Ten Cuidado S «Ellos» están ahí

Ellos son inhumanos: todo lo saben, todo lo entienden, todo lo planifican y conocen con certeza todas las reacciones de sus actos. Jamás hay en las teorías de la conspiración lugar para el error, la duda, el fallo, la incompetencia: todos los participantes en ella saben lo que han de hacer, cuándo y cómo. Y lo ejecutan con robótica eficacia, sin que el atasco inoportuno, el despertador averiado, la linterna sin pilas o la cartera perdida se interpongan jamás en sus acciones. Cuando lo cierto es lo contrario: nunca debe achacarse a la maldad lo que la estupidez puede explicar... la única constante es el fallo; la única certeza es el error.


La conspiranoia es un dulce consuelo que sustituye a la religión, proporcionando un sentido al absurdo de la existencia. Achacando las catástrofes, los reveses de la fortuna, las maldades y los golpes del azar a una inteligencia maligna podemos al menos consolarnos en pensar que lo que ocurre es lógico y tiene un propósito, aunque sea malvado. Lo verdaderamente impensable es que las atrocidades sean tan sólo eso, sucedidos carentes de razón, aleatorias jugadas de una baraja que no obedece a regla alguna. Nuestro cerebro, diseñado por la evolución para extraer sentido (para crear leyes del caos), abomina del vacío lógico, en especial ante un enorme drama humano. ¿Cómo contemplar la muerte de un ser querido como un resultado del frío azar? De alguna manera retorcida culpar a alguien consuela a los supervivientes al convertir a las víctimas en héroes de una guerra no declarada; en mártires de una causa misteriosa pero vital. Si de paso podemos achacar nuestra mala suerte al enemigo de nuestra predilección no sólo aumentaremos nuestra estatura, al recrecer la suya, sino que le difamaremos, justificando así nuestro odio preexistente. El enemigo es poderoso, casi omnipotente, y me odia. La paranoia no es más que una forma de egotismo: vienen a por MÍ (luego soy una amenaza para un enemigo omnipotente). La conspiranoia así explica el universo, justifica nuestras manías y nos ensalza, proporcionando consuelo, razón y vanidad. ¿Extraña que sea irresistible?

Otras, como las facciones políticas o las sectas religiosas, viven en el gris entre lo público y lo secreto. Muchas cagadas de los gobiernos permanecen en o cerca de este limbo (Ustica). Luego están las misteriosas, de las que sólo se habla en susurros, literalmente el mismo universo ha sido creado específicamente para que nosotros podamos vivir en él; una conspiración cósmica...

La última característica del pensamiento conspiranoico es que sus razonamientos son irrefutables. Haciendo uso de un intuitivo conocimiento de la lógica, que dice que es imposible demostrar una negativa, y de un infinito depósito de explicaciones ad hoc, sospechosas ausencias de información y razonamientos de sentido común basados casi siempre en la ignorancia, es imposible convencer a un conspiranoico de que su teoría favorita carece de sentido. Cualquiera que desee dedicarse al ingrato oficio de desguazar conspiraciones haría bien en recordar que al quitarle su juguete a un convencido, estamos atacando su propio sentido de la importancia. En algunos casos, puede ser suficiente para provocar hasta reacciones violentas. Y si el propio universo es una conspiración: ¿qué mas da?Ten cuidado S










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