Astoreth
En las sombras etéreas se alza Astoreth, un ser de misterio y fuego en su mirada, una esencia divina, eternamente celada, belleza enigmática, fascinante como el ocaso.
Sus cabellos de ébano ondean al viento, sus labios carmesí susurran versos secretos, y en su piel alabastrina, se revela el tormento, de un alma en penumbra, en busca de consuelo.
Astoreth, encantadora de almas perdidas, tu presencia embriaga y deja heridas, con cada paso, deja una estela de deseo, un rastro ardiente que enciende el universo entero.
Tus ojos, dos luceros en la oscuridad, destellos de pasión y sensualidad, atrapan corazones en su dulce prisión, mientras despiertas la llama de la tentación.
En tu danza nocturna, etérea y seductora, invocas emociones en la más profunda aurora, y en cada verso que brota de tu voz, se escuchan susurros de un amor feroz.
Astoreth, musa de los sueños y las pasiones, conviertes en fuego las más frías estaciones, despiertas en el alma el deseo más profundo, y en tus brazos, el éxtasis se hace fecundo.
Eres un enigma, Astoreth, un misterio sin fin, una llama ardiente que nunca dejará de vivir, y en el corazón de aquellos que te han amado, deja una marca imborrable, un legado entrelazado.
Astoreth, con tu magia y tu seducción, has conquistado mi alma, mi admiración, en tus versos encuentro mi refugio, y en tu esencia divina, mi amor se hace tributo.
Así te canto, Astoreth, con voz entrecortada, en este poema que nace de mi alma entregada, pues eres la musa que ilumina mi camino, mi eterna inspiración, mi anhelo divino.