Mensaje occidente: Para entender el Yihad

El Islam quedó a salvo de la influencia de la ‘no-violencia’. En muchos puntos se asemeja más a lo más puro de las gestas religiosas antiguas. Es una violencia santa, purificadora, constructora del ideal musulmán.

Esto hace más compleja la comprensión de las aplicaciones prácticas del Yihad. 

En su mentalidad el Yihad es el esfuerzo santo por aplastar toda opresión y terror. El ideal religioso está por encima de los propios intereses. Por ello da sentido y une a pueblos distintos con visiones y anhelos muy diferentes entre sí. Es una fuerza incontenible que une lo religioso con lo práctico. El mundo se divide en territorio de fieles y tierras infieles. Defender las tierras del Islam es defender a Allah vulnerado en una agresión. Conquistar tierras no es un acto de expansión territorial sino una obra piadosa agradable a Allah, quien devolverá con creces el sacrificio. Cuando lucha por su pueblo amenazado por una fe o potencia extraña al Islam, es Allah quien recompensará este ‘préstamo santo’. Cualquier combate que afecte al Islam, en resumen, es un combate en nombre de Allah y para servicio de Allah. Cualquiera que sea el demonio que haya que combatir, el Yihad se ofrece como el ‘exorcismo’ capaz de conjurarlo y expulsarlo temporal o definitivamente, según sea el impulso espiritual con que se haya combatido. Sólo así se alcanza la ansiada Salam – la paz – amada por todo musulmán como la realización máxima de su ideal. No se busca sino la paz. Pero no la paz entendida como la creen los pacifistas, sino que vuelve a encontrarse – si bien desde campos opuestos – con las auténticas tradiciones cristiana y judía. La paz sólo puede ser entendida como el imperio absoluto e irrestricto de Dios, quien gobierna en todo y para todo. Si Allah es uno, uno ha de ser el mundo bajo Su mano. Si Allah es el Señor de los mundos, todos los mundos han de estar bajo Su dominio. Por ello es imposible para los occidentales modernos comprender el alcance del Yihad. Entender, por ejemplo, por qué ante sus ojos no tienen validez los Estados creados por la fuerza por poderes extraños al Islam. Sólo entendiendo desde esta perspectiva se puede comprender la enorme fuerza con que se lucha y se anhela el dominio de todo para extender la “paz verdadera”, que es el gobierno de Allah, donde toda injusticia es superada y todo mal remediado. Como vemos, resulta infantil suponer que el Yihad está movido por caprichos culturales como, por ejemplo, irritación al contacto con la cultura occidental. Y absurda resulta la interpretación de Yihad desde el punto de vista Marxista, donde todo es motivación humana y la causa final de las guerras es la economía. Lo que debemos entender del Yihad es que es una motivación fuertemente impulsada por odio religioso, que no detendrá al terrorista en su intento de obrar en nombre de Dios y por una causa “pacífica”. Para combatir una guerra santa no se puede recurrir a provechosos acuerdos comerciales ni a vergonzosas claudicaciones de legítimos derechos para contentar las intentonas terroristas. Una guerra movida por un ideal sólo puede ser combatida por un ideal contrario, más alto, más noble y que busca la verdadera paz, esto es, dar tranquilidad en el orden. Mientras Occidente no comprenda esto el Yihad crecerá y aliado del Terror Rojo será imparable.

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