Mi amigo boliviano Rodolfo, gran conocedor y difusor de la cultura aymará, me había aleccionado hace tiempo de la diferencia entre su pueblo y los violentos inkas, cosa que me justificó mejor el último día que nos vimos. Al recordarme que los incas dominaron a los aymarás en el siglo XIII (de repente, y sin que se sepa cómo), me acordé de que lo mismo sucedió con la sorpresiva irrupción de los aztekas, en Méjico, sobre los toltecas. En pocas palabras, esa gente blanca y barbuda que había venido del mar se presentaron como “dioses” y les engañaron: ya sabemos que los templarios fueron el antecedente de los piratas.
¿Fue en el mismo siglo?
“San Google” nos lo confirmó al momento.
Tras unos minutos, me demostró, a través de la grafía, las relaciones entre los aymaras y los mayas (su respectiva forma de escribir es al revés pero las dos palabras se encuentran) y rápidamente llegamos a la conclusión de que los violentos sistemas de gobierno tanto de aztecas como de incas (los gobernantes de ambos pueblos eran blancos y realizaban sacrificios humanos) y la repentina forma en que se rindieron ante los poquísimos conquistadores españoles fue sospechosamente parecida.
Intuitivamente me di cuenta: “¿Puede ser que esos reyes y esas dinastías aztecas e incas fueran en realidad templarios, y por eso cuando llegaron los españoles se plegaron a ellos?”
Y acto seguido me dio la clave: el eminente arqueólogo francés Jacques de Mahieu.
Para mí (y para todos los que no hayáis oído hablar de él), uno de los mayores descubrimientos de los últimos años. Una mina. Y en perfecto castellano.
Mahieu describe pormenorizadamente el ascenso y los modos de gobierno de la Orden del Templo del Rey Salomón y, cronológicamente, coincide su destrucción con la aparición de los “imperios” azteca e inca que sojuzgaron a los pacíficos pueblos mesoamericanos y andinos. Que de ahí obtenían la plata y el oro para la construcción de las 80 catedrales góticas europeas es algo que ya he contado antes, pero gracias a Mahieu las piezas encajan perfectamente: construyeron encomiendas en América previamente a que, cuando fueron disueltos en Europa, conquistaron esos pueblos, que luego debieron dar a la Corona de Castilla (en nombre del Papa) cuando se representó la opereta de la conquista de América que, con esta excepcional conferencia queda derrumbada por completo.
Clase magistral: si no os da tiempo a verla hoy, preparad su visionado para en cuanto podáis. Es otro rumbo en la Historia.