LAS BASES DEL ESPACIO


CAPITULO VI
Las Bases en el Espacio

Se ha dicho, en la primera parte, que en ambos viajes —a la ida y a la vuelta de Ganímedes— hablan hecho escala en una base espacial. La primitiva posición de esa base, a juzgar por los datos obtenidos por mi amigo, se encontraba a poco más de diez millones de kilómetros de la Tierra; pero en la segunda visita, los cálculos por él efectuados, a partir del tiempo que emplearon en el regreso, arrojaban casi el doble de aquella distancia.

Esto, y las observaciones más cuidadosas que pudo efectuar en esa nueva oportunidad, lo convencieron de que la mencionada base no mantenía una posición fija, sino que variaba de lugar.

Ampliando sus observaciones con los datos que pudo obtener de los mismos tripulantes de las astronaves, había llegado a la conclusión de que aquel artefacto espacial no sólo cambiaba de posición, sino que, para ello poseía los medios necesarios, la fuerza y las fuentes de energía suficientes para mantenerse en el espacio indefinidamente, cambiando de lugar a voluntad de sus ocupantes, dentro de un plan establecido y coordinado con el funcionamiento de otras bases similares, repartidas en diferentes puntos de nuestro sistema planetario.

No se le dijo cuántas eran esas bases; pero no le negaron su existencia. Aún más. le informaron que obedecían a un sistema y que integraban una organización de servicio permanentes, que permitía a los habitantes de "Su Reino" conocer y mantener información constante acerca del desenvolvimiento evolutivo de toda la familia de astros integrantes de lo que nosotros llamamos nuestro sistema solar.

También se le manifestó que todo el conjunto formado por esas bases, aparte de facilitarles su comunicación con los diferentes mundos que lo integran. eran estaciones de control, de regulación y de abastecimiento, que permitían almacenar transitoriamente determinadas substancias, obtenidas de la naturaleza de algunos de los planetas de esta familia sideral.

Todo esto fue comprobado, más tarde, por Pepe. Recordaba en efecto, que en el viaje de ida, efectuado, como se dijo, en una máquina mucho más grande, vio introducir buen número de bultos, algo así como cilindros de metal bruñido y parecido al acero inoxidable, en un Amplio compartimiento, o depósito de carga, bajo la cabina central de la nave. Se ha dicho, ya, que entre las bases y el mundo ocupado por ellos, se emplea tipos de astronaves mucho mayores de las usadas para lo que podíamos llamar los viajes cortos. Mi amigo vio máquinas con capacidad para conducir más de 40 o 50 personas, y además apreciable cantidad de carga en compartimientos especiales.

En informaciones posteriores a su partida, me proporcionó mayores detalles al respecto.

Las bases espaciales de esa raza de superhombres tenían dimensiones suficientes para contener todo un completo equipo de maquinarías capaz de proporcionar formas de fuerza y energía requeridas por el mantenimiento, permanente, en el espacio, de un grupo de personas que pasaba en ellas determinados períodos de tiempo. Generalmente eran turnos renovables cada lapso comparable con nuestros meses (porque las medidas de tiempo en Ganímedes son diferentes a las nuestras, como ya se explicará más adelante). Durante esos turnos las distintas tripulaciones disfrutan de todas las comodidades iguales a las que tienen en sus propios hogares, pues viven en edificios acondicionados como se explicó en la primera parte, en los que dentro de espacios, en verdad más reducidos, poseen todo el confort necesario para no hacer tediosa la misión en tales sitios.

Casi todo el trabajo allá es en recintos interiores. Sólo cuando se trata de efectuar o recibir viajes, requieren de sus escafandras para actuar al exterior. Y la labor desarrollada por ellos, en su mayor parte, es de control y supervisión de los equipos y maquinarias. Todo funciona automáticamente, y las fuerzas empleadas en todo el complejo conjunto de aquellos mecanismos, proviene de fuentes de energía termonuclear, combinadas con otras, como ya se dijo, en la que intervienen el dominio y aprovechamiento de los rayos gamma, cósmicos, fotones o corpúsculos de luz, iones, vibraciones sonoras y radiantes de varios tipos y todo un sistema mucho más avanzado que el nuestro para el aprovechamiento integral de protones, neutrones y electrones, además de nuevos corpúsculos atómicos desconocidos por nosotros...

Pepe me advirtió que muchos de estos aspectos científicos no pudo conocerlos en detalle, porque en esa primera etapa de contacto con la civilización de Ganímedes no se le dieron sino informaciones muy escuetas. Comprendía que deseaban mantener en reserva muchos de los secretos de sus conquistas y de su adelanto, hasta que él se estableciera, definitivamente, entre ellos; pero que le habían prometido enseñarle todo, una vez que estuviese formando parte de su mundo...

Sin embargo, con lo observado en ese lapso, hay abundante material de estudio y de comparación para los sabios de nuestra Tierra.

Por ejemplo, se ha dicho ya que, en lo referente a las energías de tipo atómico y termonuclear, en la fisión o fusión de los átomos, han alcanzado niveles tan superiores a los nuestros que las fuerzas emanadas de ambas fuentes son utilizadas amplia y permanentemente en todas las actividades de la vida diaria de ese mundo, y en todos los centros pertenecientes a esa raza, como en sus astronaves y bases espaciales. Han logrado dominar y controlar a voluntad cuanto se relaciona con esas fuerzas, tanto en sus aspectos positivos cuanto negativos.

Los problemas de su producción, control y aprovechamiento fueron resueltos desde los tiempos remotos a que se refieren las más antiguas alusiones que la historia de nuestra humanidad conserva sobre ellos. En el correr de los siglos perfeccionaron métodos y sistemas que les permitieron encadenar bajo sus manos aquella fuente universal de energía, convirtiendo la gigantesca fuerza de las estrellas en un dócil y obediente esclavo de su civilización, como si hubieran querido imitar, en la realidad, el fantástico y simbólico cuento de "Las Mil y Una Noches" que nos habla del Genio encerrado en la lámpara de Aladino...

Ya se ha dicho que la radioactividad ha sido controlada y aprovechada por ellos en variadas formas. Poseen un material, metal, aleación, o lo que sea, que no sólo impide el paso de las radiaciones, sino que las anula por completo. Delgadas láminas de dicho material bastan para neutralizarlas, y de tal suerte están protegidos todos los núcleos productores de fuerza y cuanto artefacto, mecanismo o ambiente sea menester aislar. Además, el mencionado material es relativamente liviano y muy versátil. Abunda en todas las instalaciones y aún en los accesorios o implementos de trabajo exterior, entra en la confección de los sistemas protectores, cuando éstos, en alguna forma, puedan estar expuestos a recibir la más mínima proporción radiactiva.

Si a todo esto añadimos que, en los miles de años durante los cuales aprovechan estas fuerzas, llegaron a descubrir medios y métodos aún no imaginados en la Tierra, no nos extrañaría saber que, también obtienen los mismos resultados y mejores en toda la línea de producción, con materia prima diferente. Ellos no necesitan ya de los primitivos sistemas a base de uranio o del plutonio. Utilizan varios elementos mucho más comentes y tan abundantes en la corteza de la mayoría de los astros que nos rodean, que se puede decir qui. son inagotables y baratísimos.

Tal vez los cargamentos como los que viera Pepe trasladar en la astronave que lo condujo a Ganímedes, tengan algo que ver con ésto... Y si tenemos en cuenta, igualmente, que han llegado a dominar todas las limitaciones térmicas, y a reducir al mínimo los espacios requeridos para la producción y transformación de esos tipos de energía, podremos comprender mejor los prodigiosos coeficientes alcanzados por sus naves interplanetarias y sus bases espaciales. Recordemos, en pequeño, el gran adelanto que entre nosotros ha representado, en electrónica, el descubrimiento y utilización de los transistores, en reemplazo de los anticuados y morosos tubos de vacío.

Otro de los detalles que llamó poderosamente la atención de Pepe, en la base, en los vehículos y, después, en la ciudad que conociera, fue el del sistema de iluminación. Ya dijimos en la primera parte cómo se sorprendió al no descubrir, en lugar alguno. interior o exterior, nada que pudiese parecerse a determinada forma de alumbrado, como nosotros lo entendemos o utilizamos.

Cuando se acercaba, en el viaje de ida, a la estación espacial, de lejos había tenido la impresión de ver una estructura metálica esferoidal brillando fuertemente en medio de la tiniebla sideral. Sin embargo, cuando llegaron, pudo comprobar que se trataba de una gigantesca plataforma, de varios pisos, en la que estaban distribuidos equilibradamente los diversos compartimentos a que antes nos hemos referido. Lo que daba la sensación de esfera eran unos arcos ligeros vibrátiles, de material o substancia que no pudo precisar. aparentemente no sólidos; pero que limitaban en todo el contorno de la base, o mejor dicho, en todo su perímetro, una zona de luz azulada, suave a la retina pero lo suficientemente intensa como para mantener perfectamente iluminados los más apartados rincones de tan gigantesco artefacto espacial. Y la misma luz estaba presente en todos los recintos interiores.

Cuando inquirió al respecto, la información que le dieron fue parca y condicionada a una posterior enseñanza en su futura permanencia en "el Reino". No obstante, pudo comprender lo siguiente: El espacio interplanetario no está absolutamente vacío, la nada no existe en el Universo.

Aún los ilimitados espacios que separan las constelaciones, las galaxias, las nebulosas; todos esos millones de millones de millones de kilómetros que median entre unas y otras, aparentemente vacíos, contienen, aparte de polvo cósmico imperceptible, aparte de los distintos rayos invisibles que parten de los incontables mundos que los pueblan, en medio de todo ese páramo solitario de distancias astronómicas, una substancia tan sutil, tan imponderable, que no ha podido ser ni calculada por nuestros astrónomos: Llamémosla "substancia matriz universal" o "materia primigenia".

Si tal "substancia" es también, susceptible de estar formada por partículas tan infinitamente microscópicas que no puedan evidenciarse por ningún instrumento, pero que, no obstante, sirvan de medio comunicante para todas las formas ondulatorias o vibrátiles de la Vida o la Energía, el fenómeno de un tipo de iluminación como el que nos ocupa, sólo se reduce a encontrar los elementos y los medios para poder ionizar con energía fotónica las susodichas partículas...

Antes de terminar esta reseña sobre la red de bases mantenidas en el espacio por esa raza de superhombres, conviene referimos a otro aspecto interesante: el método de construcción y traslado de las mismas. En la Tierra se estudia, ya, la posibilidad de establecer estaciones o bases espaciales. Todavía no se calcula que puedan ser tan grandes como para servir de asiento a una tripulación permanente y numerosa, y para asegurar perfectas condiciones de servicio autoabastecido en largos períodos de tiempo, con garantía de permanencia indefinida y potencialidad suficiente para recorrer todos los espacios interplanetarios a voluntad de sus tripulantes. No creo que se haya imaginado todavía planes de tal magnitud.

A juzgar por los ensayos y estudios actuales, esas posibles bases serían reducidas a los alcances de nuestra técnica espacial actual, y dentro de sistemas conocidos de propulsión y mantenimiento, similares a los empleados en los viajes lunares. Además, tendrían que ser construidas en el espacio, mediante el acoplamiento de estructuras parciales, conducidas por los mismos medios de que hoy nos valemos para enviar a la Luna los módulos y equipos transportados, que no pueden sobrepasar determinados límites en tamaño y peso, porque seguimos siendo frenados por los problemas ya enunciados antes.

En cambio, los de Ganímedes pueden construir, tranquilamente sus gigantescas bases espaciales en los mismos talleres, o usinas, sobre la superficie de su astro, a suelo firme, con todo el tiempo y seguridad necesarios para garantizar el acabado perfecto de todas sus partes. Luego. por sus propios medios de propulsión y conducidas directamente por sus propias tripulaciones, son sometidas a ensayos previos de ascenso, maniobra y descenso, antes de enviarlas, definitivamente, al lugar de su destino.

Debemos tener en cuenta que, por lo ya explicado con respecto a materia-les, potencialidad, fuerzas propulsoras y demás detalles anotados anteriormente, se encuentran en situación sumamente ventajosa para poder superar, con creces, la velocidad de escape de su astro que, siendo la mitad de masa que la Tierra, es enormemente inferior a los 11,2 kilómetros por segundo que, en nuestro mundo tenemos que vencer para poder alejarnos de la gravedad del planeta ...

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