La angustia y el miedo son inevitables ante esta situación. Las nubes extrañas pueden ser una advertencia desesperada, un presagio de la catástrofe que se avecina.
Es difícil no sentir una sensación de impotencia cuando se enfrenta a una eventualidad como esta. La fuerza de la naturaleza es inconmensurable y en una situación como esta, no hay mucho que se pueda hacer para evitar el desastre.
Esperamos que se tomen medidas de precaución y que se preste atención a los signos tempranos de un terremoto. Sin embargo, el miedo y la incertidumbre son inevitables cuando se trata de un desastre de esta magnitud.
Solo podemos esperar y informar.