Obertura tenebrosa que mece el silencio,
flashes puntuales que cada año
hipnotizan los sentidos.
Intermitentes desfilan acordes espectrales,
hemorragia siseada y repentina;
mecánica de paralelos
y avatares infinitos.
Tormenta de vinilo y diamante,
Melancolía que muerde;
cala su saliva etérea
de escalofrío mi nuca.
Ritmo magnético acompasa
el ronquido de un reloj al suspirar
sobre el torso de un hombre
con eterno perfil de niño.
Desde los pasadizos mas enterrados
de mi recuerdo
retornan las imágenes mas nítidas
a mi memoria.
Al abrigo de la luz de su antorcha
redoblan como tambores,
en trance de procesión:
susurro a mis oídos,
que refresca la caverna
de un espíritu herido,
-y entre los argentados y vernáculos
diales de la noche-
...de un corazón que hiberna.