LOS ORIGENES DEL MITO

Dom Agustin Calmet, escribió libros como El mundo de los fantasmas y un librito titulado Vampiros




Desde la antigüedad las leyendas de vampiros han estado presentes en todas las civilizaciones, Mesopotamia, Sumeria. En el antiguo Egipto se temía a un misterioso pájaro "bebedor de sangre" que representaba la reencarnación de algún ajusticiado injustamente reencarnado en esa forma para atacar durante las noches a los hijos de sus asesinos.
La explicación que la ciencia ofrece sobre el origen de los vampiros se localiza en las enfermedades con pérdida de sangre, que los antiguos atribuían a seres diabólicos que atacaban durante la noche en busca del alimento esencial para su supervivencia.
En la cultura clásica encontramos conductas similares a las de los vampiros. Criaturas con la parte superior de mujer y la inferior en forma de serpiente que atacan a sus víctimas mordiéndolas.
En la Odisea de Homero aparecen sombras que se nutren de la sangre de los sacrificios realizados en rituales.
Las leyendas de los pueblos eslavos están plagadas de vampiros, empezaron a creer que eran cuerpos incorruptos que no habían muerto del todo; los no muertos. Creían que la causa se debía a mordeduras de determinados animales, como escorpiones, o personas que habían sido excomulgadas, que no se iban a la otra vida en paz y su alma era oscura. Su presencia se hacía notar cuando, durante las noches, el ganado desaparecía de forma brutal y misteriosa. Para atacarlos y terminar con ellos definitivamente utilizaban una cruz como defensa y una estaca que clavaban en el corazón, aunque también pueden morir definitivamente con un buen exorcismo, quemados, arrancándoles la cabeza o el corazón.
La eclosión del vampirismo

La leyenda de los vampiros había ido desapareciendo de Europa, cuando en el siglo XVII el abad Dom Agustín Calmet, un erudito en arqueología y teología, a la vez que en los temas bíblicos publicó un librito titulado Vampiros de Hungría y los alrededores. Como se cuidó de incluir testimonios médicos sobre el desenterramiento de infinidad de cadáveres incorruptos en los países que formaban la región de Transilvania, creyó estar ante unos evidentes y reales casos de vampiros.
En el siglo XVIII se produce un auge en la creencia de los vampiros i les asocian las muertes sin resolver i las desapariciones. Muchos cuentos infantiles de terror se llenan de personajes que llegan volando en mitad de la noche para atacar a sus víctimas indefensas. Algunas investigaciones relacionan las presuntas muertes por vampirismo con una epidemia de rabia (hecho que explicaría la violencia de los afectados i la poca tolerancia a los olores fuertes como el ajo).
Incluso la inquisición se ocupa de ellos, declarándolos criaturas demoníacas (de aquí la creencia que retrocedían delante de la cruz). Ciertos sectores de la iglesia, unido a unos editores avispados, convirtieron la obra de Calmet en una lectura obligada en Europa. Se diría que contaban con el remedio para frenar el avance espectacular que vivía el protestantismo. Y es que el vampirismo resurgió con una fuerza inusitada. Voltaire llegó a escribir: ".No se oye hablar más que de vampiros entre 1730 y 1735; se les descubre en todas partes, se les tiende emboscadas, se les arranca el corazón, se les quema.". Pero el pensador francés llegó a más.
"Estos vampiros son cuerpos que salen de sus tumbas de noche para chupar la sangre de los vivos, en sus cuellos o estómagos, regresando después a sus cementerios".
Actualmente sabemos que ciertas capas arcillosas, lo mismo que otras clases de tierras, son capaces de mantener una temperatura cercana a los 0ºC, con lo que impiden que se corrompan los cadáveres.¿Cuántos muertos han sido considerados, al ser desenterrados, santos.o vampiros por el simple hecho de que sus cuerpos se mantuvieran intactos? Todo se basaba en que el cementerio se encontrara en uan región católica o en otra pagana.
Realidad Inquietante.
La sangre se ha unido a la juventud, lo mismo que las enfermedades. Los médicos babilónicos eran considerados "sangradores", debido a que recurrían a las sangrías para curar a sus pacientes, al creer que provocaban una regeneración del cuerpo al expulsar el mal.
La creencia de que la sangre daba la juventud daba pie a algunos de los crímenes más espantosos de la Humanidad cometidos por auténticos bebedores de sangre

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