La creencia en vampiros continua en Rumania




En una región de Rumania, vecina a la mítica Transilvania, persiste en pleno siglo XXI la costumbre ancestral de "matar" a los muertos, para asegurarse de que no trasmuten en vampiros y regresen a rondar a los vivos.Nada como las viejas recetas para conjurar a los strigoi, como los llaman los rumanos. Y en Oltenia, cuna del Conde Drácula y de su leyenda, están convencidos de su eficacia. Oltenia, también llamada Valaquia Menor, es una subregión de lo que fue el principado rumano de Valaquia, surgido hacia el final de la Edad Media y que existió hasta el siglo XIX. La novela del irlandés Bram Stoker, Conde Drácula, está parcialmente inspirada en un personaje real: Vlad III, el Empalador, príncipe de Valaquia en el siglo XV. Un reciente artículo del diario rumano Evenimentul Zilei, retrata los atavismos de los habitantes de Amărăştii de Sus, un pueblo pequeño y de apariencia tranquila pero ubicado en la planicie que detenta el récord de estas prácticas. "Yo no fui jamás acechada por los muertos porque les perforé el corazón a todos, y está bien así", dijo por ejemplo Dumitra, de 71 años (foto relacionada). Para esa faena, la mujer recurrió al auxilio de "intermediarios" más acostumbrados y con más sangre fría que ella. "En 2003, varios parroquianos del pueblo vecino de Celaru desenterraron un muerto porque sospechaban que se había convertido en un regresante (sic) y le arrancaron el corazón, lo quemaron y luego bebieron sus cenizas con agua", recuerda el diario. Por este rito siniestro, seis personas fueron procesadas y condenadas a prisión por profanación de sepultura y al pago de una indemnización en concepto de daño moral a la familia del presunto vampiro. Desde entonces, para curarse en salud -y evitar juicios-, los residentes de Amărăşti clavan preventivamente una pica en el corazón o el vientre de todos sus muertos, como lo hace Dumitra,  "

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