Atacó de inmediato sus partes sensibles
Masticando el furor de una mirada.
Volvió a citarse en visuales infelices
Entre oscuros tablados y hondonadas.
Escalpelo mutante al acecho, satinando
el pelaje de las bestias, descendió en sus osares.
Salpicó el maldito semblante, y cual ganado,
Por detrás de la cerca, de urgentes bramantes.
Unos pocos treparon sus muros ausentes,
En la noche con miedo, profanados de muerte.
De vahos y orines, corrieron, cual rumiantes
Ojos secos que no olvidan, la oscuridad en su mente.
Nadie escucha gritos ciegos.
Nadie ve ruidos sedientos.
Viandante nocturno y desnudo.
De alma y sangre, trampa y viento.