Aspectos psicológicos de la muerte violenta
La muerte es un tema que podría considerarse común y cotidiano dentro del campo de las ciencias forenses, pero se preguntarán qué tiene que ver la mente dentro de lo físico y sobre todo con la muerte y el cadáver, máxime si consideramos a este último como una fuente insustituible de información para despejar las incógnitas dentro de las investigaciones en los casos de muerte violenta.
2El cadáver no puede ser tomado como un ente separado ni únicamente físico, pues en los casos de muerte violenta, y criminalísticamente hablando, forma parte del "lugar de los hechos" y de los indicios en el mismo. En virtud de que indudablemente existe un intercambio de información entre el cadáver, el sitio, el victimario y la víctima, el cual revela lo que pudiera existir en la mente de las personas en los precisos momentos en que ocurre el deceso, resulta necesario aprender a leer la sim-bología que se deja tanto en la atmósfera como en el cadáver mismo.
3Asimismo, es importante conocer qué procesos psicológicos y emocionales enfrentan los familiares y seres humanos que de forma repentina sufren una vivencia tan fuerte como es la muerte violenta de alguien cercano.
4Los profesionales ajenos al ámbito forense, con demasiada frecuencia, ven a éste como algo denigrante, repugnante y digno de rechazo, debido a que los homicidios, suicidios y accidentes mortales a veces ocurren en circunstancias llenas de misterio, de miedo, de hostilidad y sobre todo repletas de una gama de sentimientos y emociones encontradas, por lo cual debemos dar a conocer el aspecto humanitario dentro del campo forense y la importancia de valorar la mente y el concepto de muerte que se aplica en estos casos. Es un hecho del conocimiento común identificar a los profesionales de esta área como personas caracterizadas por una personalidad con rasgos necrofílicos, aspecto refutable, pues lo que en realidad anima nuestra acción es un interés necrodúlico, entendido éste como la preocupación científica por cierto objeto de estudio, que es el cadáver.
5Algunos autores especializados en el asunto han clasificado el cadáver como cosa (cosificación) sin importarles que alguna vez fue una entidad con vida, que pensaba y sentía.
6La muerte violenta es aquella que se debe ya sea a un mecanismo suicida u homicida, o a un hecho accidental —es decir exógeno al individuo—, los cuales ponen en marcha el proceso, así como a una persona responsable de la misma.
7En contraposición, muerte natural es el resultado final de un proceso morboso en el que no hay participación de mecanismos de producción externos; el mecanismo del proceso morboso es endógeno y, cuando es exó-geno (en el caso de las infecciones), no ha sido inducido. Ejemplos de muerte de este tipo y su etiología hay un sinnúmero, de interés para la investigación en el campo biomédico y el anatomopatólogo clínico.
8Así pues, la muerte violenta comprende casos cuyo mecanismo de producción es claro y evidente, con origen físico, mecánico, biológico o químico. Tal es el caso de los accidentes de tráfico (terrestre, marítimo o aéreo), caídas, precipitaciones, ahorcamientos, y ahogamientos, electrocuciones o fulguraciones, muertes por armas blancas o proyectiles disparados por armas de fuego.
9Además, en muertes violentas se incluyen otras variantes en donde ni el mecanismo ni las lesiones ni el tercero responsable resultan evidentes; tal es el caso de muertes por intoxicación o bien intraoperatorias.
10Los mecanismos de muerte violenta se definen como sigue:
11Homicidio: es resultado de la acción violenta y voluntaria cometida contra una persona y jurídicamente se define como "privación antijurídica de la vida de un ser humano, cualquiera que sea su edad, sexo, raza o condición social".
12Suicidio: consiste, desde el punto de vista jurídico, en "el acto de darse a sí mismo la muerte o procurársela intencionalmente; constituye un esquema valorativo abstracto, un supremo ejercicio de la voluntad sobre el instinto más elemental y primordial: el de la conservación de la vida".
13Accidente: muerte por deceso resultante de la impericia, negligencia, imprudencia o inobservancia de reglamentos o deberes por parte de la víctima o de un tercero. Además, aquí se incluyen las muertes en desastres masivos por fenómenos naturales (inundaciones, sismos, huracanes, etcétera).
14Desde el punto de vista biomédico, la muerte se manifiesta en dos niveles: somático y celular. La muerte somática es la interrupción irreversible de las funciones vitales del individuo como un todo, mientras la muerte celular, en cambio, es el cese de la actividad a nivel de cada uno de los componentes celulares del organismo, hecho este último que no se registra al mismo tiempo en todos los tejidos, como es en el caso de los cilios del epitelio respiratorio, los cuales pueden conservar su actividad hasta por espacio de treinta horas, aspecto importante en la práctica de extirpación de órganos con fines de implantación.
15Así pues, la vida, desde este punto de vista, depende del ciclo del oxígeno, el cual a su vez está determinado por la tríada de funcionamiento: circulación sanguínea-respiración-sistema nervioso central, cuyo objetivo consiste en procurar oxígeno para la actividad celular y el consecuente funcionamiento de los distintos tipos de tejidos.
16En el campo de la medicina forense, se identifican dos tipos de muertes: la aparente y la real. La primera consiste en pérdida del conocimiento e inmovilidad, con actividad mínima o cese transitorio de la circulación y la respiración, hecho momentáneo si se aplican maniobras de reanimación. Por otro lado, la muerte real o verdadera se define como una interrupción irreversible de actividad en los sistemas respiratorio, nervioso central y circulatorio, la cual no siempre es simultánea en los tres sistemas.
17Para nuestros propósitos nos enfocaremos en la muerte somática, real o verdadera, ya que al cesar la actividad vital se inicia una serie de transformaciones denominadas fenómenos cadavéricos, los cuales, al verificarse, ocasionan la dicotomía cuerpo-muerto, cuerpo-cadáver. Al respecto, nuestra Ley general de salud, en su artículo 314, define cadáver como "el cuerpo humano en el que se haya comprobado la pérdida de la vida".
18Dichos fenómenos cadavéricos se dividen en tempranos o abióticos —cuando la morfología macroscópica no sufre alteraciones notables— y los tardíos o mediatos, los que a su vez se diferencian en procesos destructores y conservadores del cadáver.
Fenómenos cadavéricos tempranos
19Los fenómenos abióticos son el enfriamiento, la deshidratación, las livideces, la rigidez y el espasmo cadavérico, los cuales por lo general se suscitan dentro de las primeras 24 horas a partir de la muerte y se encuentran determinados por edad y constitución del individuo, condiciones medio-ambientales (temperatura, humedad) causa y manera de la muerte, y desnudez, entre otros factores. A continuación se anotan las características generales de cada uno de los fenómenos abióticos señalados.
20Enfriamiento: también se le denomina algor mortis; obedece al hecho de que el cadáver trata de igualar la temperatura ambiente y, si ésta es menor que la corporal (37°C), los despojos tienden al enfriamiento, por término medio, el descenso de la temperatura es de un grado centígrado por hora durante las primeras doce horas y de medio grado centígrado en las doce posteriores. Su importancia radica en su potencial indicador del intervalo postmortem.
21Deshidratación: es consecuencia de pérdida de agua; las principales manifestaciones se encuentran en los ojos y constituyen los signos de Stenon-Louis y de Sommer. El primero consiste en hundimiento ocular, pérdida de la transparencia corneal y formación de arrugas en esta estructura. En cuanto al signo de Sommer, éste consiste en una mancha negra en la superficie blanca de la esclerótica al adelgazarse por pérdida de líquido. También sirve como indicador del intervalo postmortem.
22Livideces: son manchas de color púrpura en la piel del cadáver, las cuales aparecen en las partes que quedan en declive; también se las denomina livor mortis. Su fijación se debe a la coagulación de la sangre o a la compresión de los vasos sanguíneos producidas por el endurecimiento postmortem del tejido adiposo; la coloración está determinada por la hemoglobina no oxigenada. Es indicador del tiempo de muerte, así como de cambios en la posición del cadáver.
23Rigidez, inmediatamente después de la muerte, se produce un estado de relajación y flaccidez de todos los músculos del cuerpo; sin embargo, al cabo de un cierto tiempo, variable pero en general breve, se inicia un proceso lento de contractura muscular denominado también rigor mortis.
24Las fibras musculares lisas inician este proceso entre 30 minutos y dos horas después de la muerte y las fibras estriadas entre tres y seis horas posteriores al deceso. La rigidez suele ser completa en un periodo de ocho a doce horas, alcanza su máxima intensidad alrededor de las 24 horas e inicia su desaparición a las 36 o 48 horas. En cuanto a las áreas de secuencia en que se va presentando en términos generales, comienza en músculos de pequeña masa, tales como los de la región de la cara, para terminar en masas de amplio volumen como los miembros inferiores.
25El mecanismo que produce este fenómeno es de orden bioquímico: se trata de cambios de reacción del tejido muscular provocados por el pH ácido, cuyo aumento está correlacionado con la intensidad de la rigidez, pero luego se torna alcalino al desaparecer el rigor mortis. Esta acidificación tiene sus orígenes en la destrucción del ATP (ácido adenosintrifosfato), que se convierte en ADP (ácido adenosindifosfato) y libera una molécula de ácido fosfórico. Como ya no existe transportación de glucógeno hacia las células musculares, una vez agotado éste falta la energía para sintetizar el ATP y la molécula de miosina pasa a un estado de supercontracción que persistirá hasta ser destruida por los procesos de autolisis. La importancia de la rigidez radica en que es un indicador del periodo de muerte.
26Espasmo: es la persistencia en el cadáver de la postura que el individuo tenía en el momento de la muerte. Se trata de un fenómeno poco frecuente, ya que se presenta en traumatismos o enfermedades del sistema nervioso central o del aparato circulatorio. Se distingue de la rigidez en que no se presenta una fase previa de relajación muscular, como se anotó, ya que el espasmo es inmediato al fallecimiento. Es de gran valor en el diagnóstico de suicidio, cuando el occiso aún empuña el arma.
Fenómenos cadavéricos tardíos destructores
27Al igual que las manifestaciones tempranas, existen condicionantes como ambiente, causa y manera de la muerte, edad y constitución del individuo, entre otros, que pueden acelerar o retardar los procesos.
28Autolisis: conjunto de procesos de destrucción molecular de las sustancias orgánicas de las células por la intervención de fermentos o enzimas celulares procedentes de los lisomas; en una primera instancia, las alteraciones se limitan al citoplasma; en un segundo periodo, anárquico o de muerte confirmada, se opera hipocromatosis del núcleo celular, y en una tercera fase, cuya duración es de más de cuatro días, se registra coma-tolosis o desaparición del núcleo.
29Los procesos de necrosis celular que acontecen en la autolisis producen una serie de modificaciones en tejidos, órganos y diversos fluidos corporales: sangre, líquido cefalorraquídeo, humor acuoso y vitreo, etcétera.
30Putrefacción: este fenómeno posee gran importancia en el estudio forense, ya que es la degradación del ecosistema de la materia muerta causada por organismos heterotróficos (desintegradores), como bacterias quizás procedentes del exterior e introducidas a través de boca y nariz, pero sobre todo por las colonias bacterianas del tracto intestinal.
31Según estudios experimentales, la putrefacción se inicia con bacterias aerobias que absorben el oxígeno con rapidez —como Bacillus subtilis, Proteus vulgaris y Bacillus coli); posteriormente se desarrollan colonias de aerobios facultativos —Bacillus putrificus, coli y liquefaciens magnus, además de Vibrio septicus— que terminan de consumir el oxígeno, lo cual impulsa la proliferación de los anaerobios, que son los de máxima acción desintegrativa —Bacillus putridus gracilis, Clostridium welchii, Bacillus magnus anaerobius.
32A causa de la actividad bacteriana, se produce una serie de sustancias químicas entre las que sobresalen:
Gases: hidrógeno, amoniaco, metano, anhídrico, carbónico, nitrógeno, ácido sulfhídrico.
Ácidos: fórmico, acético, propionico, butírico, valérico, palmítico, oleico.
Sales de amonio: sulfuro y carbonato amoniaco.
Ácidos aminados: glicocola, leucina, tirosina.
Cuerpos aromáticos sin nitrógeno: fenol ácido, fenilacético, fenilpropionico e hidroparacumárico.
Ptomainas.
33La putrefacción presenta cuatro periodos o fases bien caracterizados explicados en seguida en forma secuencial:
Periodo cromático: se inicia alrededor de las 24 horas después de ¡a muerte y dura varios días. Su primer indicador es la presencia de la mancha verde abdominal en la fosa ilíaca derecha, pero después se inician los cambios de color en toda la superficie corporal.
Periodo enfisematoso: se caracteriza por la irrupción de gran cantidad de gases que abandonan o desfiguran todas las partes del cuerpo al infiltrarse en todo el tejido celular subcutáneo. Otro fenómeno propio de esta fase es la red venosa superficial, la cual está determinada por la rigidez del músculo cardiaco y por la presión ejercida por los gases. Esta etapa puede durar hasta dos semanas.
Periodo colicuativo: consiste en la licuefacción de los tejidos blandos, en primer lugar el tejido neuronal. Generalmente dura entre ocho y diez meses.
Periodo de reducción esquelética: ocurre en un tiempo promedio máximo de cinco años y en él las estructuras blandas desaparecen por licuefacción y transformación en putrílago. El tejido fibroso suele conservarse durante mayor tiempo.
34Además de los organismos desintegradores constituyentes del ecosistema, en la transformación cadavérica también actúan otros organismos heterotróficos que son los consumidores y que se han denominado auxiliares de la putrefacción.
35En cadáveres encontrados en superficie actúan mamíferos (roedores, carnívoros) y aves (zopilotes, cuervos); en cadáveres en sumersión, lo hacen los peces; estos depredadores no sólo actúan como agentes destructores, sino que mutilan, dispersan y devoran parte del cadáver; al respecto, se han efectuado estudios experimentales para detectar las marcas producidas por este tipo de fauna.
36Asimismo, sobre los cadáveres actúa una gran cantidad de especies de insectos; su estudio ha dado nacimiento a una especialidad denominada entomología forense, que produce investigaciones regionales y locales.
37Los insectos que constituyen la entomofauna cadavérica normalmente son dípteros, coleópteros, microlepidópteros y arácnidos. Éstos se han dividido en ocho grupos que se van sustituyendo unos por otros, ya que son arácnidos por una fase especial de la fermentación cadavérica; las especies que los constituyen pueden variar de región, clima, época del año, ecosistema, etcétera. Dichos grupos han sido denominados "cuadrillas de obreros de la muerte".
Procesos conservadores tardíos: momificación, saponificación (adipocira) y coríficación
38Estos procesos incluyen la momificación, la saponificación —también denominada adipocira— y la corificación. Los tres procesos conservan la morfología externa del cadáver, dependiendo primordialmente del medio de depósito y de la no intervención de organismos heterótrofos.
39La momificación sucede en casos de ambientes secos y con aire circulante; la adipocira es un proceso de transformación de las grasas en jabones por reacción en medios con una humedad constante o bien inmersos en agua estancada, como la de lagos poco profundos; el tercer estado se ha correlacionado con ataúdes confeccionados con materiales que contienen plomo.
40Hasta aquí se han señalado los aspectos de naturaleza biológica que se presentan en los cadáveres, por lo cual a continuación se abordan los aspectos psicosociales vinculados con las muertes violentas.
Aspectos psicológicos de la muerte violenta
41La perspectiva psicológica nos permite conocer los procesos mentales a los que se enfrenta un individuo afectado por una muerte violenta; además del procedimiento físico ya descrito anteriormente, hay aspectos psicológicos cuyo examen podría explicar los móviles y las circunstancias de las muertes.
42En nuestro país el notable incremento de homicidios, suicidios y accidentes es de significativa importancia, por lo que se debe indagar la personalidad de la víctima y el victimario, es decir tratar de entender las motivaciones que los animaban en el preciso momento en que ocurrieron los hechos, los estados emocionales que inducen a una persona a atentar contra otra hasta incurrir en homicidio y, en los casos de suicidio, lo que impulsa a tomar la decisión de quitarse la vida o, inconscientemente, a propiciar un accidente.
43En un alto porcentaje, la depresión es un factor desencadenante en las personas que mueren con violencia; aunque no necesariamente se hayan observado cuadros depresivos clínicamente significativos previos, sí existen de manera latente estos sentimientos:
Tristeza
Irritabilidad
Enojo
Miedo
Deseo consciente o inconsciente de morir
44Tales emociones pueden encubrirse con un aparente estado de ánimo alegre y tranquilo.
45En la práctica diaria se ha apreciado que puede haber causas psicológicas determinantes desde el punto de vista emocional para que consciente o inconscientemente se origine una muerte violenta; las más relevantes de ellas son las siguientes:
Miedo
Desengaños amorosos
Pérdidas materiales
Dificultades familiares
Enfermedades
46Las muertes violentas suelen causar grandes sufrimientos a los familiares y llegan a afectar incluso las relaciones interpersonales.
47La forma de enfrentar el proceso de duelo ante un fallecimiento va a depender del estado emocional y la estructura de personalidad de quien ha perdido a un ser amado y la forma en que éste le fue arrebatado, pues si cuando existe una muerte natural es factible una pronta recuperación en los familiares, ocurre lo contrario en los casos de muerte violenta.
48En nuestro concepto, éstos son los factores que definen la personalidad:
Mente
Cuerpo
Sentimientos
Conducta
49Cuando ocurre una muerte violenta, se afecta el estado de ho-meostasis del grupo social al que el occiso pertenecía, ya que, ante un homicidio, suicidio o accidente, las primeras preguntas que se formulan son: ¿por qué?, ¿cómo?, ¿dónde?, interrogantes que causan inquietud e incertidumbre. Así en los casos de suicidio, la familia del desaparecido siente una tremenda responsabilidad y culpa por lo ocurrido.
50Elizabeth Kübler Ross (1975) es una de las autoras que más estudios han realizado en relación con los procesos psicológicos tanto mentales como emocionales vinculados con una muerte violenta. Ella refiere que el individuo pasa por cinco fases al enfrentar la desaparición de un ser querido, las cuales se intensifican y prolongan cuando la muerte del mismo ocurre en circunstancias violentas.
51Fase 1: Negación
52Al tenerse conocimiento de que un ser querido ha muerto, ya sea porque él decidió quitarse la vida (suicidio), porque lo asesinaron (homicidio) o porque sufrió un accidente, la primera reacción natural consiste en decir "no puede ser verdad". En la mente aparece la idea de que se trata de una equivocación.
53La negación va cargada del sentimiento de angustia, pero funciona como un amortiguador después de una noticia inesperada e impresionante.
54La negación de los acontecimientos vinculados con una muerte violenta es común durante las primeras horas y semanas, tanto de los allegados a la víctima como del propio victimario, dado que es un estado tan angustiante que puede desequilibrar emocionalmente al individuo. La mente utiliza la negación de los sucesos como un equilibrio para no desorganizarse; este procedimiento se manifiesta sobre todo en los familiares de las víctimas al recibir la noticia de la muerte, sobre todo en los casos de suicidio.
55La forma en que la familia y en ocasiones los victimarios enfrentan la muerte violenta va a depender de la manera en que se sucedan los acontecimientos y la relación que podría existir en los casos de homicidios entre el autor del homicidio y el occiso, siendo diferente la actitud cuando se trata de personas conocidas por la víctima.
56Fase 2: Ira
57Es el segundo paso dentro de un proceso de duelo en donde los sentimientos de ira. rabia, envidia y resentimiento se hacen presentes.
58Después de recibida la noticia, surge en la mente de las personas cercanas a la víctima y al victimario la pregunta: ¿por qué?, planteada con una gran carga de malestar.
59En !a fase de ira se enfrenta con gran hostilidad y agresividad física al victimario en los casos de homicidio; es decir, en la familia de la víctima existe el deseo de venganza, de tratar de reparar el dolor mediante el castigo físico victimario, en el que se proyecta la ira directamente.
60Fase 3: Pacto
61El pacto puede durar breves periodos. Mentalmente es una búsque-aa de aceptación y entrenamiento de la muerte como algo que no puede posponerse y como algo inevitable. En esta fase psicológicamente se intenta hacer promesas la víctima.
62En los casos de suicidio, a menudo la familia muestra sentimientos de culpabilidad y en ocasiones se responsabiliza de los hechos; ante esta circunstancia, y como medio de reparar el daño, se formula una promesa simbólica la víctima en cuanto a evitar en el futuro comportamientos que en determinado momento la molestaban o le desagradaban.
63Fase 4: Depresión
64Es el enfrentamiento inminente ante la pérdida física del individuo y ante los procedimientos de descomposición que presenta el cadáver.
65A los sentimientos de depresión se unen el llanto y el desaliento; en la mente de los familiares sólo existe la imagen de los hechos en los casos en que hayan presenciado la muerte violenta; en esas circunstancias se aprecia la disminución de las capacidades psicomotrices, desinterés en la vida y una profunda tristeza.
66Socialmente, ante una muerte violenta la tendencia común consiste en tratar de brindar ayuda emocional mediante palabras de consuelo e intentar animar a las personas; sin embargo, a nivel inconsciente lo que se refleja es nuestra propia dificultad para enfrentar la muerte.
67Fase 5: Aceptación
68Ocurre cuando se admite la inevitable realidad y se traduce en cambios dramáticos de ambiente, la casa, el trabajo, etcétera, los cuales deben irse superando al correr del tiempo. También es preciso entonces empezar a fijar nuevas metas y horizontes, aprendiendo así a enfrentar la actitud ante la muerte.
69En el caso de las muertes violentas, es menester que los profesionistas de las áreas forenses conozcan cada una de las etapas de un proceso de duelo, para poder proporcionar la mejor orientación e interpretación de los hechos que se investigan, ya que la finalidad esencial ante una muerte violenta es descubrir la verdad histórica, por lo que las evidencias son instrumentos de lucha en la búsqueda del lenguaje, la comunicación y enseñanza que dejan los occisos.
70Las pautas psicológicas son de gran apoyo en la investigación, ya que permiten una aproximación simbólica e interpretativa de la relación de la víctima con el victimario y la estructura de personalidad de esta última, por lo que no ha de olvidarse que el individuo es un ente biopsi-cosocial y que no puede ser comprendido si únicamente se analizan algunos de sus componentes.
71El estado emocional que prevalece ante las muertes violentas es de significativa importancia; de ahí que, por ejemplo, en los casos de suicidio, se deba examinar no sólo el lugar y las evidencias o los instrumentos empleados, sino los antecedentes emocionales de la víctima y su relación con el medio ambiente; asimismo, es necesario interpretar tanto los recados póstumos como el mensaje que pretendieron dar ante su muerte.
72Las expresiones faciales nos permiten interpretar simbólicamente la presencia de mensajes a través de una mirada tierna, de miedo, de angustia, de desesperación, de tristeza, ante el momento de la muerte violenta.
73Todos los aspectos que reflejan de una u otra forma el momento previo a la muerte violenta tienen su apoyo también en los datos criminalísticos; por lo tanto el cadáver es un ser que merece todo el respeto.
74A las fases psicológicas antes descritas las afecta un hecho que aún no hemos mencionado: la percepción filosófica de la muerte dentro del contexto religioso.
75En nuestro país, este aspecto está predominantemente inmerso en un contexto judeocristiano, pero con características muy propias derivadas de la herencia del México profundo o indígena, transculturación que no sólo se debe observar en el "Día de muertos", sino que influye, en tal forma, tanto en las fases psicológicas indicadas como en la manera de disponer el cadáver al inhumarlo, al igual que en el ritual funerario de velación.
76Olvidar lo anterior de nuestra parte sería un error; más aun cuando se trata de "cuerpos sin identidad", en donde la investigación forense no sólo tiene importancia primordial en la identificación del cadáver y sus consecuencias jurídicas, sino al seno familiar rendirle un culto religioso.
77Antes que terminar el presente documento, con una o varias conclusiones, preferimos elaborar y compartir con ustedes una serie de cuestionamientos.
Debemos ver el fenómeno de la muerte sólo dentro del contexto sociocultural, o bien en cada uno de los tres niveles que constituyen al hombre: biológico-psicológico-sociocultural, como una unidad indivisible.
El proceso de cambio del cuerpo-muerto a cuerpo-cadáver debe considerarse sólo como una "cosa" u "objeto de estudio", en donde se producen una serie de transformaciones químicas y biológicas, o bien dentro de un contexto cuyas alteraciones están íntimamente relacionadas en un modelo de interdependencia.
En las muertes violentas, ante una pérdida de vida circunstancial, la reacción de los familiares es una actitud de desesperación e impotencia o bien de afán de esclarecer técnica y científicamente lo que las produjo y la forma en que ocurrieron. O debemos considerar a esto último como un mero formulismo jurídico.
78Lloramos la muerte de un ser amado, pero las lágrimas no deben ser de sufrimiento, sino de regocijo, pues aquél sólo se adelantará un paso a lo que finalmente será el destino de cada uno de nosotros: la muerte que nos conducirá a la inmortalidad.
BIBLIOGRAFÍA
Bibliografía
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Thomas, Louis-Vincent, El cadáver, México, FCE, 1989.
Vargas Alvarado, E., Medicina forense y deontología médica, México, Trillas, 1991.
AUTORES
Jesús Luy Quijada
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal
Maura Ramírez González
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal
© Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1997
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