Sobre la ladera este del cerro San Bernardo, la que da al centro de la ciudad, hubo un derrumbe que alertó a varios vecinos. Algunas rocas y parte de la tierra quedaron en el camino interno sobre el que se produjo el desmembramiento. No se trató de un alud ni el material desprendido llegó a las casas ni a las calles que están al pie de la ladera, pero saber que un pedazo, aunque chico, se derrumbó hizo pensar a varios.
“Sentimos un ruido muy fuerte y pensamos que se trata de algún derrumbe, pero no hemos subido a ver”, contó a El Tribuno un vecino que pidió no ser identificado. Su casa está en la última hilera al pie de la ladera este, en el sector que es atravesado por el teleférico.
Al recorrer la zona, sobre un camino interno que permite llegar al primer depósito de Aguas del Norte, hay varias rocas que impiden el paso de cualquier vehículo. Se nota que están recién desprendidas de la zona alta. Al levantar la vista, en la pared que forma el cerro, un árbol seco y quemado en la base está quebrado. Sus ramas sin hojas llegan hasta el camino. Y en la ladera, la tierra y la roca viva se diferencian del resto del terreno que está cubierto del hollín dejado por los incendios del período de sequía.
Al continuar el recorrido por el mismo camino, unos 200 metros más arriba, hasta llegar al segundo tanque, no se observan más sectores con desprendimientos.
Una de las llamadas que llegaron a la redacción de El Tribuno indicaba que el derrumbe había sido en uno de los muros de contención que protegen los depósitos de agua (muros que fueron construidos hace cinco décadas y tienen hasta seis metros de altura). Sin embargo, esto no pudo ser comprobado.
“Sentimos un ruido muy fuerte y pensamos que se trata de algún derrumbe, pero no hemos subido a ver”, contó a El Tribuno un vecino que pidió no ser identificado. Su casa está en la última hilera al pie de la ladera este, en el sector que es atravesado por el teleférico.
Al recorrer la zona, sobre un camino interno que permite llegar al primer depósito de Aguas del Norte, hay varias rocas que impiden el paso de cualquier vehículo. Se nota que están recién desprendidas de la zona alta. Al levantar la vista, en la pared que forma el cerro, un árbol seco y quemado en la base está quebrado. Sus ramas sin hojas llegan hasta el camino. Y en la ladera, la tierra y la roca viva se diferencian del resto del terreno que está cubierto del hollín dejado por los incendios del período de sequía.
Al continuar el recorrido por el mismo camino, unos 200 metros más arriba, hasta llegar al segundo tanque, no se observan más sectores con desprendimientos.
Una de las llamadas que llegaron a la redacción de El Tribuno indicaba que el derrumbe había sido en uno de los muros de contención que protegen los depósitos de agua (muros que fueron construidos hace cinco décadas y tienen hasta seis metros de altura). Sin embargo, esto no pudo ser comprobado.
Zona de riesgo
El alerta entre los vecinos que llamaron a la redacción no es menor.
Desde el 18 de septiembre, cuando sopló con fiereza el viento Zonda y quemó gran parte de los cerros San Bernardo y 20 de Febrero, las laderas quedaron vulnerables a erosiones.
Los incendios arrasaron toda la vegetación, cuyas raíces son fundamentales para afirmar los suelos, en especial en sectores en pendientes como son las laderas de los cerros. Desde entonces, vecinos y autoridades de organismos de emergencias están en alerta siempre.
En noviembre se hicieron varias jornadas para reforestar el cerro, que hoy exhibe extensas manchas marrones donde la vegetación no existe.
En esta época de lluvias el peso del agua que va penetrando en la tierra y entre las rocas, puede provocar derrumbes. Eso es lo que suponen que podría haber sucedido en la cara que da hacia el centro de la ciudad. Entre miércoles y viernes hubo varias tormentas intensas.