El combate es siempre preludio o posibilidad de muerte y, por tanto, generador de miedo. Sin embargo, apenas hay referencias al temor físico al dolor y a dejar de existir.
El yihad, para algunos el sexto pilar del Islam, está determinado por dos factores independientes y distintos entre sí que han de mantenerse armoniosamente unidos. Por una parte, su faceta material encaminada a hacer lo más rentable posible la acción del combatiente en pro de la victoria sobre el enemigo, y por otra, la espiritual, la que debe regir con fidelidad sus actos interiores. Ambas facetas, estrechamente unidas, confundidas en una sola, constituyen la base de la escatología del yihad, con los siguientes elementos: la acción de los combatientes es la más relacionada con la escatología porque pone al hombre en contacto directo con la muerte. El miedo a la muerte y a la otra vida se transforma en una sublime y deseada secuencia: valor, muerte vivificadora y vida perdurable en el Paraíso. Entre ellos, el que muere cumpliendo todos los requisitos exigidos, es un mártir (-ahd) y, por eso, tiene asegurada la entrada directa en el Paraíso. Los mártires, con un trato y ubicación de privilegio entre los bienaventurados, experimentarán el gozo sobrenatural de la contemplación de Dios o teofanía.
El yihad, para algunos el sexto pilar del Islam, está determinado por dos factores independientes y distintos entre sí que han de mantenerse armoniosamente unidos. Por una parte, su faceta material encaminada a hacer lo más rentable posible la acción del combatiente en pro de la victoria sobre el enemigo, y por otra, la espiritual, la que debe regir con fidelidad sus actos interiores. Ambas facetas, estrechamente unidas, confundidas en una sola, constituyen la base de la escatología del yihad, con los siguientes elementos: la acción de los combatientes es la más relacionada con la escatología porque pone al hombre en contacto directo con la muerte. El miedo a la muerte y a la otra vida se transforma en una sublime y deseada secuencia: valor, muerte vivificadora y vida perdurable en el Paraíso. Entre ellos, el que muere cumpliendo todos los requisitos exigidos, es un mártir (-ahd) y, por eso, tiene asegurada la entrada directa en el Paraíso. Los mártires, con un trato y ubicación de privilegio entre los bienaventurados, experimentarán el gozo sobrenatural de la contemplación de Dios o teofanía.