Alexei Romanov, padeció hemofilia y fue asesinado junto a su familia a los 13 años.
Para el nacimiento de Alexei fueron nombrados padrinos honorarios todos los soldados del imperio, pues estaba en desarrollo la guerra ruso-japonesa, que a la postre significaría una dura derrota para el zar en 1905.La delicada condición de salud del zarevich, sin embargo, fue ocultada por la monarquía al pueblo.
Las constantes enfermedades del heredero, además, fueron la puerta de entrada de Rasputín a la corte rusa. El curandero le aseguró a la zarina de que sanaría al pequeño. Fue así como el monje cimentó su influencia sobre los zares.
Tras vivir una infancia marcada por las enfermedades (una vez estuvo al borde de la muerte) y extremos cuidados (no podría cabalgar o andar en bicicleta), el heredero pareció manejar su enfermedad, pero llegó la crisis de la monarquía.
En un país destrozado por la Primera Guerra Mundial y altos niveles de pobreza, el colapso del sistema político con la monarquía a la cabeza, obligó el zar a dejar su trono. En un principio lo hizo en favor de su hijo, pero la juventud (12 años) y la condición de salud de Alexei, lo hizo dar pie atrás y abdicó sus derechos y los de su hijo, colocado fin a la dinastía Romanov.
La familia imperial fue detenida y después de que varios países desestimaron recibirlos como asilados, fueron trasladados a Siberia. Nicolás II y sus hijos pudieron escapar, pero mostrando la misma pasividad que tuvo cuando dirigió el país, no tomó ninguna medida especial ante la arremetida de los bolcheviques, quienes ofrecían su cabeza para calmar la ira del pueblo.
Al final, Lenin llegó al poder y la suerte de los ex monarcas quedó sellada. Alexei, el niño que supuestamente heredaría el torno del país más vasto del planeta, pasó sus últimos días en cama, inválido, producto de una caída agravada por la hemofilia. Fue ejecutado en las brazos de su padre, cuando tenía 13 años, junto a la zarina y a sus cuatro hermanas.