La carrera armamentista había alcanzado un nivel nunca antes visto, y cada país estaba dispuesto a arriesgarlo todo para obtener la ventaja en la batalla. Los laboratorios secretos estaban trabajando a toda velocidad para crear nuevas tecnologías, mientras que los militares realizaban simulaciones de guerra cada vez más realistas.
Fue entonces cuando los Estados Unidos, liderados por un presidente imprudente y beligerante, decidieron lanzar un ataque nuclear preventivo contra Corea del Norte. La respuesta del país asiático no se hizo esperar y pronto comenzaron a llover misiles sobre ciudades estadounidenses.
Rusia no se quedó atrás y, viendo la oportunidad de debilitar a su rival, lanzó un ataque contra las bases militares de la OTAN en Europa. China, por su parte, decidió que era el momento de tomar Taiwán y, de paso, enviar un mensaje a los Estados Unidos.
En medio de la conflagración mundial, Irán e Israel entraron en guerra abierta, utilizando sus arsenales nucleares para destruirse mutuamente.
La humanidad se encontraba al borde del abismo, y parecía que no había manera de detener la locura de la guerra. Los líderes mundiales habían perdido toda capacidad de controlar la situación y las armas que habían desarrollado con tanto empeño habían terminado por destruirlos a todos.
Los pocos sobrevivientes de la guerra se encontraron en un mundo desolado y radiactivo, donde la vida era casi imposible. Se dieron cuenta de que la sed de poder y la necesidad de control habían llevado a la humanidad a su propia extinción. Y se preguntaron si, en algún momento, habría una oportunidad de volver a empezar y construir un mundo más justo y pacífico.
Entradas
