SOY UN HOMBRE CON ALMA DE REPTIL

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Soy el lagarto. Soy el reptil.
Cuando a lo hondo me asomo
del blanco abismo
que soy yo mismo
siento un vértigo a plomo,
huyo a la sombra y corro
a refugiarme de la claridad,
y me deslizo sinuoso y veloz
bajo la roca,
donde los astros son mucho más fáciles
de comprender,
donde las trémulas venas
no llegan a arder.

Sangre fría;
mentes en ebullición,
cuarzo y sílex en el corazón.
El que está dentro yo soy.
Y aquí me quedo.
Quieto. Sintiendo.
Y comprendiendo.
Muevo la bífida lengua,
arriba abajo, derecha o izquierda,
buscando la huella olfativa
que la emoción
deja suspensa en la tarde
mientras el sol ya se ha puesto en las nubes,
queda el calor,
cuando la luna aún no ha salido
tras las montañas
y vibra el color.

Entre las algas del Tiempo
siento el Frío.
Voy comprendiendo.
Como culebra de cristal.
Quieto. Reptil.
En mi cubil



Soy una parte del Universo
y el Universo es parte de mí;
vivo y existo desde que existe;
mientras exista, existiré.
Soy el reptil
en su cubil.
Soy una sombra; soy un fulgor.
Soy el reflejo que deja en los ojos
el resplandor.

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