MAPUCHES - El mensaje de Toro Sentado


“Habéis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo”. Son palabras que nosotros deberíamos tomar muy en cuenta y luchar porque en nuestra sociedad sintamos así cada uno de nuestros espacios naturales, creo que esta será la única manera en que les podamos ofrecer un futuro sano.

“Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia”. Sólo con recordar que cuando muramos nos convertiremos en polvo y así transformados regresaremos a la tierra, nos daremos cuenta de que tanto pertenecemos a la Tierra. En lo personal en buena parte respeto a los sitios naturales porque en ellos se encuentran esparcidas las cenizas de quienes nos precedieron, de personas que nos dieron vida, nos dieron historia, nos dieron identidad y que gracias a ellos somos lo que hoy. Y esas cenizas, ese polvo, también se esparcen entre el resto de los seres vivos. Por eso son nuestros hermanos, como bien afirma Toro Sentado.

“Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daréis a cualquier hermano”. ¿Damos nosotros el trato bondadoso a esa naturaleza que tanto nos da?

“El hombre blanco… trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras sí sólo un desierto”. Esto nos está ocurriendo, ya que en estos tiempos parece que lo único que importa es el dinero, como ya lo advertía Toro Sentado.

“No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el orzar de las alas de un insecto... ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? … Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cala del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos”.

“Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos… ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí… Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella.”





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