El teatro es un arte de naturaleza política. El teatro es una forma de ver el mundo de manera colectiva para poder comprenderlo mejor, para intentar vivir mejor. El teatro es la experiencia de reflexionar colectivamente sobre lo que nos pasa personal y grupalmente. Además, este espacio, el Teatro del Barrio, pretende ser más que un teatro. Quiere ser un lugar donde muchas personas se junten para imaginar otra forma más justa y placentera de habitar el mundo.
El sistema había creado una extensa red de dependencias para que sintieras que o estabas dentro del sistema o estabas muerto. Es decir, que o eras capaz de comprarte un piso, tener un trabajo fijo, etc. o tu vida corría peligro. En esos últimos años ha sido este mismo sistema el que ha dejado sin trabajo y sin casa a miles y miles de personas, expulsándolas. Tras el impacto brutal del vacío, muchas de esas personas han comenzado a darse cuenta de que fuera del sistema… está la vida, aunque muchos ya han perdido su vida por esta brutal exclusión.
Nunca la solución a la situación actual podrá ser volver a lo que teníamos, volver al sistema, volver a un falso bienestar, a una falsa democracia. Una democracia de apariencias patrocinada por los préstamos bancarios. Lo realmente apasionante y revolucionario es encontrarnos en este momento con la necesidad ineludible de comenzar a construir algo nuevo. Lo nuevo que inventemos deberá nutrirse de todas las experiencias de emancipación anteriores. Y, sin lugar a dudas, tendrá muchos elementos del anarquismo, del comunismo y del socialismo, pero será algo nuevo, reconociendo quizá nuestra deuda con una de las sensibilidades más perseguidas, ignoradas y despreciadas, como es precisamente, el anarquismo. Lo que muchos demandamos en estos momentos es que nos dejen gestionar nuestra propia vida en común. Recuperar nuestra propia capacidad para hacerlo bien, para hacernos bien, por nosotros mismos.