- Totalmente. La decisión está tomada.
- ¿Eres consciente de los retos a los que te enfrentas?
- Nunca antes he encarnado en ese planeta, de modo que no sé lo que significan realmente los conceptos de "miedo", "dolor", "soledad" o "tristeza".
Tal vez el que más me preocupa es el de "muerte"...
No alcanzo a comprender la idea de dejar de existir para siempre:
eso es imposible, pero los humanos creen que es así.
Sea como sea, mi alma desea "bajar" y experimentar todo eso, aportar mi luz y contribuir con mi ser al cambio de conciencia.
- Cuando estés allí abajo, limitado por el cuerpo físico y preguntándote qué haces en ese lugar, "comprenderás"... Desde este estado de conciencia ni siquiera puedes intuir lo que implica experimentar la densidad y la limitación.
- Asumo el reto...
- Entonces, si esa es tu voluntad, solo me queda desearte un feliz viaje por el mundo tridimensional y recordarte que estaremos contigo, desde esta dimensión, observándote y guiándote.
Si consigues abrir tu corazón lo suficiente, tarea que no es en absoluto sencilla, serás capaz de "escucharnos" y de percibir nuestras señales.
- ¿Y cuál es la mejor manera de abrir el corazón?
- Hacerle caso. Escuchar tu voz interna. Dejarte llevar y soltar la resistencia a que las cosas en la Tierra no sean como deseas... Aceptarte, en definitiva, tal y como eres.
Solo de esa forma podrás aceptar a los otros y honrar sus aprendizajes.
La paz y el amor que surgirán en ti como consecuencia de esa aceptación te pondrán automáticamente en "contacto" con nosotros.
- De acuerdo, lo tendré en cuenta.
- No, amigo mío... Lo olvidarás. Son las reglas. Tendrás que irlo recordando a medida que tu cuerpo físico, ya contaminado de juicios, apegos y creencias negativas, crezca y se haga adulto.
La luz de tu alma deberá emerger entre las tinieblas del temor, la desconfianza y la incomprensión.
Confía, amado nuestro: