
-¿¡Oh, universo, acaso solo soy un loco de ti prisionero!?
Yo, que he perseguido durante años
la idiotez más grande que hube concebido,
al pensar que podría existir lo divino
separado de lo mundano.
¿Cómo, me pregunte un día, podrían surgir las ideas
sin los instintos primitivos
que mueven a nuestros huesos
en este mundo terreno?
¡No podríamos alcanzar ni una sola,
pues sin estímulos externos
la esencia no conocería el movimiento!
¡Pero el hombre no es más que una maquina
determinada por factores genéticos y ambientales
que forman un cumulo de ideas y reacciones,
que ingenuamente creen ser racionales!
¡Quitad esto, poned aquello!
¡Igual podríamos hacer con el ingenio,
ya en un frasco mamífero
o en alguno más o menos etéreo!
¡Mirad, a mi derecha brillan los refulgentes rayos
de la realidad,
y a mí izquierda, con elegancia,
yacen las ideas seduciendo a la eternidad!
El hombre comparte dos naturalezas
siendo una tanto racional,
como la otra es la de una bestia.
¡Y si así como arriba
es abajo,
cuanto más racional sea el intelecto
más bestial se nos asemejara!
¡Pues ciertamente nuestros ojos
no están amasados para contemplar
la indiferente naturaleza
de la eternidad!