A RAZON DE TI



De en medio de la obscuridad, 
emerge tu sombra sigilosa, 
brillante y única como destellos de plata,
son tus ojos, 
aquellos acostumbrados a andar en libertad bajo la penumbra, 
que vivaces se encienden exigiendo atención, 
y yo ahí, sentado, petrificado por las causas malditas con que anudo mis placeres, 
oculto entre los árboles y los fantasmas que la habitan,
timido y cauteloso para no herirte con mis caricias atrevidas,
en sigilo, como si a la caza de un unicornio anduviese, 
observándote distante sin ser partícipe de tu vida,
aguardando frente a tu cama cada noche, 
en medio de tus sueños en forma de ave discreta.

Mas sin embargo, mientras tú brillo se eleva etéreo en mi cielo, 
yo observo en mí, que mis ojos pierden facultades,
perdiendo la visión en medio de la obscuridad fría de la noche, 
nublando en inconsciencia mi conciencia, 
simulando sombras en medio de las sombras, 
que me hacen temer que soy aguardado por los místicos anhelos de un demonio cautivo. 
Y, mientras sigo esta caza maldita, me doy cuenta que la vida se me escapa inmediata, 
pregonando al cielo y rasgando mis prendas de vestir exterior, 
y ante esto me cuestiono hoy dia: 
¿A razón de cual sacrificio?, 
¿A razón de cual anhelo?, 
¿A razón de cual de todas mis vidas?

Platicando entre murmullos con el guardián de la noche,
Enredado en un cumulo de lamentos que me acosan, 
me confesó que muerte es lo que habita mi mismo
y que pronto un deceso mío habrá de sucederme, 
y sigo sin decidir que parte de mí quiere morir por mi causa, 
si ya me siento muerto por una perdida que asimilar no puedo. 
En esas charlas nocturnas de verdades inconclusas, 
mientras mis ojos me dibujan las siluetas de demonios que me asechan, 
descubro cada vez mas de mi y cada vez menos de ti, 
porque sigo dándome cuenta que no te conozco 
y es por eso, mi hermosa rosa negra, que te amo apasionadamente, 
porque cada día que paso de no conocerte me enamoro mas de ti.
Y qué puedo decirte, mi bella sombra,
si quiero morir prisionero de tu alma, 
encarcelado a tus labios, purgando una condena de besos,
amarrado a tu cama, resguardando tus sueños, 
besando el aire que respiras mientras en inconsciencia duermes, 
peinando tus penas y enjuagando tus lagrimas 
y no porque intente ser el guardián que te proteja infinito, 
sino porque quiero, aun sin tu saberlo, hacer algo que te exprese este amor que tengo.

Qué curioso y lastimero resulta mi nuevo vicio, 
cuando una gota derramo a cada hora sin estar en medio de llanto, 
inconsciente y sin causa que alimente la razón maldita,
como si un ramillete de lágrimas fueran el regalo perfecto para ti, hermosa dama. 
Pero te tengo guardadas las más hermosas flores, 
tejidas por propia mano de cada sueño que maquino en mi mente,
sus pétalos son blancos con tinturas rojizas,
que emulan, con sus tonos, la sangre derramada al desgarrar mis labios por implorar tu nombre 
un ramillete de lágrimas de amor por ti, 
2 docenas por cada día de amarte, 
un centenar por cada ciclo de dolor que sucumbe mi pecho.
Y sigo preguntándome: 
¿A razón de que?, 
y las respuestas no aparecen, 
simplemente yo se que la vida me da la razón y sustenta mi razón implícita, 
y que por cada día que pasa esto que crece en mi se hace mas solido cada vez. 
¿A razón de que? 
La respuesta se vuelve simple y emerge de las sombras como tu silueta atrevida, 
simplemente… A razón de ti.

Entradas que pueden interesarte

Sin comentarios