RITUALES: DECAPITAR Y DEGOLLAR, TECNICAS PSICOLOGICAS DE ISIS


Decapitar o degollar, son métodos de acabar con la vida de una persona o de un animal para ser sacrificado. La decapitación es una horrible y odiosa técnica empleadas por los islamistas diciendo defender a Mahoma y sus enseñanzas, técnicas empleadas para ser aplicados a todo lo que consideran infieles sean estos judíos, cristianos y contra todos aquellos que no sean mahometanos o musulmán. Esa conducta plantea algunos interrogantes a los que inevitablemente nos tenemos que enfrentar por acontecimientos que actualmente acaparan el interés mundial.
Son asesinatos rituales, realizados según prácticas recomendadas por textos tradicionales musulmanes. No se trata de culpar a todos los musulmanes, ni al Islam en su conjunto de estas atrocidades, cometidas por los yihadistas de ISIS, utilizan el cuchillo, el hacha o la espada por razones rituales.
Hay que preguntarse qué clase de gigantesco fracaso conduce a poner en práctica y publicitar estas atrocidades en nombre de una religión que aprueba la yihad (guerra santa), con mecanismo de ejecuciones, aislados de un contexto escritural para sacar un pretexto o darle otras formas de interpretación hermenéutica para fines o propósitos de justificación de imponer una creencia o ideales políticos implementando el terror por fanáticos extremistas que usan tales acciones.
Recientemente el mundo se horrorizó con los videos del salvaje corte de cabezas de dos periodistas norteamericanos y un humilde trabajador de un organismo no gubernamental humanitaria ON’G, a manos de miembros del grupo extremista conocidos como Estado Islámico, produciendo una avalancha de reacciones en las redes de la comunicación moderna, surgiendo una dialéctica sobre tales hechos, motivando aunar las raíces históricas de la decapitación en diversas culturas a lo largo de los siglos.
                                                                                  Puntos de vista

Para Francesco Zannini, (profesor en el Instituto Pontificio de Estudios Árabes e Islámicos), actualmente se asiste a un salto ideológico del “fundamentalismo islámico, de grupos extremistas y terroristas”, según el cual la figura del enemigo es todo Occidente. En su opinión, las últimas decapitaciones de rehenes occidentales en Irak, obedecen a un intento de poner de rodillas a Occidente.
Si bien la decapitación existe en la historia del islam, decapitar no es un castigo previsto por las reglas islámicas, estaba tal vez previsto en el pasado, pero no es un castigo específico, y sobre todo no es específico para los enemigos. Hay textos que ordenan matar a los enemigos del islam, pero no ordenan cortar la cabeza. El Corán no habla de ello. Y menos los “hadith” (los dichos del profeta Mahoma).
La elección de la decapitación y el uso de los medios de comunicación para difundir las imágenes en criterio de Zannini, solo se realiza para atraer la atención y amenazar para poner de rodillas a Occidente golpeando “la psicología de masas”, siendo esto un salto ideológico, donde el enemigo se ha convertido en todo occidente como tal, según el profesor del Vaticano se trata de un marco ideológico que justifica la Yihad total, si bien es cierto que en Irak los que matan pueden ser musulmanes, pero también ateos que usan la careta del islam o algún servicio secreto.
Ante este panorama, “los propios musulmanes están estupefactos”, admite el profesor del Instituto Pontificio: Se sienten ante algo inaudito y nuevo, aunque recuerdan las luchas del pasado están asombrados por lo que está ocurriendo hoy.
Hasta algunos Hermanos Musulmanes en Egipto nos han confesado su estupor. Los Hermanos Musulmanes ven que los terroristas iraquíes en parte se guían en su ideología, pero ellos mismos creen que “hacen mala publicidad del islam”.
Según la biografía sacralizada de Mahoma, escrita por Ibn Ishaq, Mahoma mismo sancionó la masacre del Qurayza, una tribu judía derrotada en el siglo VII. Designó a un árbitro que pronto rindió este juicio: los hombres debían ser sometidos a la muerte, las mujeres y los niños vendidos como esclavos y el botín dividido entre los musulmanes.
Mahoma ratificó este juicio, indicando que era un decreto de Dios pronunciado por encima de los Siete Cielos. Así, entre 600 y 900 hombres del Qurayza fueron conducidos por orden de Mahoma al Mercado de Medina. Las zanjas se cavaron, los hombres fueron decapitados y los cadáveres enterrados en las zanjas, mientras Mahoma lo presenciaba. Las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos y varios de ellos fueron distribuidos como obsequios entre los allegados a Mahoma. Las propiedades de Qurayza y otras posesiones (incluyendo las armas) también fueron divididas como botín adicional entre los musulmanes, a fin de sostener las campañas adicionales del yihad.
Para el articulista Rubén Kaplan, se tenía años que no se practicaba este modo de ejecución para la intimidación, pero recientemente fue retomado por el desaparecido extremista Abu Musab Al- Zarqaui. Zarqaui (fallecido en un bombardeo en 2006), fue un terrorista jordano salafista de Al-Qaeda, sindicado de haber decapitado en 2004 al contratista civil americano Nick Berg, y otro civil de la misma nacionalidad, Eugene Armstrong, en septiembre del mismo año en Irak.
La saga de decapitados por fundamentalistas islámicos, incluyó a personas de diferentes nacionalidades y credos, como el americano Jack Hensley, el coreano Kim Sun- il, los ciudadanos búlgaros Georgi Lazov e Ivalo Kepov, el turco Dumus Kumdereli, el británico Ken Bigley y el japonés Shosei Koda. La horrenda metodología para asesinar, fue utilizada también en 2002 por el grupo yihadista punjabi Lashkar-e-Jhangvi en Pakistán, para degollar, después de torturar ferozmente por su doble condición de americano y judío al periodista de The Wall Street Journal, Daniel Pearl.

                                      Interpretación del Corán
Al-Mawardi, (jurista de Bagdad, erudito prolífico que vivió durante la llamada Edad Dorada islámica del califato de Abbasid-Baghdadian y fallecido en 1058). Escribió la siguiente cita, basándose en interpretaciones extensamente aceptadas del Corán y Sunna (es decir, las palabras y los actos registrados de Mahoma) con respecto a los presos infieles de campañas del yihad: "En cuanto a los cautivos, el emir [gobernante] tiene la elección de tomar la acción más beneficiosa de cuatro posibilidades: el primero, condenarlos a muerte cortándoles los cuellos; el segundo, esclavizarlos y aplicar las leyes de la esclavitud con respecto a la venta y la liberación; el tercero, vale de bienes o presos; y cuarto, mostrarles favor y perdonarlos. Alá, que sea venerado, dice, `Cuando usted se encuentre con aquellos (infieles) que niegan (la Verdad = Islam) entonces córtales el cuello (Corán sura 47, verso 4)"....Abu'l-Hasan al-Mawardi, al-Ahkam as-Sultaniyyah." (Las Leyes del Gobierno Islámico, traducido por el doctor Asadullah Yate, (Londres), Ta-Ha Editores Ltd., 1996, p. 192.).
En efecto, tales reglas fueron recalcadas por las cuatro escuelas clásicas de jurisprudencia islámica, a través del vasto imperio musulmán. Por siglos, desde la península ibérica hasta el subcontinente indio, las campañas de yihad emprendidas por los ejércitos musulmanes contra los infieles (judíos, cristianos, zoroastristas, budistas e hindúes), fueron puntualizadas por masacres, con decapitaciones masivas. Durante el período de dominio musulmán, los cristianos del Toledo íbero, que inicialmente sometieron a sus invasores musulmanes árabes en 711 o 712, luego se rebelaron en 713. En la dura represalia musulmana resultó que Toledo fue saqueado y todos los cristianos prominentes fueron degollados. En el subcontinente indio, Babur (1483-1530), el fundador del Imperio de Mughal, quien es venerado por historiadores revisionistas modernos como un parangón de la tolerancia musulmana, registró el siguiente párrafo en su autobiografía, `Baburnama,' acerca de los presos infieles de una campaña de yihad: "Los que fueron introducidos vivos [al rendirse] fueron decapitados, y luego una torre de cráneos fue erigida en el campo." (Las Memorias, Baburnama de Babur, el Príncipe y el Emperador, traducido y redactado por Ruedero M. Thacktson)).
En otro orden para justificar el horrendo crimen que se vio por vídeo y estremeció a occidente, el polémico Hussein Bin Mahmoud, invoca el versículo (sura) 4:7 del Corán que dice en su comienzo: “Cuando te encuentres con los no creyentes, (en la batalla) golpea sus cuellos hasta despedazarlos”. Cabe señalar que en el rango de no creyentes o infieles, se encuentran todas las religiones que no creen en Alá y su profeta Mahoma.
En el foro” Shumoukh Al-Islam”, el mismo Mahmoud escribió el 21 de agosto, que la decapitación era una forma efectiva para aterrorizar a los enemigos del Islam y subrayó que en virtud de la ley islámica, la Sharía, Foley era un harbi, es decir un no musulmán cuya vida no estaba salvaguardada por un acuerdo de protección. “La decapitación de un harbi infiel es un acto bendito por el que se recompensa a un musulmán”. Sostuvo además que el Islam permite y fomenta ese tipo de actos, ya que es una religión de guerra y lucha.
Leer algunos extractos de la nota de Hussein Bin Mahmoud, causa estremecimiento pero posibilita comprender cabalmente la ideología de los radicales islámicos. “Cortar la cabeza de los infieles es un acto cuya licitud la umma (comunidad de creyentes del Islam) acuerda”.
Eras aclarar que él se opone a matar musulmanes, Bin Mahmoud continúa: “En cuanto a decapitar infieles judíos, cristianos y alauitas, así como los chiitas apóstatas, que cometen crímenes contra los musulmanes, deben ser aterrorizados, llenados de temor y decapitados sin ningún respeto. El corte de cabezas es parte de la tradición de los Compañeros del Profeta. En el Corán Allah ordenó cortar los cuellos de los infieles, y alentó a los musulmanes a hacer esto.”

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