He puesto mi alma en venta
y, en la prensa de hoy,
puede verse el anuncio:
“Sin credo, sin servicio,
sin mancha original
y precio a convenir”.
Los primeros contactos
no han sido estimulantes,
me han llamado “marrano”,
“heresiarca”, “sacrílego”…
Y, en cuanto de la puja,
no es mucho lo que ofrecen:
un cerdo vietnamita,
tres o cuatro bitcoins
y un poco de hachis,
“porque, tío, ¡lo flipas!”…
Según los analistas,
hay exceso de oferta.
Sin conciencia del mar,
he puesto mi alma en venta.
Allá dará mi vida,
porque no es sino río,
como advirtió Manrique
en las Coplas al padre.
No sirven cachivaches.
Uno más de sus hijos,
me subiré a la barca
desnudo de equipaje,
como hiciera Machado.
No creo en dios alguno,
mi Bíblia es poesía,
la sola indefensión.