Anticipándose al gran evento de la nueva llegada de Nibiru, el planeta de los dioses, los sacerdotes de Nínive y Babilonia, que observaban los cielos, empezaron a tomar nota de los fenómenos celestes y a interpretar sus augurios.
Los fenómenos eran documentados con meticulosidad y los reyes eran debidamente informados. Los arqueólogos han encontrado tablillas con aquellos documentos y reportes en los restos de bibliotecas reales y templos, con textos relativos al tema o al planeta que estaban observando.
Hay una colección de setenta tablillas, titulada “Enuma Anu Enlil”, que informa de observaciones de planetas, estrellas y constelaciones, clasificadas de acuerdo a los caminos celestiales de Anu y de Enlil, y que abarcan los cielos en el hemisferio Norte, desde el paralelo 30º. Inicialmente los arqueólogos interpretaron estas observaciones comparando los fenómenos relatados con datos astronómicos de los tiempos sumerios. Aunque escritos en acadio, el lenguaje de Babilonia y Asiria, los textos empleaban terminología y matemáticas sumerias y a veces incluían alguna nota del escriba diciendo que habían sido traducidos de tablillas sumerias anteriores. Estas tablillas sirvieron como manuales de astronomía, explicando, en base a experiencias pasadas, cuál era el augurio basado en un fenómeno, tal como por ejemplo: “cuando la Luna no es vista según lo calculado, habrá una invasión de una poderosa ciudad”; ”cuando un cometa alcanza el recorrido del Sol, disminuirán los flujos del campo y por dos veces habrá tumulto”; “cuando Júpiter y Venus van juntos, las oraciones de la tierra alcanzarán a los dioses”.
Con el transcurso del tiempo se incrementaron los informes de observaciones, acompañados por los propios augurios de los sacerdotes: ‘Por la noche Saturno se acerca a la Luna. Saturno es un planeta del Sol. Este es el significado: Es favorable al rey’. Un cambio notable era la especial atención que se prestaba a los eclipses. Por ejemplo, una tablilla, que se encuentra en el Museo Británico, y que lista columnas numéricas similares a las de un computador, servía para predecir eclipses lunares con cincuenta años de anticipación. Estudios actuales han concluido que el cambio a una nueva astronomía tuvo lugar en el siglo VIII a.C. cuando, después de un período de caos y desórdenes en Babilonia y Asiria, los destinos de ambos reinos se entregaron a Tiglath-Pileser III (745–727 a.C.), en Asiria, y Nabunassar (747-734 a.C.) en Babilonia.
Nabunassar, protegido del dios Nabu, fue aclamado como un innovador, incluida el área de la astronomía. Una de sus primeras acciones fue reparar y restaurar el templo de Shamash en Sippar, el centro de culto del dios Sol en la antigua Sumer. Además construyó un nuevo observatorio en Babilonia, actualizó el calendario, heredado de Nippur, e instituyó el registro diario de los fenómenos celestes y sus significados. Gracias a estas medidas tenemos información de una gran riqueza de datos astronómicos que explican los eventos que siguieron. Tiglath-Pileser III fue también activo y sus anales describen constantes campañas militares y la ocupación de ciudades, ejecuciones brutales de los reyes y la nobleza de los territorios ocupados, y exilios masivos de su población. Su papel, y el de sus sucesores Shalmaneser V y Sargón II, en la ocupación de Israel y el exilio de las diez Tribus Perdidas, así como los intentos de Sennacherib por conquistar Jerusalén, son suficientemente conocidos.
El siguiente rey asirio, Esarhaddon (680–669 a.C.), anunció que ‘tanto Ashur como Marduk me dieron sabiduría’, actuaba en nombre de Marduk y Nabu, e inició la reconstrucción del templo Esagil, en Babilonia. En los libros de historia, Esarhaddon es recordado principalmente por su exitosa invasión de Egipto (675–669 a.C.). El objetivo de la invasión parece que era detener los intentos egipcios por ‘entrometerse en Canaán’ y dominar Jerusalén. Digna de atención fue la ruta que escogió: en vez de ir por el camino más corto, hacia el sudoeste, hizo un rodeo considerable y fue hacia el norte, a Harán. Ahí, en el viejo templo del dios Sin, Esarhaddon buscó la bendición del dios para embarcarse en su conquista; y Sin, asesorado por su personal y acompañado de Nusku (el Mensajero Divino de los dioses), dio su aprobación. Entonces Esarhaddon se dirigió hacia el sur, pasando a través de las tierras del Mediterráneo oriental hasta alcanzar Egipto.
Aunque Esarhaddon estaba ocupado en asuntos de geopolítica, no descuidó los temas astronómicos de aquellos tiempos. Con la guía de los dioses Shamash y Adad, erigió en Ashur (la ciudad centro de culto de Asiria) una ‘Casa de Sabiduría, que era un observatorio, y representó en sus monumentos el sistema solar con doce planetas, incluido Nibiru. Para entrar en el recinto sagrado había una puerta monumental, construida, de acuerdo a los dibujos de un sello cilíndrico, para emular lagran puerta de Anu, en Nibiru. Todos estos movimientos político-religiosos sugieren que los asirios se aseguraron de ganarse el favor de los dioses. Y así, por el siglo VII a.C. Asiria estuvo preparada para el anticipado retorno del planeta de los dioses.
Textos descubiertos revelan los augurios de un tiempo idílico: “Cuando Nibiru culmine… Las tierras serán habitadas de forma segura; los reyes hostiles estarán en paz; los dioses recibirán oraciones y escucharán súplicas. Cuando el Planeta del Trono del Cielo crezca en su brillo, habrá lluvias e inundaciones. Cuando Nibiru alcance su perigeo, los dioses darán paz. Los problemas serán resueltos, las complicaciones serán desenredadas”. La previsión era que un planeta reaparecería, se elevaría en los cielos, crecería en brillantez, y en su perigeo, al cruce entre Marte y Júpiter, sería NIBIRU, el “Planeta del Cruce”. Y como indicaban los textos, con el retorno del planeta se esperaba una repetición de las previas visitas de Anu a la Tierra. Estaba ahora en manos de los astrónomos observar los cielos en espera de esta aparición planetaria. Pero, ¿cómo reconocerían el planeta mientras aún estuviera a considerable distancia en los cielos?
El siguiente rey asirio, Asurbanipal (668-639 a.C.), encontró la solución. Los historiadores consideran que Asurbanipal fue el más erudito de los reyes asirios, porque había aprendido otros idiomas además del acadio, incluyendo el sumerio, e incluso pudo leer ‘textos de antes del Diluvio’. También afirmaba que ‘aprendió los signos secretos del Cielo y la Tierra… y estudió los cielos con los maestros de la adivinación’. Algunos arqueólogos lo consideran como el primer arqueólogo, porque coleccionó de manera sistemática las tablillas de sitios como Nippur, Uruk y Sippar, en lo que fue Sumer. También envió equipos especializados a buscar y ordenar tablillas de las capitales asirias conquistadas. Las tablillas terminaron en una famosa biblioteca donde equipos de escribas las estudiaron, tradujeron, y copiaron. Un visitante del Museo del Antiguo Próximo Oriente, en Estambul, puede observar una muestra de tales tablillas, cuidadosamente ordenadas en sus estantes originales, con cada estante encabezado por una ‘tablilla catálogo’ que lista todos los textos en cada estante.
Aunque las tablillas cubrían un amplio rango de temas, queda claro que se prestó especial atención a la información celestial. Entre los textos puramente astronómicos había tablillas que pertenecían a una serie titulada ‘El Día de Bel’, que significa “el Día del Señor”. Además, relatos épicos e historias sobre las idas y venidas de los dioses fueron señaladas como importantes, en especial si arrojaban luz sobre los pasos del planeta Nibiru por las cercanías de la Tierra. El “Enuma Elish”, o “la Epopeya de la Creación”, que relata cómo un planeta invasor se unió al sistema solar para convertirse en Nibiru, fue copiado y traducido varias veces. Y también había escritos que trataban del Diluvio, tales como la Epopeya Atra-Hasis y laEpopeya de Gilgamesh. Aunque todas ellas forman parte del conocimiento acumulado en una biblioteca real, también tratan de las apariciones de Nibiru en el pasado y de su próxima aproximación.
Entre los textos astronómicos traducidos y estudiados, había directrices para observar la llegada de Nibiru y para reconocerlo en su aparición. Un texto babilónico que retuvo la terminología sumeria original señala: “Planeta del dios Marduk, sobre su aparición SHUL.PA.E; elevándose treinta grados, SAG.ME.NIG; cuando se detiene en el medio del cielo: NIBIRU”. Aunque el primer planeta mencionado (SHUL.PA.E) se considera que es Júpiter, aunque también podría ser Saturno, el siguiente nombre (SAG.ME.NIG) podría ser una variante para Júpiter, pero es considerado por algunos investigadores como Mercurio. Los datos astronómicos que han sido encontrados atrajeron, ya en el siglo XIX y comienzos del XX, la atención de los investigadores, que combinaron la asiriología con los conocimientos astronómicos.
Su trabajo era complicado por el hecho de que cualquier cuerpo celeste, incluyendo planetas, estrellas fijas y constelaciones, podían tener más de un nombre. Todos asumieron que los sumerios y otros pueblos antiguos no tenían modo de saber, a simple vista, sobre los planetas más allá de Saturno. El resultado fue que siempre que un planeta era mencionado de forma diferente a los nombres aceptados para los siete planetas conocidos; Sol, Luna, Mercurio, Venus. Marte, Júpiter, Saturno, se pensó que se trataba sólo de otro nombre para alguno de éstos. La víctima principal de esta errónea interpretación fue Nibiru, por lo que se asumió que se trataba de otro nombre para Júpiter, Marte o Mercurio. Increíblemente, la moderna astronomía siguen basando su trabajo en esos siete planetas conocidos, a pesar de la extensa evidencia en el Enuma Elish de que los sumerios conocían la verdadera forma y composición de nuestro sistema solar, partiendo de los planetas exteriores, o de la representación en el sello cilíndrico VA243, en el Museo de Berlín, hace más de 4500 años, del completo sistema solar de doce miembros, con el Sol al centro, o el dibujo de doce símbolos planetarios sobre monumentos asirios y babilónicos, etc.
Un texto similar de Nippur, que tradujo los nombres planetarios sumerios como UMUN.PA.UD.DU y SAG.ME.GAR, sugiere que la llegada de Nibiru será anunciada por el planeta Saturno y, después de elevarse 30 grados, estará cerca de Júpiter. Otros textos, como una tablilla conocida como K.3124, señala que después de pasar SHUL.PA.E y SAG.ME.GAR, que parece se trata de Saturno y Júpiter, el ‘Planeta Marduk entrará al Sol (alcanzará el perigeo, lo más cercano al Sol) y se convertirá en Nibiru’. Otros textos ofrecen claves más claras en relación a la ruta de Nibiru, así como a su reaparición: “Desde la estación de Júpiter, el planeta pasa hacia el oeste. Desde la estación de Júpiter el planeta aumenta su brillo, y en el zodíaco de Cancer se convierte en Nibiru. El gran planeta: en su aparición: rojo oscuro. El cielo él divide en mitades mientras permanece en el Cruce (entre Marte y Júpiter)”.
Tomados en su conjunto, los textos astronómicos del tiempo de Asurbanipal describieron una aparición planetaria desde los límites del sistema solar, elevándose y llegando a ser visible cuando alcanzase Júpiter (o incluso Saturno), y después girando hacia abajo en la eclíptica. En su perigeo, cuando esté más cerca del Sol (y por tanto a la Tierra), el planeta, en el Cruce (entre Marte y Júpiter), se convierte en Nibiru ‘en el zodíaco de Cáncer.’ Esto pudo suceder sólo cuando la salida del Sol del Equinoccio de Primavera tuvo lugar en la Era del Carnero, durante la era zodiacal de Aries. Tales claves en relación a la ruta orbital del Señor Celestial y su reaparición, empleando las constelaciones como un mapa celeste, se hallan también en pasajes bíblicos, revelando de ese modo un conocimiento que debió haber sido general. Tal como predijo el Profeta Habacuc: ‘En Júpiter será vista su faz, … El Señor vendrá desde el sur… su esplendoroso brillo será como un haz de luz’. Y según “el Libro de Job”: ‘Él solo se extiende por los cielos y pisotea la mayor profundidad; llega a la Osa Mayor, Sirio y Orión, y las constelaciones del sur’. También el profeta Amós previó la llegada del Señor Celestial ‘sonriendo su faz sobre Tauro y Aries, desde Tauro a Sagitario irá’.
Estos textos describen un planeta que dibuja un arco en la parte más elevada del cielo y, orbitando en el sentido de las agujas del reloj, llega desde las constelaciones del sur. Es una trayectoria con cierta similitud a la del cometa Halley. Una información clave, durante el reinado de Asurbanipal, fue la meticulosa traducción al acadio de descripciones sumerias de las ceremonias realizadas durante la anterior visita de Anu y Antu, se supone que alrededor del 4000 a.C. Los textos que tratan de su estancia en Uruk describen cómo, al atardecer, se situaba en la parte más elevada de una torre para observar y anunciar la aparición sucesiva de los planetas, hasta que el ‘Planeta del Gran Anu del Cielo’ se dejaba ver y todos los dioses reunidos para dar la bienvenida a la pareja divina recitaban ‘a aquel cuyo brillo crece, el planeta celestial del dios Anu’y cantaban el himno ‘La imagen del Creador se ha levantado’. Luego los textos describen los alimentos ceremoniales, el retiro a las cámaras nocturnas, las procesiones del día siguiente, etc.
De ello puede deducirse que Asurbanipal estaba comprometido en coleccionar, recopilar, traducir y estudiar todos los textos antiguos que pudiera obtener. Los objetivos eran: aportar guía a los sacerdotes-astrónomos para detectar, lo antes posible, el retorno de Nibiru, e informar a rey sobre los procedimientos a seguir. El hecho de que al planeta lo llamasen ‘Planeta del Trono Celestial’ constituye una clave importante para conocer las intenciones reales. También lo eran las representaciones en los muros de palacio, en magníficos relieves, de reyes asirios saludando al dios en el Disco Alado, mientras se mantenía sobre el Árbol de la Vida. Era importante estar informado de la aparición del planeta tan pronto como fuera posible para ser capaces de preparar una recepción apropiada para la legada del gran dios Anu, y ser bendecidos con la inmortalidad. Pero esto no iba a suceder.
Después de la muerte de Asurbanipal surgieron rebeliones por todo el imperio asirio. Los reinos de sus hijos en Egipto, Babilonia y Elam se desintegraron. Desde los límites del imperio asirio aparecieron ‘hordas’ desde el norte y los Medos desde el este. Por todas partes los reyes locales tomaron el control y declararon su independencia. De particular importancia, para los hechos futuros, fue la escisión de Babilonia de su unión con Asiria. Como parte del festival de Año Nuevo, en 626 a.C., un general babilonio cuyo nombre, Nabupolassar (‘Nabu protege sus hijos’), implicaba que fuese hijo del dios Nabu, fue entronizado como rey de una Babilonia independiente. Una tablilla describió así el comienzo de su investidura: ‘Los príncipes de la tierra fueron congregados; bendijeron a Nabupolassar; abriendo sus puños, lo declararon soberano; Marduk en la asamblea de los dioses otorgó el Estandarte de Poder a Nabupolassar.’
El resentimiento por el comportamiento brutal del regente en Asiria fue tan grande, que Nabupolassar de Babilonia encontró enseguida aliados para una acción militar contra Asiria. Un importante aliado fueron los Medos, precursores de los Persas, que habían sufrido las brutales incursiones asirias. Mientras las tropas babilonias avanzaban sobre Asiria desde el sur, los Medos atacaron desde el oriente. Y en 614 a.C., tal como había sido profetizado por los profetas hebreos, capturaron e incendiaron Asur, la capital religiosa Asiria. Luego le tocó el turno a Nínive, la capital real. Alrededor del 612 a.C. la gran Asiria estaba sumida en el caos y la destrucción. Asiria se convirtió en un lugar de ruinas arqueológicas. ¿Cómo pudo suceder aquello en un país cuyo nombre significaba “Tierra del dios Asur”? La única explicación es que los dioses retiraron su protección a esa tierra.
De hecho, la situación aún iba a ir más allá: los mismos dioses se retiraron de esta región y de la Tierra. Y entonces comenzó a desarrollarse el más asombroso capítulo de la saga del retorno, en el cual Harán jugó un papel clave. Harán, o Aram,es el nombre de tres personajes y de una ciudad, mencionados en la Biblia. En el Génesis se explica que un hombre llamado Harán nació y murió en Ur de los caldeos. Fue hijo de Taré y hermano de Nacor y Abram (conocido como Abraham). Según la Biblia, Harán fue el padre de Lot, Milcah e Iscah. De acuerdo al Génesis, después de la muerte de Harán, Taré junto a Abram, Lot y sus respectivas familias comenzaron su viaje a Canaán y en el camino se establecieron por un tiempo en un lugar llamado también “Harán”.
Después de la muerte de Taré en Harán (pasaje también narrado en libro de Hechos), Abram y Lot continuaron su viaje hacia Canaán. Las ruinas de la antigua Harán están ubicadas cerca de Harrán, en la actual Turquía. La Biblia menciona a otro Harán, que era hijo de Caleb y tataranieto de Judá, hijo de Jacob. También menciona a un tercer personaje con el nombre de Harán, quien era hijo de Simei y que fue un levita que vivió en los tiempos del rey David y tuvo alguna clase de rol político y religioso.
La asombrosa cadena de sucesos después de la desaparición de Asiria comenzó con el escape a Harán de miembros de la familia real. Buscando allí la protección del dios Sin, los fugados concentraron los remanentes del ejército asirio y proclamaron a uno de los refugiados reales como ‘Rey de Asiria’. Pero el dios Sin, cuya ciudad, Harán, había tenido desde entonces días de llanto, no respondió. En 610 a.C. tropas babilonias lo capturaron y pusieron fin a las esperanzas asirias. La lucha por la sucesión en Sumer y Acadia se había acabado. Ahora, por gracia divina, era el momento del rey de Babilonia. Una vez más, Babilonia gobernaba las tierras que alguna vez fueron ‘Sumer y Acadia’, hasta el punto queen muchos textos de la época, Nabupolassar recibe el título de ‘Rey de Acadia’. Nabupolassar empleó su autoridad para extender las observaciones celestiales a las antiguas ciudades sumerias de Nippur y Uruk. Y algunos de los textos claves de los años subsecuentes vinieron de allá.
Fue también en este fatídico año de 610 a.C, que un revigorizado Egipto puso en su trono a un faraón llamado Necho. Apenas un año más tarde tuvo lugar uno de los menos comprendidos movimientos geopolíticos. Los egipcios, que acostumbraban a ser aliados de los babilonios en su oposición a la regencia asiria, salieron de Egipto y, moviéndose con rapidez hacia el norte, tomaron territorios y sitios sagrados que los babilonios consideraban propios. El avance egipcio hacia el norte los llevó hasta las cercanías de Harán. Y también puso en manos egipcias los dos puertos espaciales, en Líbano y en Judá. Los sorprendidos babilonios no podían aceptar esta situación, por lo que el anciano Nabupolassar confió la tarea de recuperar los territorios perdidos a su hijo Nabucodonosor, que ya se había distinguido en el campo de batalla.
En Junio del 605 a.C. los babilonios aplastaron al ejército egipcio, liberaron ‘el sagrado bosque de cedros en Líbano”, siguiendo las instrucciones de los dioses Marduk y Nabu. Y persiguieron a los egipcios, en su huída, hasta la Península de Sinaí. Pero Nabucodonosor detuvo su persecución debido a las noticias del fallecimiento de su padre que le llegaron desde Babilonia. Volvió rápidamente y fue proclamado Rey de Babilonia ese mismo año. Los historiadores no encuentran explicación para la sorprendente ofensiva egipcia y la ferocidad de la reacción babilónica.
Pero es evidente que la clave de los sucesos se encuentra en la expectativa del Retorno, que en el año 605 a.C. se consideraba como inminente, porque fue en ese mismo año que el profeta Habacuc comenzó a profetizar en el nombre de Yahveh, en Jerusalén. Prediciendo el futuro de Babilonia y otras naciones, el profeta preguntó a Yahveh cuando llegaría el Día del Señor, el día del juicio sobre todas las naciones, Babilonia incluida. Y Yahweh respondió, diciendo: “Escribe la profecía, explícala claro en las tabillas, de modo que pueda ser leída con rapidez: para la visión hay un tiempo establecido; ¡al final vendrá, sin falta! Aunque parezca tardar, espera por ese día; porque ha de llegar con seguridad, porque la fecha de su cita no será atrasada”. La fecha de esta cita llegó justamente quince años después. Los cuarenta y tres años del reinado de Nabucodonosor (605-562 a.C.) son considerados un período de un imperio Neo-Babilonio dominante, un tiempo marcado por acciones decisivas y movimientos rápidos, porque no había tiempo que perder: el previsto Retorno sería ahora un premio para Babilonia.
Para preparar Babilonia para el esperado Retorno, se iniciaron rápidamente trabajos de renovación y de construcción. Sobre todo se concentraron en el recinto sagrado, donde el templo Esagil de Marduk (entonces llamado Bel/Ba’al, ‘El Señor’) fue renovado y reconstruido, y preparado su zigurat de siete pisos para observar los cielos estrellados desde allí, tal como se había hecho en Uruk durante la anterior visita de Anu, alrededor del 4000 a.C. También se construyó un nuevo Camino Procesional que conducía al sagrado recinto a través de una nueva y gran puerta; sus muros estaban decorados con ladrillos vidriados que aún causan asombro actualmente. Babilonia, la Ciudad Eterna de Marduk, estaba lista para dar la bienvenida al Retorno. Nabucodonosor escribió: ‘He hecho que la ciudad de Babilonia sea la más importante entre todos los países y lugares habitados; su nombre elevé hasta ser la más elogiada de todas las ciudades sagradas’.
Se esperaba que la llegada del Disco Alado de Anu se produciría en el puerto espacial del Líbano (Baalbek). Luego, el sequito divino entraría en Babilonia a través del Camino Procesional y su imponente Puerta de entrada, llamada ‘Ishtar’, en representación de la diosa IN.ANNA, que había sido la ‘amada de Anu’ en Uruk. Junto a estas expectativas estaba el papel de Babilonia como el nuevo “Ombligo de la Tierra”, ya que había heredando el estatus prediluviano de Nippur como laDUR.AN.KI o el ‘Puente Cielo-Tierra’. Esta función de Babilonia fue evidente cuando a la plataforma base del zigurat se le dio el nombre de E.TE.MEN.AN.KI (‘Templo de la Fundación para Cielo-Tierra’), demostrando el papel de Babilonia como el nuevo ‘Ombligo de la Tierra’, una función claramente representada en el ‘Mapa del Mundo’ babilónico. Esta era una terminología que se hacía eco de la descripción de Jerusalén, con su Piedra de la Fundación, sirviendo como vínculo entre la Tierra y el Cielo.
Pero si esto era lo que Nabucodonosor preveía, entonces Babilonia tenía que reemplazar el enlace espacial postdiluviano. Habiendo asumido, después del Diluvio, la función que tenía Nippur antes del Diluvio, servir como Centro de Control de Misión, Jerusalén fue ubicada en el centro de los círculos concéntricos que unían los otros puertos espaciales, por lo que fue llamada ‘Ombligo de la Tierra’. El profeta Ezequiel anunció que Jerusalén había sido escogida por el mismo Dios: “Esto ha dicho el Señor Yahveh; Esta es Jerusalén; al medio de las naciones la he puesto, y todas las tierras están en círculo a su alrededor”. Determinado a pasar esta función a Babilonia, Nabucodonosor condujo sus tropas y en el año 598 a.C. capturó Jerusalén. Esta vez, como había advertido el profeta Jeremías, Nabucodonosor llevaba la ira de Dios al pueblo de Jerusalén, por haber aceptado la veneración de otros dioses celestiales, como “Ba’al, el Sol y la Luna, y las constelaciones’, una lista que incluuía a Marduk como una entidad celeste.
Después de someter al pueblo de Jerusalén a una fuerte hambruna, mediante un sitio que duró tres años, Nabucodonosor finalmente consiguió someter la ciudad y se llevó cautivo a Babilonia a Jehoyachin, rey de Judá. Además fueron exiliados la nobleza de Judá y la elite instruida, entre los que se hallaba el profeta Ezequiel, así como miles de sus soldados y artesanos, alos que se les hizo residir en los bancos del río Khabur, cerca de Harán, su hogar ancestral. La ciudad y el Templo fueron dejados intactos esta vez, pero once años más tarde, en 587 a.C., los babilonios volvieron e incendiaron el Templo que Salomón había construido. En sus inscripciones Nabucodonosor no da más explicación que la usual, agradar a “mis dioses Nabu y Marduk”. Pero la verdadera razón era la creencia de que el dios de los hebreos, Yahveh, se había ido.
La destrucción del Templo fue un hecho sorprendente por el cual Babilonia y su rey, que habían sido considerados anteriormente por los Profetas el ‘camino de la ira’ de Yahveh, iban a ser castigados con severidad: ‘La venganza de Yahveh nuestro Dios, venganza por Su Templo, irá contra Babilonia”, anunció el Profeta Jeremías, prediciendo la caída de la poderosa Babilonia y su destrucción por invasores del norte, sucesos que tuvieron lugar apenas unas décadas más tarde. Jeremías además proclamó el destino de los dioses que Nabucodonosor había invocado: “Anunciadlo y hacedlo oír entre las gentes; levantad bandera; hacedlo oír; no lo calléis; decid: Ha sido tomada Babilonia, está confuso Bel, desmayó Marduk, están confusos sus ídolos, desmayaron sus inmundicias”. El castigo divino sobre Nabucodonosor fue proporcional al sacrilegio. Enloquecido, de acuerdo a fuentes tradicionales, por un insecto que penetró en su cerebro a través de las fosas nasales, Nabucodonosor murió en lenta agonía en el 561 a.C.
Ni Nabucodonosor ni sus tres sucesores vivieron lo suficiente para ver una nueva llegada de Anu a las puertas de Babilonia.Pero, sorprendentemente, esta nueva llegada jamás tuvo lugar, aunque Nibiru retornó. Es un hecho que las tablillas astronómicas de ese mismo tiempo documentan observaciones reales de Nibiru, también llamado ‘Planeta de Marduk’ Algunos fueron documentados como augurio, por ejemplo, una tablilla catalogada K.8688, que informaba al rey que si Venus fuera visto saliendo delante de Nibiru, fracasarían las cosechas, pero si Venus saliese ‘detrás’ de Nibiru, la cosecha de la tierra sería un éxito. De mayor interés es un grupo de tablillas halladas en Uruk; en ellas se tradujeron los datos en doce columnas de meses zodiacales y se combinaron los textos con descripciones gráficas.
En una de esas tablillas, el Planeta de Marduk, mostrado entre el símbolo del carnero “Aries” y los siete símbolos de la Tierra, representa a Marduk como dentro del planeta. Otro ejemplo es la tablilla VAT 7847, que explica una observación real, en la constelación de Aries, como el ‘día en que fue abierta la puerta del gran señor Marduk’, en que Nibiru puede observarse. Y después de indica ‘el día del Señor Marduk’, cuando el planeta fue visto en la constelación de Acuario. Aun más revelador de la llegada del planeta ‘Marduk’ desde los cielos australes y su rapidez en convertirse en ‘Nibiru’, es lo que se explica en otra clase de tablillas circulares. Las tablillas dividen la esfera celeste en tres senderos: el sendero de Enlil, para los cielos del norte, de Ea para los del sur, y de Anu para el centro. Las doce áreas zodiacales fueron después sobrepuestas en los tres senderos. Unos textos explicativos fueron escritos en la parte posterior de las tabillas circulares.
Theophilius G. Pinches, experto en estudios sobre Asiria, mostró en estas tablillas lo que era un disco circular dividido en tres secciones concéntricas y en doce segmentos, dando como resultado un campo de treinta y seis porciones. Cada una de las treinta y seis porciones contiene un nombre con un pequeño círculo bajo él, indicando que se trata de un cuerpo celestel, y un número. Además cada porción lleva el nombre de un mes, de modo que Pinches los enumeró del I al XII, comenzando con Nissan. Y esto representaba un mapa celeste babilonio, dividido en los tres senderos de Enlil, Anu, y Ea/Enki, mostrando los planetas, estrellas y constelaciones que eran visibles durante los distintos meses del año. Aún continúa el debate acerca de la identidad de los cuerpos celestes y el significado de los números. También sin resolver permanece el asunto de la fecha de este mapa celeste, aunque la mayoría de las opiniones inciden en que el astrolabio perteneció a la era de Nabucodonosor o su sucesor Nabuna’id.
Podemos estar seguros que las observaciones en todas estas tablillas del período tardío de Babilonia no pudieron haber tenido lugar antes del 610 a.C., ni realizadas después del 555 a.C., porque esa fue la fecha en que Nabuna’id se convirtió en el último rey de Babilonia; y su alegato para ser legitimado era que su reinado fue confirmado celestialmente porque ‘el planeta de Marduk, alto en el cielo, me ha llamado por mi nombre’. Mediante esta afirmación, también señalaba que durante una visión nocturna había visto ‘la Gran Estrella y la Luna’. Basado en las fórmulas de Kepler para las órbitas planetarias alrededor del Sol, el completo período de visibilidad de Marduk/Nibiru desde Mesopotamia duraba justo unos pocos años. Por lo tanto, la visibilidad alegada por Nabuna’id coloca el retorno del planeta en los años inmediatamente precedentes a 555 a.C. En este caso, ¿cuándo se produjo realmente el retorno?
Hay otro aspecto a tener en cuenta: la profecía de ‘la oscuridad al mediodía’, en el Día del Señor, o sea, un eclipse solar, se produjo el 556 a.C. Los eclipses solares, aunque menos frecuentes que los lunares, no son tan raros; ocurren cuando la Luna, pasando entre la Tierra y el Sol, oscurece temporalmente al Sol. Sólo una pequeña porción de los eclipses solares son totales. El alcance y duración de la oscuridad total varía debido a las siempre cambiantes órbitas del Sol, la Luna y la Tierra, además de la rotación de la Tierra y su inclinación del eje. Aunque los eclipses solares no son habituales, el legado astronómico de Mesopotamia incluye conocimientos del fenómeno, llamándolo atalu shamshi. Referencias textuales sugieren que no sólo ese fenómeno sino también la participación lunar eran parte del antiguo conocimiento acumulado. . De hecho, un eclipse solar cuyo recorrido pasó sobre Asiria habría ocurrido en 762 a.C.
Fue seguido por otro en 584 a.C., que fue visto en todas las tierras del Mediterráneo, y totalmente sobre Grecia. Pero después, en 556 a.C., hubo un eclipse solar extraordinario ‘en una fecha inesperada.’ Si no fue debido a los predecibles movimientos de la Luna, ¿pudo haber sido causado por el paso del gran planeta Nibiru? Entre las tablillas astronómicas hay una que trata de un eclipse solar, documentando así el fenómeno observado: “En el comienzo el disco solar, no en fecha esperada, se hizo oscuro, y permaneció en el resplandor del Gran Planeta. El día 30 [del mes] fue el eclipse del Sol”. ¿Qué significan las enigmáticas palabras de que el oscurecido Sol “permaneció en el resplandor del Gran Planeta”? Aunque la tablilla no aporta una fecha para tal eclipse, creemos que se señala claramente que el inesperado y extraordinario eclipse solar fue generado por el retorno de Nibiru, el gran planeta radiante. Pero si la causa directa fue el planeta mismo, o los efectos de su ‘resplandor’ (tal vez su atracción gravitacional o sus efectos magnéticos) sobre la Luna, el texto no lo explica.
Es un hecho astronómicamente histórico que un 19 de mayo del 556 a.C. ocurrió un eclipse solar total. Como se muestra en un mapa del Centro de Vuelo Espacial Goddard de NASA, el eclipse fue grande e importante, visto en amplias zonas, y un aspecto único acerca de él fue que ¡la banda de oscuridad total pasó exactamente sobre la zona de Harán! Este último hecho es de tremenda importancia, más aún en aquellos fatídicos años en el mundo antiguo, porque inmediatamente después, en 555 a.C. Nabuna’id fue proclamado rey de Babilonia, no en Babilonia, sino sorprendentemente en Harán. Fue el último rey de Babilonia.
Y después de él, como había profetizado Jeremías, Babilonia siguió el destino de Asiria. Fue en 556 a.C. que ocurrió la profetizada oscuridad al mediodía. Fue justo cuando volvió Nibiru; fue el profetizado DÍA DE SEÑOR. Y cuando ocurrió el retorno del planeta, ni Anu ni los demás dioses esperados se mostraron. De hecho ocurrió lo contrario: los dioses Anunnaki abandonaron la Tierra.
La partida de los dioses Anunnaki de la Tierra fue un verdadero drama para la Humanidad. Y su partida no es simple especulación; está ampliamente documentada. La evidencia nos llega tanto del Próximo Oriente como de América, y algunos de los más directos y dramáticos documentos de la partida de los antiguos dioses de la Tierra nos llegan desde Harán. El testimonio se basa en documentos serios, entre ellos los del profeta Ezequiel. Estos informes están registrados en la Biblia y fueron inscritos en columnas de piedra con textos que tratan de los sucesos milagrosos que conducen a la ascensión al trono del último rey de Babilonia. Hoy día Harán es una ciudad en Turquía oriental, a poca distancia de la frontera Siria. Está rodeada por muros de los tiempos Islámicos, que se están desmoronando, y sus habitantes viven en modestas chozas de barro.
El pozo donde Jacob conoció a Raquel se halla aún ahí, entre los prados de ovejas, fuera de la ciudad, con el agua más pura que uno pueda imaginarse. Pero en los días antiguos Harán fue un floreciente centro comercial, cultural, religioso y político, tanto que aun el profeta Ezequiel, que vivía en el área con otros exiliados de Jerusalén, la nombró como un reputado centro comercial de “ropas azules y trabajos de bordado, de ricos aparejos al pecho hechos con cordones y madera de cedro”. Fue una ciudad que había sido en tiempos sumerios un centro del culto del ‘dios Luna’ Nannar/Sin. La familia de Abraham terminó residiendo allí porque su padre Terah era un Tirhu, un sacerdote y augur, primero en Nippur, después en Ur, y finalmente en el templo de Nannar/Sin en Harán.
Después de la desaparición de Sumer a causa del mortal viento nuclear, Nannar y su esposa, Ningal, convirtieron a Harán en su hogar y cuartel general. Aunque Nannar (Sin en acadio) no era el heredero primogénito legal, ya que este rango pertenecía a Ninurta, era un primogénito terrestre de Enlil y su esposa Ninlil,. Dioses y hombres adoraron a Nannar/Sin y su esposa; los himnos en su honor en los tiempos gloriosos de Sumer, y las lamentaciones acerca de la desolación de Sumer en general y de Ur en particular, revelen el gran amor y admiración de la gente por esta pareja divina. Que muchos siglos después Esarhaddon fuera a consultar a un anciano Sin en relación a la invasión de Egipto, y que la familia real asiria se trasladase a Harán, sirve para indicar el continuo e importante papel jugado por Nannar/Sin y Harán hasta el final.
Fue en las ruinas del templo de la ciudad de Nannar/Sin, el E.HUL.HUL (‘Casa de la Doble Alegría’), que los arqueólogos descubrieron cuatro estelas, que alguna vez estuvieron de pie en el templo, una en cada rincón del principal salón de oraciones. Las inscripciones en las estelas revelan que dos de ellas fueron erigidas por la sumo sacerdotisa del templo,Adda-Guppi, y dos por su hijo Nabuna’id, el último rey de Babilonia. Con un evidente sentido histórico Adda-Guppi aportó en sus inscripciones datos precisos de los asombrosos eventos de los que ella fue testigo. Los datos, vinculados como era costumbre a los años reinantes de reyes conocidos, pudieron ser verificados por expertos. Se sabe que nació en 649 a.C. y vivió durante los reinados de varios reyes asirios y babilónicos, alcanzando la edad de 104 años.
He aquí lo que escribió en una estela en relación al primero de una serie de sucesos increíbles: “Fue en el dieciseisavo año de Nabupolassar, rey de Babilonia, cuando Sin, señor de los dioses, se enojó con su ciudad y su templo y subió al cielo; y la ciudad y la gente se fueron a la ruina”. El año dieciséis de Nabupolassar fue el 610 a.C., cuando las fuerzas de Babilonia capturaron Harán a los sobrevivientes del ejército y la familia real asiria, y cuando un poderosos Egipto decidió tomar lospuertos espaciales. Fue entonces, escribió Adda-Guppi, que un enojado Sin, quitando su protección a la ciudad, “¡subió al cielo!’. Lo que siguió en la ciudad capturada está descrito suficientemente: ‘Y la ciudad y su gente fueron a la ruina’. Mientras otros sobrevivientes huyeron, Adda-Guppi se quedó. ‘A diario, sin cesar, de día y de noche, por meses, por años ella guardó vigilia en el arruinado templo. De luto, abandonó los vestidos de fina lana, se quitó las joyas, no usó ni oro ni plata, renunció a los perfumes y al aceite de dulce aroma’. Como un fantasma errando por el abandonado santuario, ‘me vestía con ropas rotas; iba y venía silenciosa’.
Entonces, en el desolado recinto sagrado, encontró un atuendo que alguna vez perteneció a Sin. Para la abatida sacerdotisa, el hallazgo fue un augurio del dios. Como si el mismo dios estuviera allí para escucharla, se postró y ‘en oración y humildad’ pronunció un voto: ‘Si quieres volver a tu ciudad, toda la gente cabeza-negra veneraría tu divinidad”’. Los “cabeza-negra’ era un término que los sumerios empleaban para referirse a si mismos, y el empleo del término por la sumo sacerdotisa 1300 años después de la desaparición de Sumer fue algo lleno de significado: ella le decía al dios que si volvía, sería restaurada su Señoría como en los Días Antiguos, volviendo a ser el señor dios de una restaurada Sumer-Acadia. Para lograr esto, Adda-Guppi ofreció a su dios un trato: Si retornara y empleara sus poderes para hacer de su hijo Nabuna’id el siguiente rey imperial, reinando sobre los dominios de Babilonia y Asiria, Nabuna’id restauraría el templo de Sin no sólo en Harán sino también en Ur, y proclamaría el culto a Sin como religión estatal en todas las tierras de la gente cabeza-negra.
Tocando la ropa del dios, oró día tras día; entonces una noche el dios se apareció ante ella en un sueño y aceptó su proposición. El dios Luna, escribió Adda-Guppi, gustó de la idea: ‘Sin, señor de los dioses del Cielo y la Tierra, por mis buenas acciones me miró con una sonrisa; escuchó mis plegarias; aceptó mi voto. Se calmó el enojo en su corazón. Para con Ehulhul, su templo en Harán, la residencia divina en la que regocijaba su corazón, él se reconcilió; y tuvo un cambio de corazón’.
El dios, escribió Adda-Guppi, aceptó el trato: “Sin, señor de los dioses, miró favorablemente mis palabras, Nabuna’id, mi único hijo, fruto de mi vientre, al reinado llamó el reinado de Súmer y Acadia. Todas las tierras desde la frontera de Egipto, desde el Mar Superior hasta el Mar Inferior, en sus manos confió”. Ambas partes mantuvieron su trato. ‘Yo me vi a mi misma realizada’, señaló Adda-Guppi, añadiendo: “Sin honró la palabra con que me habló’, promocionando el ascenso de Nabuna’id al trono de Babilonia en 555 a.C.
Y Nabuna’id mantuvo el voto de su madre de restaurar el templo Ehulhul en Harán, ‘perfeccionando su estructura.’Renovó el culto de Sin y Ningal (Nikkal en acadio) … todos los ritos olvidados los hizo de nuevo’. Y después un gran milagro, un suceso no visto por generaciones, sucedió. El hecho es descrito en las dos estelas de Nabuna’id, donde es reprsentado sosteniendo un inusual báculo y encarando los símbolos celestiales de Nibiru, la Tierra, y la Luna: “Este es el gran milagro de Sin, que por dioses y diosas no ha ocurrido en la tierra, desde días antiguos desconocidos; que la gente en la Tierra ni han visto ni encontrado escrito en tablillas desde los días de antaño: que Sin, señor de dioses y diosas, residiendo en los cielos, ha bajado desde los cielos a plena vista de Nabuna’id, rey de Babilonia”. Sin, reportan las inscripciones, no volvió solo. De acuerdo a los textos entró al restaurado templo Ehulhul en una procesión ceremonial, en compañía de su esposa Ningal/Nikkal y su asesor, el Mensajero Divino Nusku.
El milagroso retorno de Sin ‘desde los cielos’ suscita muchas preguntas, siendo la primera: ¿dónde, ‘en los cielos,’ había estado durante casi seis décadas? Respuestas a tales preguntas pueden ser dadas al combinar las evidencias antiguas con los logros de la ciencia y tecnología modernas. Pero antes es importante examinar todos los aspectos de la partida, porque no fue solo Sin quién ‘se enojó’ y, dejando la Tierra, ‘subió a los cielos’. Las extraordinarias idas y venidas celestialesdescritas por Adda-Guppi y Nabuna’id tuvieron lugar mientras estaban en Harán, un lugar significativo porque otro testigo estaba presente en esta área al mismo tiempo: el profeta Ezequiel. Y él también tenía mucho que decir al respecto. Ezequiel, un sacerdote de Yahweh en Jerusalén, estaba entre la aristocracia y los artesanos exiliados, junto con el rey Jehoiachin, después del primer ataque de Nabucodonosor a Jerusalén en 598ª.C. Fuero llevados por la fuerza al norte de Mesopotamia y ubicados en el distrito del rio Khabur, a escasa distancia de su hogar ancestral en Harán. Y fui ahí que ocurrió la famosa visión de Ezequiel de un carro celestial. Como sacerdote entrenado, además documentó el sitio y la fecha: “fue en el quinto día del cuarto mes en el quinto año del exilio, o sea alrededor del 594 a.C., cuando estaba entre los exiliados en los bancos del Khabur, que los cielos se abrieron y tuve visiones de Elohim’, señaló Ezequiel al inicio de sus profecías; y lo que vio, apareciendo en un remolino, fueron luces centelleantes y rodeadas por un resplandor, fue un carruaje divino que podía bajar y subir e ir hacia los lados, y dentro de él, ‘sobre algo como un trono, el semblante de un hombre’; y escuchó una voz que se dirigía a él como ‘Hijo de Hombre’ anunciándole su tarea profética.
La declaración del Profeta es usualmente transcrita como ‘visiones de Dios’. El término Elohim, que es plural, ha sido traducido como ‘Dios’ en singular, incluso cuando en la misma Biblia utiliza el plural, como en el Génesis: ‘Y Elohim dijo hagamos al Adán a nuestra imagen y nuestra semejanza’. En realidad el relato del Adán bíblico es una traducción de los mucho más detallados textos sumerios de la creación, donde hubo un grupo de Anunnaki, liderado por Enki, que empleó ingeniería genética para ‘fabricar’ al Adán. El término Elohim se refería a los Anunnaki; y lo que Ezequiel explicó fue que había encontrado una nave celestial Anunnaki cerca de Harán. La nave celestial vista por Ezequiel fue descrita como elKavod de Dios (‘Ese el cual es fuerte’), el mismo término usado en el Éxodo para describir el vehículo divino que había aterrizado en el Monte Sinaí. La descripción de la nave presentada por Ezequiel ha inspirado a generaciones de artistas y eruditos; y los dibujos resultantes han cambiado con el transcurso del tiempo, según la tecnología existente.
Los textos antiguos se refieren tanto a naves voladoras como a vehículos espaciales, y describen a los dioses Enlil, Enki, Ninurta, Marduk, Toth, Sin, Shamash e Ishtar, para nombrar los más prominentes, como dioses que poseían vehículos voladores y podían deambular por los cielos de la Tierra o involucrarse en batallas aéreas, como entre Horus y Seth o Ninurta y Anzu, para no mencionar a los dioses indoeuropeos. De todas las variadas descripciones y representaciones pictóricas de las ‘barcas celestiales’ de los dioses, la más apropiada a la visión de Ezequiel de un torbellino parece ser el ‘carruaje remolino’ dibujado en el lugar en Jordania donde el Profeta Elías fue subido al cielo. Como un tipo de helicóptero, tenía que servir como un transbordador espacial hasta donde una nave espacial de gran alcance estuviera estacionada.
La misión de Ezequiel fue profetizar y advertir a sus compatriotas exiliados del venidero Día del Juicio por las injusticias y abominaciones de todas las naciones. Luego, un año más tarde, la misma ‘semblanza de hombre’ se le apareció de nuevo, lo tomó y se lo llevó hasta Jerusalén, para que profetice allí. Como hemos dicho la ciudad estaba pasando por un terrible sitio, que provocó hambruna, una humillante derrota, un saqueo, una ocupación babilónica y el exilio del rey y toda la nobleza. Al llegar allí Ezequiel vio una escena de incumplimiento de la ley y de la observancia religiosa. Al preguntar que estaba sucediendo, escuchó a los reunidos, en luto, quejándose: “Yahveh no nos observa más, ¡Yahveh ha abandonado la Tierra!”. Esta fue, creemos, la razón por la cual Nabucodonosor se atrevió a atacar Jerusalén de nuevo y destruir el templo de Yahveh. Era una situación idéntica a la que Adda-Guppi había reportado de Harán: ‘Sin, el señor de los dioses, se enojó con su ciudad y su gente, y subió al cielo; y la ciudad y su gente se arruinaron’
No se puede tener certeza de cómo o por qué los sucesos ocurridos en el norte de Mesopotamia despertaron la idea en la distante Judá de que también Yahveh había abandonado la Tierra, pero es evidente que la palabra que Dios y los dioses partieron se había esparcido por todas partes. Ciertamente, la tablilla VAT 7847, que fue mencionada anteriormente en conexión con el eclipse solar, señala lo siguiente en una sección profética en relación a calamidades que duraron 200 años: “Crepitantes los dioses, volando, de las tierras se irán, de los pueblos serán separados. La gente dejará que las moradas de los dioses se arruinen. La compasión y la bondad cesarán. Enlil, en furia, se irá”.
Tenemos un documento que expande de forma considerable el éxodo divino: los enojados dioses, liderados por Enlil, volaron lejos de sus tierras. No fue sólo Sin quién estaba molesto y se fue. Hay además otro documento. Está clasificado por los académicos como perteneciente a ‘fuentes proféticas neo-asirias’, aunque sus primeras palabras sugieren la autoría de un devoto de Marduk: “Marduk, el Enlil de los dioses, se enojó. Su mente se puso furiosa. Diseñó un plan malvado para dispersar la tierra y sus pueblos. Su enojado corazón estaba torcido en arrasar la tierra y su gente. Una dolorosa maldición se formó en su boca. Portentos malvados indicando la rotura de la armonía celestial comenzaron a aparecer en abundancia en el cielo y la Tierra. Los planetas en los senderos de Enlil, Anu y Ea erraron sus posiciones y repetidamente revelaron augurios anómalos. Arahtu, el río de la abundancia, se convirtió en un torrente embravecido. Una feroz oleada de agua, una avalancha violenta como el Diluvio arrasó la ciudad, sus casas y santuarios, tornándolos en ruinas. Los dioses y diosas tuvieron miedo, abandonaron sus santuarios, volaron lejos como pájaros y subieron al cielo”.
Lo que es común a todos estos textos son las afirmaciones de que los dioses se enojaron con la gente, los dioses ‘volaron lejos como pájaros y ascendieron al cielo. Estamos bastante informados que la partida fue acompañada por inusuales fenómenos celestes y algunos disturbios terrestres. Hay aspectos del Día del Señor como lo profetizado por los Profetas bíblicos: La partida estuvo relacionada al Retorno de Nibiru y los dioses dejaron la Tierra cuando vino Nibiru. El texto VAT 7847 incluye una intrigante referencia a un período calamitoso de dos siglos. El texto no aclara si esa era una predicción de lo que siguió a la partida de los dioses o si fue durante este momento que creció su enojo y decepción para con la Humanidad, que los empujó a la partida. Parece que esto último es lo más probable, porque probablemente no es coincidencia que la era de la profecía bíblica en relación al pecado de las naciones y el juicio que viene con el Día del Señor comenzase con Amós y Oseas alrededor de 760/750 a.C., dos siglos antes que el retorno de Nibiru.
Durante dos siglos, desde Jerusalén, los profetas clamaron por la justicia y honestidad de la gente y la paz entre las naciones, desdeñando las ofrendas sin sentido y el culto a ídolos sin vida, denunciando las conquistas y la destrucción sin piedad, y advirtiendo a una nación tras otra, incluida Israel, de los inevitables castigos. Pero todo fue en vano. Por esta razón se produjo un gradual incremento del enojo divino y la decepción. Y la conclusión de los Anunnaki fue que era tiempo de irse. Todo ello trae a la mente la pasada decisión de los dioses, liderados por el decepcionado Enlil, de guardar el secreto del venidero Diluvio a la Humanidad y la huida de los dioses en sus naves aéreas. Ahora, de nuevo, mientras Nibiru estaba acercándose de nuevo, fueron los dioses partidarios de Enlil los que prepararon la partida. ¿Quiénes fueron los dioses que se fueron, cómo lo hicieron, y adónde fueron si Sin pudo volver al cabo de pocas décadas?
Para las respuestas retrocedamos hasta el inicio. Cuando los Anunnaki, liderados por Ea/Enki, vinieron a la Tierra para obtener el oro con el cual proteger su atmósfera planetaria en peligro y se planearon extraer el oro de las aguas del Golfo Pérsico. Cuando eso no funcionó, cambiaron las operaciones mineras al sudeste de África y luego fundían y refinaban el oro extraído en el E.DIN, la futura Sumer. Su cantidad aumentó a 600 anunnaki en la Tierra más 300 Igigi que operaban las naves aéreas en una estación en Marte, desde la cual las grandes naves espaciales hacia Nibiru podían ser lanzadas con mayor facilidad. Enlil, el hermanastro de Enki y rival por la sucesión, vino y fue puesto como comandante general.
Cuando se amotinaron los Anunnaki por el duro trabajo en las minas, Enki sugirió crear un ‘Trabajador Primitivo’. Y esto fue hecho mediante la mejora genética de un existente homínido. Y entonces los Anunnaki comenzaron a ‘tomar las hijas del Adán como esposas y tuvieron hijos con ellas’. Cuando vino el Diluvio, el enfurecido Enlil dijo “dejemos perecer a la humanidad”’ porque ‘la maldad del Hombre era grande en la Tierra’. Pero Enki, a través de un ‘Noé’ frustró el plan. La Humanidad sobrevivió, proliferó, y con el tiempo se le concedió la civilización. El Diluvio que cayó sobre la Tierra inundó las minas en África, pero expuso una veta de oro en las montañas de Los Andes en Sudamérica, permitiendo a los Anunnaki obtener más oro, con mayor rapidez y facilidad, y sin la necesidad de fundirlo y refinarlo, porque las pepitas de oro puro de las montañas sólo necesitaban ser limpiadas. También hizo posible reducir la cantidad de Anunnaki necesarios en la Tierra.
En su visita de estado a la Tierra, alrededor del 4000 a.C., Anu y Antu estuvieron en la tierra aurífera situada en las costas del Lago Titicaca. La visita sirvió como una oportunidad para comenzar a reducir el número de Anunnaki en Tierra. Además se aprobaron tratados de paz para reconducir la rivalidad de los hermanastros y sus seguidores. Pero mientras Enki y Enlil aceparon la división territorial, el hijo de Enki, Marduk, jamás desistió de la disputa por la supremacía que incluía el control de los antiguos puertos espaciales. Fue entonces que los partidarios de Enlil comenzaron a preparar instalaciones espaciales alternativas en Sudamérica. Cuando el puerto espacial postdiluviano en el Sinaí fue destruído por las bombas nucleares en el 2024 a.C., las instalaciones en Sudamérica fueron las únicas que permanecieronen manos de los partidarios de Enlil.
Y así, cuando los enojados líderes Anunnaki decidieron que era tiempo de irse, algunos pudieron usar la estación de aterrizaje; otros, quizá con un último botín de oro, tuvieron que utilizar las instalaciones sudamericanas, cerca del lugar donde Anu y Antu estuvieron durante su visita al área. El lugar, ahora llamado PumaPunku, se halla a corta distancia del lago Titicaca. Pero cuando en el pasado el lago era más grande, PumaPunku estaba ubicado en la orilla sur del lago, con instalaciones portuarias. Todavía puede verse una fila de cuatro estructuras derruidas, cada una formada por un gigantesco monolito vaciado. Cada uno de estos monolitos estaba completamente cubierto con placas de oro, sujetas con clavos de oro, un increíble tesoro que fue saqueado por los españoles.
Todavía constituye un misterio cómo fueron vaciadas con tanta precisión y cómo cuatro enormes rocas fueron llevadas hasta aquel lugar. Los hallazgos arqueológicos del lugar incluyen un gran número de grandes bloques de piedra que fueron cortados y colocados con precisión. No es necesario saber mucho de ingeniería para comprender que esas piedras fueron cortadas, taladradas y conformadas con una increíble capacidad tecnológica y un sofisticado equipamiento. Incluso actualmente es dudoso que una obra de este tipo pudiera hacerse. La confusión aumenta por el misterio del propósito de tales prodigios tecnológicos; obviamente, se trata de algo aún sin develar pero altamente sofisticado. Si era para servir como fundición de instrumentos complejos, ¿de qué tipo de instrumentos se trata?
Sólo los Anunnaki poseían la tecnología para hacer aquellos moldes y emplearlos en su producción. El principal centro de los Anunnaki estaba situado a poca distancia tierra adentro, en un lugar hoy conocido como Tiwanaku (anteriormente conocido como Tiahuanacu), en Bolivia. George Squier, uno de los primeros exploradores europeos en llegar allí en los tiempos actuales, en su libro ‘Perú Ilustrado’ describió el lugar como la ‘Baalbek del Nuevo Mundo’, una comparación más real de lo que él imaginó. El siguiente explorador importante de Tiwanaku, Arthur Posnansky, en su libro “Tiwanaco – la Cuna del Hombre Americano”, llegó a asombrosas conclusiones en relación a la antigüedad del lugar. Las principales estructuras de superficie en Tiwanaco, aparte de las numerosas estructuras subterráneas, incluyen el Akapana, una colina artificial plagada de canales y compuertas, que parece servían para el proceso de obtención de oro.
La Puerta del Sol es una conocida estructura que también fue cortada a partir de un monolito, con la precisión exhibida en Puma-Punku.
Probablemente sirvió algún propósito astronómico y como calendario, tal como sugieren las imágenes que se han grabado en este monumento. Estas imágenes son dominadas por una gran imagen del dios Viracocha sosteniendo un arma de rayos, que claramente se parece al dios Adad/Teshub en el Próximo Oriente. La Puerta del Sol está ubicada de manera que forma una unidad de observación astronómica con otra estructura en Tiwanaco, llamada la Kalasasaya, que es una gran estructura rectangular con un patio hundido y rodeado de cuatro pilares de piedra.
La sugerencia de Posnansky de que el Kalasasaya servía como un observatorio ha sido confirmada por otros exploradores. Su conclusión es que los alineamientos astronómicos de la Kalasasaya muestran que fue construida miles de años antes que los Incas. Esta afirmación era tan increíble que las instituciones astronómicas alemanas enviaron equipos de científicos para investigarlo. Sus informes afirman que la orientación de Kalasasaya sin duda encaja con la inclinación terrestre que había el 10000 a.C., o el 4000 a.C. Cualquiera de estas fechas es válida: la primera es una fecha que podemos situar un poco después de Diluvio, cuando comenzaron en América las operaciones para obtener oro; y la última fecha es la de la última visita del dios Anu. Ambas fechas encajan con las actividades anunnakis en aquella región, ya que la evidencia de la presencia de los dioses partidarios de Enlil se encuentra por todas partes.
Las investigaciones arqueológicas, geológicas y mineralógicas del área confirmaron que Tiwanaku sirvió también como centro metalúrgico. Varios hallazgos y su similitud con representaciones en antiguos centros hititas, en Turquía, sugieren que las operaciones para obtener oro y estaño (necesario para producir bronce) fueron supervisadas por Ishkur/Adad, el hijo más joven de Enlil. Su dominio en el Viejo Mundo fue Anatolia, donde fue venerado por los hititas como Teshub, el ‘dios del clima’, cuyo símbolo era una vara con rayos. Este símbolo, enigmáticamente tallado en una empinada ladera de un acantilado, puede ser vista desde el aire o desde el mar en la bahía de Paracas, Perú, un puerto natural alineado con Tiwanaku. Llamado el candelabro, este símbolo tiene unos 140 metros de largo por 80 de ancho, y sus líneas han sido grabadas con una profundidad de medio metro en rocas duras. Y al norte de esta bahía, tierra adentro, en el desierto entre los ríos Ingenio y Nazca, los exploradores han encontrado uno de los más misteriosos enigmas de la antigüedad: las llamadas Líneas de Nazca. Una vasta área, de unos 300 kilómetros cuadrados, fue empleado por alguien para dibujar en ella imágenes delineadas, con dibujos tan grandes que no tienen sentido a ras de suelo. Pero cuando se ven desde el aire, representan con claridad distintos tipos de animales, algunos conocidos y otros imaginarios.
Estos dibujos fueron hechos removiendo la superficie del terreno hasta una profundidad de varios centímetros. Cualquiera que vuele sobre el área concluye que alguien desde el aire orientó sobre como horadar el terreno. Sin embargo, directamente relacionado con el tema de la partida de los anunnaki, hay algo aún más misterioso en lasLíneas de Nazca: lo que parecen ser anchas pistas de despegue y aterrizaje. Rectas continuas que corren a lo largo de colinas y valles, sin importar la textura del terreno. Hay unas 740 líneas rectas, combinadas en ocasiones con trapezoides. Con frecuencia se entrecruzan unas a otras sin ton ni son, a veces corriendo sobre los dibujos de animales, revelando que las líneas fueron hechas en diferentes fechas. Varios intentos para resolver el misterio de las líneas fracasaron cada vez que se explicó como hechas por los nativos peruanos, por gente de la cultura Nazca o por una civilización Paraca. Tampoco han encontrado una explicación los estudios que apuntan a orientaciones astronómicas encubiertas en las líneas, tales como alineamientos con solsticios, equinoccios, algunas estrellas, etc. Para todos los que omiten una solución basada en ‘Antiguos Astronautas’, el enigma sigue sin resolver.
Más que haber estado ahí para posibilitar un despegue, parecen que estas líneas son el resultado del despegue de las naves, que han dejado una huella al deslizarse sobre la superficie. Que las ‘cámaras celestiales’ de los Anunnaki producían tales marcas queda indicado en la pictografía sumeria en relación a las naves espaciales de los dioses. Parece ser que Nazca fue el último puerto espacial de los Anunnaki. Les sirvió cuando el otro puerto espacial en el Sinaí fue destruido, y posteriormente les sirvió para la partida final de nuestro planeta. Desgraciadamente no hay informes de testigos de vuelos en Nazca. Pero si que hay textos de Harán y Babilonia referentes a los vuelos que empleaban la estación de aterrizaje en Baalbek, Líbano. Los informes de testigos relacionados con esos vuelos y las naves Anunnaki incluyen el testimonio del profeta Ezequiel y las inscripciones de Adda-Guppi y Nabuna’id. La conclusión inevitable debe ser que desde el 610 a.C. hasta el 560 a.C. los dioses Anunnaki fueron abandonando la Tierra de manera sistemática.
Pero, ¿a dónde iban cuando abandonaban la Tierra? Tuvo que ser a un lugar desde donde el dios Sin pudiese retornar relativamente pronto a la Tierra, tal como hemos visto anteriormente. Ese lugar se supone que era la antigua Estación en Marte, desde donde las naves de larga distancia volaban para dirigirse a Nibiru. El conocimiento sumerio de nuestro sistema solar incluía referencias al empleo de Marte como una estación de paso para los Anunnaki. Esto queda claramente representado en un sello cilíndrico de más de 4500 años de antigüedad, que puede verse en el Museo Hermitage de San Petersburgo, en Rusia. Este sello muestra un astronauta en Marte, indicado como el sexto planeta, contando desde el exterior del sistema solar, comunicándose con uno en la Tierra, representado como el séptimo planeta, con una nave aérea en los cielos entre ellos. Debido a la menor gravedad marciana comparada con la terrestre, los Anunnaki habían encontrado más fácil y lógico utilizar pequeños transportes espaciales desde la Tierra a Marte, y desde allí, utilizando grandes naves, dirigirse a Nibiru.
Hace un cierto tiempo Marte era considerado un planeta sin oxigeno, sin agua, sin vida y con un ambiente hostil. Pero actualmente hay evidencias de que en Marte hay agua y asimismo se tienen fotografías de estructuras piramidales y de un enigmático rostro humano. Parece que Marte tuvo una atmósfera considerable, de la que aún conserva una delgada capa de oxígeno. También alguna vez tuvo ríos, lagos, océanos y todavía conserva agua, bajo la superficie o en pequeños lagos congelados. En 2005 naves de la NASAenviaron evidencias químicas y fotográficas que llevaron a esas conclusiones. Todo ello es suficiente para mostrar que Marte pudo servir como una estación espacial para los Anunnaki. Fue el primer destino de los dioses que se iban de la Tierra, como confirma el rápido retorno del dios Sin. ¿Quiénes se fueron, quiénes se quedaron, quiénes pueden regresar a la Tierra? Creemos que algunas de las respuestas vendrán de Marte.
Al estudiar cada profecía se encuentran repetidas referencias al profeta David como Ungido de Dios y a una promesa de que será a través de un descendiente de la Casa de David que su trono será reestablecido de nuevo en Jerusalén ‘en los días que han de venir’.
Es en el trono de David’ en que los futuros reyes, que deben ser de la Casa de David, se sentarán en Jerusalén. Y cuando eso ocurra, los reyes y príncipes de la Tierra acudirán a Jerusalén en busca de justicia, paz y la palabra deDios. Esto, según prometió Dios, es ‘una promesa eterna’ y un pacto divino ‘para todas las generaciones’. La universalidad de esta promesa se halla testificada en escritos de Isaías, Jeremías y Zacarías, entre otros. Estas son palabras inconfundibles con respecto a su pacto mesiánico con la Casa de David, aunque están llenas de informaciones que dictaron el curso de los eventos en Jerusalén, entre ellos los relacionados con el profeta Elías.
Elías, apodado el Tishbita por el nombre de su ciudad natal en la región de Galaad, fue un profeta bíblico del reino de Israel (después de la partición de Judá) en el siglo noveno a.C., durante el reinado del rey Ahab y su esposa la reina Jezabel. Fiel a su nombre hebreo, Eli-Yahu, que significa Yahveh es mi Dios, estaba en constante conflicto con los sacerdotes del dios cananita Baal (‘el Señor’), que creemos era realmente Marduk, cuyo culto promovía la reina Jezabel. Se dice que Acab siguió con los mismos pecados que su padre y que sus antecesores al introducir y edificar altares y templos a dioses ajenos (Astoret diosa cananea y Baal). Esta política contraria a la ley de Moisés se entiende en un contexto de mezcla cultural y en el intento de ganarse a los arameos y demás pueblos que habitaban en su territorio. La Biblia la hace depender en gran medida de su matrimonio con Jezabel, que era Fenicia. Jezabel instituyó un culto ajeno con sacerdotes y profetas paganos que entraban en conflicto con los profetas de Yahveh. Existía una tensión entre ambos cultos y la Biblia hace referencia a dos hechos importantes que se contraponen en este asunto: el primero es una persecución efectuada por Jezabel contra los profetas de Dios, que tienen que ocultarse; y otra, el enfrentamiento de Elías con los profetas de Astoret y Baal que saldrían derrotados y ejecutados por Acab; a lo que sigue una nueva persecución como venganza por parte de Jezabel.
Jezabel también era una mujer cruel y dispuesta a asesinar para conseguir sus objetivos. La Biblia introduce el relato de la viña de Nabot para ilustrarlo. En este relato se cuenta cómo tras serle imposible al rey Acab comprar la viña de Nabot por la que se había encaprichado, su mujer decide difamar contra éste para que le maten y de este modo su marido pueda adquirirla. La derrota final de Acab se justifica teológicamente por su pecado de idolatría y por haber dejado escapar al rey de Siria, Ben-adad, después de una segunda batalla profetizada por Elías y Miqueas. Luego de un período de reclusión en un sitio escondido cerca del Jordán, donde fue ordenado para convertirse en ‘Un Hombre de Dios’, a Elías le fue dado un manto que poseía poderes mágicos y era capaz de realizar milagros en el nombre de Dios. Su primer milagro documentado consistió en hacer de una cucharada de harina y un poco de aceite de cocinar alimento para una viuda que le duró el resto de su vida. Después resucitó a su hijo, que había muerto de una virulenta enfermedad. Durante una pugna con los profetas de Baal en el Monte Carmelo, pudo convocar un fuego desde el cielo.
Según la Bibla, visitó el Monte Sinaí después del Éxodo, cuando escapó de la cólera de Jezabel y los profetas de Baal para salvar su vida. Para evitar que fuera hallado, un Ángel del Señor lo escondió en una cueva del Sinaí. En la Biblia se dice que no murió porque fue llevado al cielo en un torbellino para estar con Dios. Su ascenso, como está descrito con gran detalle en Reyes, no fue un hecho inesperado sino que fue una operación perfectamente planificada y cuyo lugar y momento fueron comunicados a Elías con anticipación. El sitio escogido fue el Valle del Jordán, en el lado oriental del río. Cuando fue el momento de ir allí, lo acompañaron sus discípulos encabezados por Eliseo. Hizo una parada en Gilgal, el lugar donde se realizaron algunos milagros de Yahveh para los israelitas guiados por Joshua. Elías intentó zafarse de sus seguidores, pero ellos lo escoltaron hasta Beth-El; aunque les pidió que lo dejaran atravesar el río sólo, se mantuvieron con él hasta su última parada, Jericó, preguntándole todo el camino si era cierto que el Señor vendría a llevarlo al cielo ese día.
En las orillas del Jordán Elías enrolló su manto milagroso y golpeó las aguas, dividiéndolas, lo que le permitió atravesar el río. Los otros discípulos se quedaron atrás, pero aun entonces Eliseo persistió en estar con Elías, cruzando el río con él; Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos y Elías subió al cielo en el torbellino. Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más. Asió sus vestidos y los desgarró en dos. La tradición judía ha sostenido que el transfigurado Elías volverá algún día como un heraldo del Mesías para anunciar la redención final del pueblo de Israel. La tradición afirma que la cueva en el Sinaí donde el ángel llevó a Elías fue donde Dios se reveló a Moisés y que se espera que Elías reaparezca al comienzo de la Fiesta de Pascua judía, cuando se conmemora el Éxodo. Hasta este día, el Seder, comida ceremonial cuando se inician los siete días del festejo de Pascua, requiere la colocación en la mesa de una copa llena de vino para Elías. Y la puerta permanece abierta para que pueda entrar, mientras se recita un himno que expresa la esperanza de que pronto anunciará ‘al Mesías, hijo de David’.
La ‘Copa de Elías’ ha sido embellecida hasta convertirse en una artística copa, un cáliz nunca empleado para un propósito diferente del ritual de la cena de Pascua. La ‘Ultima Cena’ de Jesús fue la celebración tradicional de Pascua. Aunque aparentemente podían escoger sus propios sumos sacerdotes y reyes, Judá se convirtió a todas luces en una colonia romana, gobernada primero desde el cuartel general en Siria y luego por regentes locales. El gobernador romano, llamado Procurador, se aseguraba que los judíos escogieran, según la preferencia de Roma, un Ethnarch (‘Cabeza del Consejo Judío’) para servir como Sumo Sacerdote del Templo e incluso un ‘Rey de los Judíos’ (no un ‘Rey de Judá’ como país). Desde el 36 al 4 a.C. el rey fue Herodes, descendiente de edomitas convertidos al judaísmo, que fue elegido por dos generales romanos: Marco Antonio y Octavio. Herodes dejó un legado de estructuras monumentales y además ponía mucha atención en cumplir los deseos del Procurador romano.
A esta Jerusalén repleta de peregrinos para la fiesta de Pascua, es donde llegó Jesús de Nazaret en el 33 d.C. En esta época a los judíos sólo se les permitía conservar la autoridad religiosa y un consejo de setenta ancianos llamado el Sanedrín. Y esta provincia romana era gobernada por el Procurador Poncio Pilatos. Estaban creciendo las tensiones entre el pueblo judío y los romanos, que derivaron en una serie de motines sangrientos en Jerusalén. Poncio Pilatos empeoró las cosas trayendo a la ciudad legionarios romanos con sus signos, monedas y una serie de imágenes de ídolos prohibidas en el Templo; los judíos que se resistieron fueron sentenciados sin piedad a la crucifixión por lo que el lugar de castigo fue apodado Gólgota o lugar de las Calaveras. Jesús y sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando llegó Jesús nuevamente, con sus discípulos, la situación no era la esperada ni la prometida por las profecías bíblicas.Los judíos devotos estaban obsesionados con la idea de la redención por un Mesías, basada en el eterno vínculo entre Dios y la Casa de David. Yahweh dijo: “He prestado mi asistencia a un bravo, he exaltado a un elegido de mi pueblo. He encontrado a David mi servidor, con mi óleo santo le he ungido… …El me invocará: ¡Tú, mi Padre, mi Dios y roca de mi salvación! Y yo haré de él el primogénito, el Altísimo entre los reyes de la tierra. Le guardaré mi amor por siempre, y mi alianza será leal con él; estableceré su estirpe para siempre, y su trono como los días de los cielos”.
Y esto fue lo que Jesús de Nazaret, ahora en Jerusalén con sus doce discípulos, se propuso hacer: si la salvación requiere un Ungido de la Casa de David, él, Jesús, sería aquel. Su nombre hebreo, Yehu-shuah (“Joshua”), significaSalvador de Yahveh; y en cuanto al requerimiento que el Ungido (‘Mesías’) fuera de la Casa de David, él lo era: En Nuevo Testamento, San Mateo dice: “El libro de las generaciones de Jesús, hijo de David, hijo de Abraham”. En otras partes del Nuevo Testamento la genealogía de Jesús es dada según las generaciones: catorce generaciones desde Abraham a David; catorce generaciones desde David a la deportación a Babilonia; catorce generaciones desde ahí a Jesús. Estaba calificado para ser el ungido. Nuestras fuentes para lo que ocurrió después son los Evangelios y otros libros del Nuevo Testamento. Sabemos que los ‘reportes de testigos visuales’ fueron de hecho escritos con posterioridad a los hechos y también sabemos que la versión oficial es el resultado de deliberaciones del concilio convocado por el emperador romano Constantino tres siglos más tarde.
Los manuscritos ‘gnósticos’, como los documentos de Nag Hammadi o el Evangelio de Judas, aportan versiones diferentes, que la Iglesia suprimió. Incluso sabemos que primero hubo una Iglesia de Jerusalén liderada por el hermano de Jesús, enfocada de manera exclusiva a sus seguidores judíos, que fue suplantada por la Iglesia de Roma que dirigían los gentiles. Mateo, Marcos y Lucas citan a Jesús diciendo a sus discípulos a su llegada a Jerusalén: “En dos días más será la fiesta de Pascua, del pan sin levadura”. Se acercaba la fiesta del pan sin levadura, que es llamada la Pascua. Después, los tres evangelios señalan que Jesús pidió a sus discípulos ir a cierta casa, donde podrían celebrar la cena de Pascua con que se iniciaban los festejos.
Lo siguiente en aclarar es el tema de Elías, el heraldo del Mesías. Según los Evangelios, la gente que había oído hablar de los milagros de Jesús, milagros que eran tan populares como los de Elías, al comienzo se preguntaban si acaso Jesús era realmente Elías. Sin negarlo, Jesús preguntó a sus más cercanos discípulos: “¿Quién dicen ustedes que soy?”. Y Pedro respondió: “Tú eres el Ungido”. Si así es, le preguntaron: “¿dónde está Elías, que debía aparecer antes?”. Y Jesús respondió: “Sí, por supuesto, ¡pero él ya vino!” Y le preguntaron, diciendo: “¿Por qué los escribas dicen que Elías debe venir primero?”. Y él respondió, diciendo: “Elías de cierto vino primero, y restauró todas las cosas… Pero de cierto os digo… Que Elías sin duda ya ha venido”. Si Elías había vuelto a la Tierra, satisfaciendo el prerrequisito para la venida del Mesías, entonces tenía que mostrarse en el Seder y beber de su copa de vino. Como requería la tradición y la costumbre, la Copa de Elías, llena de vino, fue colocada en la mesa del Seder de Jesús y sus discípulos. Jesús tomó el pan sin levadura (llamado ahora Matzoh) e hizo las bendiciones, y lo partió, y entregó partes a sus discípulos: “Y tomó la copa, y después de dar gracias, lo pasó a ellos, y todos bebieron”.
La Copa de Elías estaba allí, pero Leonardo Da Vinci decidió no mostrarla en su pintura La Última Cena, supuestamente basada en los pasajes del Nuevo Testamento. Jesús no sostiene la copa y no hay otra copa de vino sobre la mesa. En vez de ello hay un inexplicable vacío a la derecha de Jesús y el discípulo a su derecha se halla inclinado como para permitir que alguien invisible esté entre ellos. ¿Acaso Leonardo estaba insinuando que un invisible Elías entró por la ventana abierta, detrás de Jesús, y tomó la copa que le pertenecía? En este caso el heraldo habría llegado precediendo alUngido Rey de la Casa de David. Cuando Jesús fue llevado delante del gobernador romano que le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”, Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”. La consecuencia de esta afirmación fue morir en la cruz. Cuando Jesús levantó la copa de vino para bendecir, dijo a sus discípulos: “Esta es mi sangre de la nueva alianza”. SI esas fueron sus palabras exactas, no quiso decir que ellos fueran a beber vino transformado en sangre, una grave transgresión a una de las estrictas prohibiciones del judaísmo desde los tiempos ancestrales, ‘porque la sangre es el alma’. Lo que quiso decir era que el vino en esta copa, la Copa de Elías, era un testimonio de su linaje de sangre. Y Leonardo quiso indicar que, supuestamente, había sido recogida por Elías. La copa desaparecida ha sido durante siglos un tema recurrente, ya que los Cruzados la buscaron; los Templarios se dice que la hallaron y fue traída a Europa… la copa se convirtió en cáliz; era el cáliz que representaba la Sangre Real (Sang Real en francés, del que derivó San Greal o Santo Grial).
La continua represión romana sobre los judíos llevó al estallido de una rebelión, que tomó siete años a los más grandes generales romanos el conseguir sofocarla y llegar hasta Jerusalén. En el 70 d.C., luego de un prolongado asedio, los romanos rompieron las defensas del Templo, que el general Tito ordenó destruir. Aunque la resistencia continuó en otras partes durante tres años más, la rebelión judía llegó a su fin. Los romanos estaban tan satisfechos que conmemoraron su victoria con una serie de monedas que anunciaban al mundo Judaea Capta (Judá Capturada) y erigieron un arco de la victoria en Roma representando los objetos rituales del Templo que habían saqueado. Las monedas judías de la época de la independencia estaban grabadas con la leyenda ‘Año Uno’, ‘Año Dos’, etc., ‘por la libertad de Sión’, mostrando frutos de la tierra como temas decorativos. Sorprendentemente, las monedas, a partir del segundo año, tenían la imagen de un cáliz. ¿Seguía el ‘Santo Grial’ en Jerusalén?
los dioses Anunnaki, ¿volverán? ¿Cuándo se producirá el retorno? Creemos que las profecías del Retorno se cumplirán. La pregunta sobre la fecha del retorno ha preocupado a la Humanidad desde hace más de dos mil años. Pero, ¿cuál será la señal del Retorno y qué nos traerá? ¿Será un acontecimiento feliz o, como ocurrió con el Diluvio, será el fin, tal como se indica en el Armagedón del Apocalipsis? ¿Será una catástrofe, tal vez nuclear, que afectará solamente al Próximo Oriente o será a escala mundial? Estas últimas posibilidades convierten estas profecías en un asunto de sobrevivencia de la Humanidad. Porque Armagedón es el nombre de un lugar específico en una tierra que ha estado bajo las amenazas de la aniquilación nuclear. En el siglo veintiuno a.C., una guerra de los reyes del este contra los reyes del oeste fue seguida por una hecatombe nuclear. Veintiún siglos después los miedos de la Humanidad fueron expresados en unos rollos, encontrados en una cueva cerca del Mar Muerto, que describen una “guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de la Oscuridad’”. ¿Quiénes son estos Hijos de la Luz y estos Hijos de la Oscuridad? Su identificación se presta a múltiples elucubraciones.
De nuevo hoy, en el siglo veintiuno d.C. una amenaza nuclear amenaza el mismo lugar histórico. ¿Se repetirá la historia? Una conflagración aniquilante ha sido representada como parte del escenario del Fin de los Días en Ezequiel. Aunque unos misteriosos Gog y Magog se presentan como los principales instigadores en esa guerra final, la lista de los combatientes se dice que abarca a todas las naciones. Y el foco de conflagración serán ‘los moradores del Ombligo de la Tierra’ que, según la Biblia, son los habitantes de Jerusalén. Es realmente significativo que entre la extensa lista de Ezequiel de naciones involucradas en la guerra final (Armagedón), figure destacada Persia (hoy Irán), el mismo país que está involucrado en la producción de armamento nuclear con la que podría ‘barrer de la faz de la Tierra’ a la gente que habitaHar-Megiddo.
Megido, Mageddo o Meguiddó, es una colina de Israel, situada 90 km al norte de Jerusalén y 31 km al sudoeste de la ciudad de Haifa. Se conoce también como Har Megiddo (en hebreo) y Tell al-Mutesellim (en árabe). En tiempos antiguos, Megido era una ciudad importante, apareciendo su nombre en jeroglíficos egipcios y en escritura cuneiforme: en las “cartas de Amarna“; gozaba de una importante situación estratégica, pues dominaba una vía de comunicación primordial en elValle de Jezreel, a la salida de los desfiladeros del Carmelo, al noroeste de Tanak y en el camino de esta ciudad al Tabor. Era una de las estaciones principales en el camino que seguían los ejércitos en dirección de Egipto a Siria. Tras la ocupación por los hebreos, fue situada en el territorio de Isacar, pero atribuida a la tribu de Manasés.
Sobre su situación, Jakut, geógrafo árabe del siglo XII, dice que “Ledjun es la antigua ciudad de Mageddo que recibió, bajo la dominación romana, el nombre de Legio“. En sus inmediaciones se entablaron tres célebres batallas, una durante el siglo XV a. C. Es un importante lugar arqueológico, un montículo con 26 estratos de ruinas de antiguos asentamientos, conocido por motivos históricos, teológicos y geográficos. Según se narra en la Biblia, este paraje, el Valle de Jezreel, será el escenario donde acontecerá el Apocalipsis (las Revelaciones) o la batalla final entre las fuerzas de la luz, dirigidas por Jesucristo, y las de las tinieblas, guiadas por Satanás o el Anticristo, durante el “Fin del Mundo“, la batalla definitiva de Armagedón. La expresión griega Har Ma·ge·don, tomada del hebreo y convertida en “Armagedón”, significa “Montaña de Megido”, o “Montaña de Asamblea de Tropas”.
Pero, ¿quiénes son Gog y Magog y por qué tal profecía de hace más de dos milenios suena tan actual? Armagedón, una guerra final de Gog y Magog, es además un elemento esencial en el escenario del Fin de los Días del libro profético del Nuevo Testamento, llamado Apocalipsis de San Juan. Relaciona a los instigadores de los sucesos apocalípticos con dos bestias, una de las cuales puede ‘hacer caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de los hombres’. Sólo encontramos una posible enigmática clave para su identificación: “¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666”. Muchos han intentado descifrar este misterioso número 666, suponiendo que se trata de un mensaje codificado perteneciente al Fin de los Días. Debido a que el libro fue redactado cuando comenzó la persecución romana a los cristianos, la interpretación aceptada es que el número era un código relacionado con el emperador Nerón, ya que el valor numérico de su nombre en hebreo (NeRON QeSaR) sumado da la cifra de 666. El hecho que haya ido a la plataforma espacial en Baalbek, posiblemente a inaugurar el templo de Júpiter, en el año 60 d.C. puede-ofrecer alguna pista.
Pero tenemos el intrigante hecho de que 600, 60, y 6 son los números básicos del sistema sexagesimal sumerio, fundado por los dioses anunnaki, de modo que el código podría remontarse a algunos textos anteriores, refiriéndose al hecho de que había 600 Anunnaki, el rango numérico del gran dios Anu era 60, y el rango de la diosa Ishkur/Aada era 6. Y, aún más intrigante, si los tres números se multiplican en vez de sumarlos, obtenemos que 666 = 600 x 60 x 6 = 216.000, lo que representa 100 veces 2160 (los años de una era zodiacal). También tenemos que cuando siete ángeles revelan la secuencia de futuros eventos, no los vinculan a Roma, sino a la ciudad de Babilonia. La explicación convencional ha sido que, así como el 666 era un código para el emperador romano Nerón, así también Babilonia era una denominación simbólica de Roma. Pero cuando fueron escritas Las Revelaciones, Babilonia hacía varios siglos que había desaparecido, y ese libro, hablando de Babilonia, inequívocamente vincula las profecías al ‘gran río Éufrates’, incluso describiendo como el sexto ángel “derramó su copa sobre el gran río Éufrates y sus aguas se secaron para preparar el camino a los reyes del Oriente”. Se habla de una ciudad junto al río Éufrates, no al río Tíber.
Ya que las profecías de Las Revelaciones son del futuro, uno debe concluir que Babilonia no es simbólico, sino que se refiere a una futura Babilonia que se verá envuelta en la guerra del Armagedón (Har-Megido, Monte Megiddo, en Israel). Una guerra que se desarrolla en la Tierra Sagrada de los Dioses. Si esta futura Babilonia corresponde al Irak actual, los versículos proféticos son sorprendentes, porque además de predecir eventos que llevan a la caída de Babilonia después de una espantosa guerra, predicen la partición de Babilonia (Irak) en tres partes, que es algo que se está planteando. Como el Libro de Daniel, el cual pronostica fases de tribulaciones durante los procesos mesiánicos, así Las Revelaciones trató de explicar las enigmáticas profecías del Viejo Testamento al describir una Primera Era Mesiánica con ‘una Primera Resurrección’ de mil años de duración, seguida por un reinado Satánico de mil años, cuando Gog y Magog se involucren en una terrible guerra, y una Segundo Era Mesiánica, seguida por otra resurrección y una ‘segunda venida’.
Inevitablemente, esas profecías generaron numerosas especulaciones a medida que se acercaba el año 2000 d.C. Pero, por un lado, el verdadero punto del milenio, contado desde el nacimiento de Jesús, ya había pasado, ya que Jesús habría nacido el 6 ó 7 a.C. Por otro lado las profecías parecían representar una repetición cíclica de sucesos (la ley del eterno retorno), algo que sólo puede ocurrir cuando la historia y el tiempo histórico se mueven en círculo, donde el punto de partida es el punto final, y viceversa. En este plan cíclico de la historia, es inherente el concepto de Dios como una entidad divina eterna que ha estado presente al Comienzo cuando el Cielo y la Tierra fueron creados y que estará presente en el Fin de los Días, cuando Su Reino sea renovado sobre Su Monte Sagrado. Esto esta expresado en la Biblia y por los últimos Profetas, como cuando Dios anunció, a través de Isaías: “Yo soy, Yo soy el Primero y también soy el Último… Desde el Principio Yo anuncio lo que viene después y desde el comienzo lo que aun no ha sucedido”.
E igualmente en el Libro de las Revelaciones: “Soy el Alfa y el Omega, el Comienzo y el Final, dijo el Señor— lo que es, lo que fue, y lo que será”. Ciertamente, la base de las profecías era la creencia que el Final estaba relacionado con el Comienzo y que el Futuro podía ser predicho porque el Pasado era conocido, si no por el Hombre, al menos por Dios,Según Isaías: “Soy aquel que desde el Comienzo dice el Final, dijo Yahveh”. El Profeta Zacarías predijo los planes de Diospara los Últimos Días en términos del Pasado, o los Primeros Días. Esta creencia, la cual es reafirmada en los Salmos, en Proverbios y en el Libro de Job, fue vista como un plan divino universal para todas sus naciones. El profeta Isaías describe las naciones de la Tierra reunidas y preguntándose unas a otras: “¿Quién entre nosotros puede decir el futuro dejándonos oír las Primeras Cosas?”. Que esto fue un principio universal puede verse en unas Profecías Asirias, cuando el dios Nabu dijo al rey asirio Easrhaddon: ‘El futuro será como el pasado’. Mircea Eliade, filósofo, historiador de las religiones y novelista rumano, ya expresó esta mismo concepto muy lucidamente en su obra “El mito del eterno retorno”.
Este factor cíclico de las profecías bíblicas del Retorno nos lleva a una posible respuesta a la pregunta de la posible fecha del Final de los Días. En Mesoamérica, después de sincronizar dos calendarios, se obtuvo un periodo repetitivo de 52 años en que, luego de una número no especificado de repeticiones, volvería Quetzalcoatl (Toth/Ningishzidda). Y eso nos lleva a las famosas Profecías Mayas, de acuerdo a las cuales parece ser que el Fin de los Días se produciría alrededor del 2012 d.C. Esta fecha surge del hecho que en ese año, dependiendo de como se calcule, la unidad de tiempo Baktun completará su treceava vuelta. Dado que un Baktun toma 144.000 días, puede establecerse un tipo de hito. Sin embargo es necesario señalar algunas posibles suposiciones erróneas en este escenario. La primera es que elBaktun no pertenece a ninguno de los calendarios involucrados con este periodo cíclico de 52 años (el Haab y el Tzolkin) sino a un tercero llamado La Cuenta Larga. Esta Cuenta Larga fue introducido por los Olmecas africanos que habían venido de Mesopotamia cuando Toth fue exiliado de Egipto y continuada por los Mayas. Y la cuenta de días realmente comienza con ese evento, de modo que el primer año de la Cuenta Larga fue en 3113 a.C.
Tal como ya hemos indicado en el artículo “La interrelación entre la Tierra y los otros cuerpos celestes”, quizás más que cualquier antigua cultura de las que conocemos, los Mayas estaban obsesionados con la Astronomía. No sólo eran capaces de proyectar sus cálculos astronómicos miles de años adelante y atrás en el tiempo, sino que desarrollaron un preciso y enigmático calendario de Venus, así como una tabla de eclipses que todavía funciona hoy. También calcularon exactamente el año solar hasta con cuatro cifras decimales. Para lograr estos impresionantes cómputos crearon un sistema matemático sofisticado que utiliza el concepto del cero. Y todo esto mientras Europa todavía estaba inmersa en una época oscura. En una cultura tan compleja como la maya es importante recordar que eso causa diferentes modelos de creencia en épocas distintas. Y es en este contexto que es apropiado limitar nuestras consideraciones de la cultura maya a sólo esas creencias que prestan significado e importancia a la misteriosa fecha indicada en su calendario de cuenta larga: 21 de diciembre de 2012.
Al concentrarnos en esta fecha, encontramos que uno de los indicadores de su probable importancia es que específicamente designa el Solsticio de Invierno. Como este es nuestro punto de partida en nuestro análisis, echemos una mirada acerca de lo que esto podría significar. En primer lugar, es bueno ser consciente de que cada cultura del pasado designó un tiempo específico para marcar el principio de su Nuevo Año: En la antigua Sumeria y Babilonia, el Nuevo Año empezaba con el Equinoccio de la Primavera; En Israel el Nuevo Año se cambió gradualmente al Equinoccio en el Otoño; En el Norte de Europa, el Nuevo Año era celebrado en el tiempo del Solsticio de Invierno; Nosotros todavía observamos esta tradición del Nuevo Año en particular, pero agregando unos días extras para que ahora nuestro Nuevo Año empiece el 1 de enero.
Entonces, en el contexto de esta tradición el Solsticio de Invierno el 21 de diciembre era celebrado como el cumpleaños del Sol, que es la noche más larga del año y por consiguiente, el día más corto del año. Representó el último poder de las fuerzas oscuras de la Naturaleza: la larga noche invernal, cuando las cosas parecían estar muertas y quietas. Y fuera de las profundidades de esta noche más larga, nacía el nuevo Sol. Desde esta fecha el poder de la luz crece poco a poco en fuerza y los días empiezan a hacerse más largos. El Solsticio de Invierno inauguró el nacimiento de un nuevo año solar. El Sol parecía regresar de su viaje anual al Sur y empezaba su lento retorno a las Latitudes del Norte. La salida del sol, el 21 de diciembre, se creía que era como la primera salida del sol, y el comienzo del Nuevo Año era, de hecho, una celebración del principio del Tiempo.
Con este contexto particular en mente, podemos ahora examinar más detalladamente las razones por qué el Solsticio de Invierno en el año 2012 es tan importante. En el calendario maya de la cuenta larga, un ciclo de 5.200 años finaliza en esta fecha, y también apunta a una rara alineación astronómica. De hecho, esta alineación sólo pasa una vez cada aproximadamente 26.000 años. El año 2012 indicado en el calendario de la cuenta larga, ilumina el hecho de que el movimiento Precesional del Sol en el Solsticio de Invierno gradualmente llevará su posición a alinearse con el mismo centro de nuestra Galaxia. Para los mayas, esto es como la última campanada de medianoche en Nochevieja, sólo queen el 2012 el Nuevo Año es el Nuevo Año Galáctico de 26.000 años solares. El Reloj Galáctico estará en el punto cero y comenzará un Nuevo Ciclo Precesional. Pero, ¿qué es lo que es tan importante en relación a la Vía Láctea y por qué los mayas estaban tan interesados en ello?
Nuestra cultura científica ha comprendido finalmente que nuestro planeta, el Sol, y el sistema solar entero tuvieron sus orígenes en el centro de la Galaxia de la Vía Láctea. Nosotros también hemos encontrado recientemente que nuestra Galaxia tiene unos 70.000 años de luz de diámetro, con la mayoría de sus 400 mil millones estrellas concentrados en la gran protuberancia central. Equipados con instrumentos ultravioleta, radiografías y rayos gamma, así como con telescopios de infrarrojos, la mayoría de los astrónomos están ahora convencidos que en el centro de nuestra Galaxia hay un masivo agujero negro de un tamaño inimaginable, millones de veces más grande que nuestro sol. Y ahí es donde la Ciencia y la Mitología coinciden. Pero con respecto a lo que el centro de nuestra Galaxia puede representar en términos de energía y propiedades tiempo/espacio, creo que todavía nadie tiene una pista.
Pero para los antiguos mayas, la Vía Láctea representaba a la Gran Madre Cósmica de donde nació toda la vida. Ellos vieron a nuestra Madre Galáctica a través del cielo nocturno y de alguna manera apuntando al lugar de donde todos nosotros procedíamos. Y a la gran protuberancia central, a su centro, ellos lo percibieron como el Útero Cósmico. Dentro de la protuberancia central está lo que parece un corredor oscuro, conocido como la grieta oscura (dark rift). Los mayas se referían a esto con muchos nombres, pero el más pertinente aquí es su referencia a esta área como el “paso del nacimiento”. Considerando entonces la importancia de la fecha 2012 en el calendario maya, se ha descubierto que ese año específicamente apunta a un periodo de tiempo cuando el Sol del Solsticio de diciembre se alinea con la grieta oscura, el “canal Galáctico del Nacimiento” en la protuberancia central. Es como si el Sol realmente estuviera naciendo nuevamente del Útero Galáctico.
La Cosmología maya no fue escrita en un libro, sino en las mismas estrellas sobre sus cabezas. Todo lo que necesitamos hacer es reconocer las asociaciones existentes y la historia se despliega sola. Así es como en nuestra cultura nosotros hemos construido asociaciones entre el Solsticio de Invierno, el Nuevo Año y el nacimiento de Jesucristo, “ el Hijo de Dios” quien llegó a este mundo como “el salvador de la humanidad “. Con los mayas hemos descubierto otra historia asociada con el Solsticio de Invierno, el Nuevo Año y tal vez el destino de la Humanidad. La alineación astronómica del Ciclo Precesional del Solsticio de Invierno y el Centro Galáctico representa el “Punto Cero” en el Reloj Cósmico, marcando así elprincipio de una Nueva Era. Este hecho nos dice que nace un Nuevo Sol, que un Nuevo Año amanecerá, que un Nuevo Ciclo Galáctico empieza y tal vez la transformación de nuestro Mundo.
Así como el ecuador de la Tierra divide el planeta en dos hemisferios de Norte y Sur, el Ecuador Galáctico es el término astronómico para la línea divisoria de la Vía Láctea, separando la Galaxia en dos mitades. Similar al tiempo del Equinoccio, cuando el Sol parece cruzar el Ecuador de la Tierra y entra así en un nuevo hemisferio, así también en 1998 el Sol del Solsticio de Invierno comenzó a atravesar el Ecuador Galáctico. Considerando que el Sol es tan grande (aproximadamente uno y medio grados de ancho) y el movimiento es tan lento, nuestro Sol no cruzará el Ecuador y entrará totalmente en el nuevo Hemisferio Galáctico hasta el año 2018. Así que nosotros necesitamos entender entonces que la fecha maya de 2012 simplemente es un indicador de este periodo de 20 años de transición – el proceso de nacimiento de la Nueva Era y el punto del principio del Nuevo Ciclo Precesional de 26.000 años.
Es realmente irónico que los descendientes de los colonizadores europeos que vinieron al Nuevo Mundo para llevar el conocimiento a la población indígena, ahora encuentran un calendario/reloj de piedra de estos mismos indígenas marcando el tiempo galáctico. Un calendario adaptado a su entorno cultural, pero que realmente incorpora su visión del tiempo cíclico, el Ciclo Precesional. Este “Gran Año” era conocido hace mucho tiempo por los sumerios, babilónicos, egipcios y los antiguos griegos, pero carecía del marcador en el que empezaba o acababa. De algún modo, a través de las edades, el conocimiento había estado perdido. Quizás el regalo más grande que la cultura maya ha dado a nuestro mundo es elPunto Cero del Ciclo Precessional de unos 26.000 años. A través de la fecha 2012 en su calendario, ellos indicaron la importancia del Ecuador Galáctico y su relevancia en relación al Ciclo Precesional, dándonos así la posibilidad de marcar con precisión el tiempo exacto en nuestro Reloj Galáctico. Sobre el lapso de los 20 años de periodo de transición, cuando el Sol del Solsticio cruce el Ecuador Galáctico y se mueva hacia un nuevo hemisferio, puede ser que estemos siendo testigos del nacimiento de una nueva civilización planetaria.
Continuando con el tema del calendario de la Cuenta Larga, vemos que se representaban las siguientes secuencias de unidades: 1 kin = 1 día; 1 Uinal = 1 kin × 20 = 20 días; 1 Tun = 1 kin × 360 = 360 días; 1 Ka-tun = 1 tun × 20 = 7.200 días;1 Bak-tun = 1 Ka-tun × 20 = 144.000 días; 1 Pictun = 1 Bak-tun × 20 = 2.880.000 días. Estas unidades, cada una un múltiplo de la previa, continuaban más allá del Baktun con valores siempre crecientes. Pero como en los monumentos mayas nunca se superaron los 12 Baktuns, cuyos 1.728.000 días estaban ya más allá de la existencia maya, el 13º Baktun aparece como un importante hito. Además, la tradición maya sostenía que el presente “Sol o Era terminaría con el 13º Baktun”, así que su cantidad de días (144.000 x 13 = 1.872.000), si se divide por 365.25, resulta en 5.125 años, que cuando se resta de 3113 a.C., da como resultado 2012 d.C. ¡Realmente impactante!
No obstante, algunos eruditos señalan que habría que dividir por 360 y no por 362.25. De ese modo, los 1.872.000 días darían 5.200 años, que representan 100 veces el número mágico de Toth: 52. De esta manera el año del Retorno de Toth sería el 2087 d.C. (5200 – 3113 = 2087). También podría afirmarse que la Cuenta Larga es una cuenta lineal del tiempo en lugar de cíclica, por lo que se podría pasar hasta el 14º Baktun o el 15º Baktun. Todo eso, sin embargo, no elimina la importancia de un milenio profético, ya que la fuente del milenio tiene sus orígenes en las escrituras apócrifas judías del siglo 2 a.C. Por ello, la búsqueda de resultados probablemente debería ir en esa dirección. De hecho, la referencia a un milenio definiendo una Era, tuvo sus raíces en el el Deuteronomio, del Antiguo Testamento. Allí se asignó un período de mil generaciones a la duración del pacto de Dios con Israel cuando el Arca de la Alianza fue traída por David a Jerusalén. Los Salmos aplican de manera repetida el número mil a Yahveh, sus milagros y a su carruaje.
La declaración en Salmos es relevante en relación al Fin de los Días y el Retorno. Y según Moisés, refiriéndose a Dios: “mil años, en tus ojos, no son más que un día que ha pasado”. Apenas los romanos destruyeron el Templo, esta declaración de Moises dió origen a la especulación de la manera de descifrar el Fin de los Días mesiánico: si la Creación, el Comienzo según el Génesis, se desarrolló en seis días y un día divino dura mil años, el resultado desde la Creación hasta el Fin sería de 6.000 años. Calculado de esta manera, el Fin de los Días llegaría en el Anno Mundi 6.000. Si aplicamos esta cifra al calendario hebreo de Nippur, que comenzó en 3760 a.C., esto significaría que el Fin de los Días ocurriría en el 2240 d.C. (6000 – 3760 = 2240). Este nuevo cálculo del Fin de los Días puede resultar desalentador o tranquilizador, según lo contemplemos como el inicio de una nueva Era mejor o como un fin catastrófico. Lo interesante de este cálculo es que se halla en perfecta armonía con el sistema sexagesimal sumerio.
Pero no creemos que sea válido, ya que es lineal, mientras que en las profecías se habla de una unidad de tiempo cíclica. Ello nos lleva a contemplar lo dicho por Isaías: “mirar las señales hacia atrás”. En esta búsqueda de periodos cíclicos podemos contemplar dos opciones: el período orbital de 3600 años terrestres, considerado el Tiempo Divino del planeta Nibiru; y el Tiempo Celestial de la precesión de los equinoccios zodiacal. Parece claro que los Anunnaki vinieron y se fueron cuando Nibiru estaba lo más cerca posible del Sol, la Tierra y Marte. Por ello se tiene la tentación de restar 3600 de 4000 a.C. (fecha estimada de la última visita del gran Dios Anu), obteniendo 400 a.C.. Pero si restamos 3600 de 3760 a.C., cuando comenzó el calendario de Nippur, obtenemos 160 a.C. Pero, de cualquier modo, esto implicaría que la siguiente llegada de Nibiru se hallaría en un futuro distante. A esto debemos añadir que los textos hallados indican que la anterior aproximación de Nibiru se produjo hacia el 560 a.C.
Al considerar esta diferencia debemos tener en cuanta que el perfecto SAR (de 3600 años) es un período orbital ideal teórico, porque las órbitas de planetas y cometas varían de órbita en órbita en función del tirón gravitacional de otros planetas a los que se acercan. Tomando como ejemplo el cometa Halley, su período de 75 años realmente fluctúa entre 74 y 76 años. Si extrapolamos esta diferencia a los 3600 de Nibiru, nos llevaría a una diferencia de más o menos 50 años para cada órbita. Pero hay otras posibles razones para variaciones importantes en la órbita de Nibiru. Por ejemplo el Diluvio ocurrió alrededor del 10900 a.C. Y durante sus 120 SARs antes del Diluvio, Nibiru orbitó sin generar tal catástrofe. Después, ocurrió algo inesperado que llevó a Nibiru más cerca de la Tierra de lo usual, que combinado con la disminución de la capa de hielo de la Antártida, provocó el Diluvio. ¿Qué produjo este hecho inesperado?
La respuesta podría estar en la parte exterior de nuestro sistema solar, en concreto en los planetas Urano y Neptuno, planetas con satélites que, inexplicablemente, orbitan en dirección contraria a la usual. En realidad de mueven en el mismo sentido en que se mueve Nibiru. Uno de los grandes misterios en nuestro sistema solar es el hecho que el planeta Urano literalmente yace sobre su costado, ya que su eje norte-sur encara al Sol de forma horizontal en vez de vertical. Según científicos de la NASA, parece como si Urano hubiese sufrido una fuerte colisión alguna vez en el pasado, pero sin saberse con qué colisionó. Podría ser que el objeto que colisionó con Urano fuese el mismo que generó una inmensa y misteriosa cicatriz, junto con un inexplicable surco en Miranda, una luna de Urano, tal como detecto el Voyager 2 de la NASA en 1986. Miranda es realmente una luna muy diferente a los otros satélites de Urano. ¿Pudo una colisión con Nibiru y sus lunas causar estas anomalías? Recientemente los astrónomos han observado que los grandes planetas exteriores no se han mantenido donde se formaron, sino que han ido distanciándose del Sol.
Y este cambio ha sido más pronunciado en el caso de Urano y Neptuno, lo que podría explicar por qué nada sucedió durante muchas órbitas de Nibiru. Pero, de pronto, algo ocurrió. No es disparatado asumir que durante una de sus órbitas Nibiru se encontró con el errante Urano y, posiblemente, una de las lunas de Nibiru golpeó a Urano, inclinándolo en su costado. Incluso podría ser que el causante del golpe fuese la enigmática luna Miranda, que posiblemente era una luna de Nibiru. Al golpear a Urano terminó siendo capturada en una órbita alrededor de Urano. Si hubiese acontecido lo que explicamos, la órbita de Nibiru habría quedado afectada, acortándola hasta cerca de los 3450 años terrestres en vez de 3600, y resultando en una reaparición postdiluviana alrededor de los años 7450, 4000, y 550 a.C. Si eso es lo que sucedió, explicaría el adelantamiento en la llegada de Nibiru hacia el 556 a.C. Y siguiendo esta teoría, se supone que su siguiente llegada sería alrededor del 2900 d.C. Ello implicaría que, si asociamos los profetizados eventos cataclísmicos con el retorno de Nibiru, también llamado Planeta X, todavía faltaría mucho tiempo.
Pero creemos que es incorrecta cualquier referencia a que los Anunnaki limitaron sus venidas y partidas a una corta ventana durante el perigeo de Nibiru. Suponemos que pudieron haber venido en otros momentos, ya que los textos antiguos refieren viajes de ida y regreso de los dioses sin estar relacionados con la proximidad del planeta. Hay además una importante cantidad de relatos de viajes entre la Tierra y Nibiru llevada a cabo por terrestres (como Enoc) que omiten cualquier mención de que Nibiru era visto en los cielos, especialmente teniendo en cuenta que sí hay una referencia de este tipo cuando Anu visitó la Tierra hacia el 4000 a.C. En una ocasión Adapa, un hijo de las relaciones del dios Enki con una mujer terrestre, a quién le fue conferido conocimiento pero no la inmortalidad, realizó una corta visita a Nibiru, acompañado por los dioses Dumizi y Ningishzidda. También Enoc, emulando al sumerio Enmeduranki, fue y volvió a Nibiru al menos dos veces durante su vida terrestre. Esto posiblemente fue posible mediante una nave espacial viniendo desde Nibiru en la fase de entrada al sistema solar conocido, llegando bastante antes del perigeo; o bien en sentido inverso durante la fase de salida de Nibiru del sistema solar.
Una corta visita a la Tierra, como la de Anu, podía tener lugar al combinar las dos maneras antes indicadas para partir. Ello implica que es posible un Retorno de los Anunnaki en un momento diferente al del regreso de Nibiru, lo cual nos vuelve aponer el foco en otro tiempo cíclico, como el tiempo zodiacal. Lo llamamos Tiempo Celestial, como puente entre el Tiempo Terrestre, marcado por el ciclo orbital de la Tierra, y el Tiempo Divino, marcado por el planeta Nibiru. Si el esperado Retorno será de los dioses anunakis más que de su planeta, entonces debemos buscar la solución mediante el reloj que los ha vinculado, el tiempo cíclico zodiacal del Tiempo Celestial. Después de todo, este tiempo cíclico fue inventado por los Anunnaki como una forma de reconciliar los dos ciclos; y su proporción, 3600 años de Nibiru y 2160 años de cada Era zodiacal, representa la Proporción Áurea de 10:6 = 1,6666666666.
Beroso, sacerdote de Babilonia durante el siglo III a. C., estimó que las Eras zodiacales eran momentos de cambio en las relaciones entre dioses y hombres y sostenía que, periódicamente, ocurren catástrofes apocalípticas, ya sea por agua o por fuego, que están determinadas por fenómenos celestiales. Como Maneto, en Egipto, también dividió la prehistoria y la historia en fases divinas, semidivinas, y postdivinas, con un total de 2.160.000 años de duración de este mundo.Sorprendentemente esto son exactamente mil Eras zodiacales. Los investigadores de las antiguas tablillas de arcilla que tratan de las matemáticas y la astronomía quedaron asombrados al descubrir que las tablillas usaban el fantástico número de 12.960.000 como punto de partida. Concluyeron que esto sólo podía estar relacionado con las Eras zodiacales de 2.160 años, cuyos múltiplos resultan en 12.960 (si 2.160 x 6), o 129.600 (si 2.160 x 60), o 1.296.000 (si se multiplica por 600). Y el número con el cual comienza esta antigua lista, 12.960.000, es un múltiplo de 2.160 por 6.000, aparentemente relacionados con los seis días divinos de la creación.
Parece evidente que los más importantes eventos de los dioses que afectaban a los asuntos de los hombres, estaban vinculados a las Eras zodiacales. Cuando comienza cada Era, siempre ocurre algo trascendental: la Era de Tauro señaló el otorgamiento de la civilización a la Humanidad. La Era de Aries estuvo marcada por el desastre nuclear y finalizó con la partida de los dioses. La Era de Piscis llegó con la destrucción del Templo y el inicio del cristianismo. Tal vez el profético Fin de los Días significa en realidad el Fin de una Era zodiacal. Tal vez lo que un ángel dijo a Daniel de ‘tiempo, tiempos, y medio tiempo’ sea una terminología referente a las eras zodiacales. Esta posibilidad fue considerada nada menos que por Sir Isaac Newton, que formuló las leyes naturales que gobiernan los movimientos celestes, tales como los planetas orbitando al Sol. Pero también se interesó por otros temas y escribió extensos tratados acerca de la Biblia y las profecías bíblicas. Consideró los movimientos celestiales que formuló como la ‘mecánica de Dios’ y creía firmemente que los descubrimientos científicos que comenzaron con Galileo y Copérnico y fueron continuados por él ocurrieron cuando había sido predicho. Esto lo llevó a poner especial atención en las claves escondidas en las profecías de Daniel.
En un documento, escrito a mano por Newton, calculaba el Fin de los Días de acuerdo a las profecías de Daniel. Newton escribió sus cálculos numéricos y sus análisis de los cálculos. Un examen del documento revela que los números que usó en los cálculos incluyen varias veces el 216 y el 2160, que implica que estaba pensando en términos de tiempo zodiacal. Para él, ese era el verdadero Reloj Mesiánico. Resumió sus conclusiones apuntando un conjunto de tres franjas de fechas para las claves proféticas de Daniel: Entre 2132 y 2370 de acuerdo a una clave dada a Daniel; Entre 2090 y 2374 de acuerdo a una segunda clave; Entre 2060 y 2370 para el tiempo crucial ‘tiempo, tiempos, y medio tiempo’. Según esto, podría interpretarse que Sir Isaac Newton predijo que el Fin de los Días llegaría en el año 2060. No exactamente, pero probablemente estaría señalando entre 2060 y 2090. El documento original del gran científico británico está archivado en la Biblioteca Nacional y Universitaria Judía, en Jerusalén.
Aquí también queremos hacer referencia a un hecho mantenido en secreto: el ‘Incidente de Phobos’. Se trata de la pérdida, en 1989, de una nave espacial soviética enviada a explorar Marte y su luna Phobos, que se supone hueca. De hecho, no se perdió una nave soviética sino dos. Llamadas Phobos 1 y Phobos 2, ya que su objetivo principal era investigar el satélite Phobos, fueron lanzadas en 1988 para llegar a las proximidades de Marte en 1989. Aunque era un proyecto soviético, fue apoyado por la NASA y agencias europeas. Phobos 1 desapareció, sin que se dieran explicaciones. Phobos 2 llegó a Marte, y comenzó a enviar fotografías tomadas por dos cámaras, una regular y la otra infrarroja.Sorprendentemente, por ambas cámaras pudieron verse imágenes de la sombra de un objeto en forma de cigarro volando en los cielos entre la nave soviética y la superficie marciana. Los jefes de la misión soviética describieron el objeto que proyectó la sombra como ‘algo como lo que algunos pueden llamar un platillo volante .’
Inmediatamente se desvió la nave para hacerla salir de la órbita marciana y acercarse al satélite. La última imagen que envió Phobos 2 mostró un tipo de misil viniendo hacia ella desde el satélite Phobos. Inmediatamente la nave finalizó sus transmisiones, supuestamente destruida por el misterioso cohete. El ‘incidente Phobos’ permanece oficialmente como un accidente inexplicable, pero inmediatamente después se creó una comisión secreta en la que estaban representados los países con programas espaciales. Y esta comisión parece que llegó a conocer temas relacionados con Nibiru y los Anunnaki. Los hechos que derivaron en la formación de este grupo secreto comenzaron en 1983, con el descubrimiento de un nuevo planeta del tamaño de Neptuno por parte del IRAS (Infra-Red Astronomical Satellite) de la NASA, que buscaba en los límites del sistema solar intentando detectar la emisión de calor de los cuerpos celestes. La búsqueda de un décimo planeta era uno de sus objetivos señalados y finalmente encontraron uno, determinando que se trataba de un planeta porque después de seis meses de seguimiento observaron que estaba moviéndose claramente en dirección a la Tierra.
La noticia de su descubrimiento fue rápidamente desmentida, pero condujo a un cambio radical en las relaciones entre los EE.UU. y Rusia, llevando a un acuerdo para la cooperación espacial entre Reagan y Gorbachov y declaraciones públicas del presidente en las Naciones Unidas con las siguientes palabras: “Sólo piensen cuán fácil puede ser su trabajo y el mío en estas reuniones si de pronto hubiera una amenaza a este mundo desde otras especies de otro planeta en el universo… Ocasionalmente pienso con cuánta rapidez desaparecerían nuestras diferencias si tuviéramos que encarar una amenaza alienígena de fuera de este mundo”. En 1989 se aprobó un acuerdo llamado “Declaración de Principios Respecto a las Actividades Tendientes a la Detección de Inteligencia Extraterrestre”, a través del cual se acordaron los procedimientos a seguir después de recibir ‘una señal u otra evidencia de inteligencia extraterrestre’.
Aunque pueda parece demasiado fantástico, todo ello y el incidente del supuesto misil disparado desde el satélite Phobos,pueden indican que los antiguos dioses Anunnaki aun mantienen una presencia en Marte, su antigua Estación de Viaje. Esto podría indicar un plan para disponer de una instalación lista para una futura visita a la Tierra. Todo junto sugiere un intento de retorno de los dioses. El sello cilíndrico que parece referirse a algún tipo de interrelación entre la Tierra y Marte, y que puede verse en la imagen adjunta, es tanto una descripción del Pasado como una predicción del Futuro porque contiene una fecha, una fecha indicada por el signo de dos peces, que corresponde a la Era de Piscis. Tal vez nos avisa de que lo que ha ocurrido volverá a repetirse en la actual Era de Piscis. Si las profecías se hacen realidad, silas Primeras Cosas serán las Últimas Cosas, si el Pasado es el Futuro, la respuesta tiene que ser afirmativa.
Y en noviembre de 2005 se encontraron en Israel las ruinas de una antigua iglesia cristiana del siglo III d.C. Al limpiar un mosaico, se vió que estaban representados dos peces, el signo zodiacal de Piscis. Lo sorprendente del caso es que estas ruinas se encontraron en Megido (Har Megiddo o Armagedón). Estamos finalizando la Era de Piscis y el retorno de los dioses, dicen los signos, ocurrirá pronto. Y la fecha de paso de la Era de Piscis a la Era de Acuario puede variar en función de los criterios de fechas que antes hemos explicado. De todos modos, el alineamiento con el mismo centro de nuestra Galaxia en 2012 hizo considerarse un hito astronómico de suficiente entidad para justificar un cambio de Era.