MÉXICO CIUDAD DE ÁGUILAS Y SERPIENTES

Dos reinos incompatibles conviven en este país: el de las aves sublimes surcando el cielo profundo y el de los pobres reptiles con aliento nauseabundo. Las primeras, son señoras del reino de las alturas; los segundos, sólo reptan en sus propias amarguras. Las aves muestran su gracia y ligereza, con sus plumas; los reptiles escamosos se ocultan entre las brumas de un terreno cenagoso. Cada cual tiene su sitio fijo en la naturaleza: el águila, en su realeza se eleva y toca las nubes, y la serpiente endereza, impotente, la cabeza y le pregunta: -¿Por qué subes?- Las aves pueblan los cielos y los aires, con su canto y sus bellos movimientos; los reptiles, entretanto, las miran con cierto espanto y con su nulo entendimiento. No tiene culpa el reptil de haber nacido en el fango ni existe culpa en las aves de poder alzarse tanto, recorrer grandes distancias y deleitar con su canto. ¿Cómo puede la serpiente conocer lo que es el vuelo? ¿Cómo puede hablar de alas? ni siquiera tiene patas y se arrastra por el suelo; si se acerca algún día al nido del águila majestuosa es sólo para, insidiosa, devorar a algún polluelo. Pero la serpiente envidia del águila su realeza y reniega de su torpeza cada vez que se tropieza con un tronco en su camino, jamás acepta su sino y segrega torva perfidia. Así, en un gesto insolente, se atreve a juzgar al ave, ¡pobre serpiente! no sabe de ese reino ni comprende lo que es andar por los aires en un vuelo raudo y leve. Cada cual tiene su sitio sabiamente establecido y debe, así, de conservarlo: el águila siempre vuela con gran maestría y elegancia. Los cielos son de las aves y sólo ellas los conocen y saben viajar por ellos; los reptiles sólo saben y conocen de los suelos por los que, obscuros, se arrastran, escamosos y siniestros, postrados sobre su panza y, como absurda venganza, acechan a los polluelos.
Imagen relacionada
la serpiente domina;y el águila sufre anemias al volar.

Entradas que pueden interesarte

Sin comentarios