Las visiones de Toro Sentado - Perdimos Nuestras Tierras, Pero Nunca Nuestra Almas

De niño, cuando en el colegio jugábamos a indios y americanos, yo invariablemente elegía ser sioux y nunca quería hacer de coronel de Fort Apache o de vaquero de Wichita. No sé si es por mi desaforada querencia por lo exótico, pero jamás transigí. Fui Toro Sentado, la mar de a gusto. Tengo galopado mucho en la frontera de EEUU y Canadá, con mi tomahawk de goma presto para la lucha cuerpo a cuerpo.

A los catorce años, su padre le regaló una macana. Dicho objeto tenía un significado especial para los nativos, ya que si el joven lograba golpear a un enemigo en batalla, le podría dar mucho prestigio. Tejón Saltarín tuvo esa oportunidad cuando enfrentó a un bando crow en su primer combate, y en la refriega logró apalear a un contrincante, por lo que su coraje quedó demostrado. El padre, henchido de orgullo, le renombró Sitting Bull o Toro Sentado Tatanka-Iyotanka en la ceremonia que ganó el estatus de guerrero. El apelativo hace alusión a la tozudez del animal cuando se encuentra sentado en sus ancas.
Era considerado un líder espiritual de los Dakota, y también fue elegido como jefe supremo de toda la nación sioux

“Antaño fuimos dichosos en nuestro país y pocas veces sufrimos hambre, pues bípedos y cuadrúpedos vivían como parientes y todo era abundancia tanto para ellos como para nosotros”, se lamenta.





Entradas que pueden interesarte

Sin comentarios