
Y explotó frente a tus ojos
la idea de ir al mundo
surcando los cielos
con las alas grises que cubren tus hombros.
Dejaste atrás la ciudad,
esa bestia de dientes filudos.
Dejaste de sentir el peso de la ansiedad
para escuchar tu corazón latir.
Olvidaste el tráfico
y retumbó el sonido de los ríos fluir.
Ahora estás junto a las estrellas,
las mismas que alumbran mis noches,
las que me tratan de guiar en el camino desolado
para llegar al sereno puerto de tus brazos.
Te fuiste volando de la ciudad para sonreír,
para peregrinar con tus sueños,
comprendiendo que el camino nos enseña más que el destino.
Partiste y se me partió el alma,
pero escuchar tu risa en el viento
sana todas las heridas que abrió el silencio.
