En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que tiene lugar el 10 de septiembre de cada año, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que la pandemia por COVID-19 ha exacerbado los factores de riesgo asociados a las conductas suicidas y llama a priorizar su prevención.
Diferentes estudios han mostrado que la pandemia ha amplificado los factores de riesgo asociados al suicidio, como la pérdida de empleo o económica, los traumas o abusos, los trastornos mentales y las barreras de acceso a la atención de salud. Un año después del inicio de la pandemia, alrededor del 50% de las personas que participaron en una encuesta del Foro Económico Mundial en Chile, Brasil, Perú y Canadá declararon que su salud mental había empeorado.
“El suicidio es un problema de salud pública urgente y su prevención debe ser una prioridad nacional”, aseveró Renato Oliveira e Souza, jefe de la Unidad de Salud Mental de la OPS. “Necesitamos de una acción de toda la sociedad para poner fin a estas muertes, y requerimos del compromiso de los gobiernos para invertir y crear una estrategia nacional integral que mejore la prevención y la atención del suicidio”, subrayó.
Con una de cada cien muertes, el suicidio sigue siendo una de las principales causas de muerte en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cada año, mueren más personas a causa del suicidio que por el VIH, la malaria o el cáncer de mama, o que por la guerra y los homicidios. Entre los jóvenes de 15 a 29 años, el suicidio fue la cuarta causa de muerte a nivel mundial, después de los accidentes de tráfico, la tuberculosis y la violencia interpersonal.
De acuerdo con las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2019 de la OMS, 97.339 personas murieron por suicidio en las Américas en 2019 y se estima que los intentos de suicidio pueden haber sido 20 veces esa cifra. Los hombres representaron alrededor del 77% de todas las defunciones por esta causa y, aunque se han hecho progresos en intervenciones basadas a la evidencia en la prevención del suicidio, muchos países siguen teniendo tasas crecientes.
“Perder a un ser querido por suicidio es desgarrador y es algo que podemos prevenir”, afirmó Oliveira e Souza. Las recientes orientaciones VIVIR LA VIDA, de la OMS, pueden apoyar los esfuerzos nacionales y ayudar al mundo a alcanzar el objetivo de reducir en un tercio la tasa mundial de suicidios para 2030.
Entre las principales medidas probadas de prevención del suicidio se encuentran limitar el acceso a los medios para suicidarse (como los plaguicidas y las armas de fuego), la identificación temprana, evaluación, gestión y seguimiento de las personas afectadas por pensamientos y comportamientos suicidas, fomentar las habilidades socioemocionales de los adolescentes, y educar a los medios de comunicación para que informen de forma responsable sobre el suicidio.
El estigma, la vigilancia, los recursos limitados y la falta de concienciación siguen siendo los principales obstáculos para la búsqueda de ayuda, lo que pone de manifiesto la necesidad de realizar campañas de alfabetización en salud mental y contra el estigma.
"Crear esperanza a través de la acción” es el tema de este año del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y respaldado por la OMS, con el objetivo general de concienciar sobre la prevención del suicidio en todo el mundo.
Signos de advertencia del suicidio
La mayoría de los suicidios son precedidos de signos de advertencia verbal o conductual como hablar sobre querer morirse, sentir una gran culpa o vergüenza, o sentirse una carga más para los demás. Otros signos son sentirse vacío, sin esperanza, atrapado o sin razón para vivir; sentirse extremadamente triste, ansioso, agitado o lleno de ira; con un dolor insoportable, ya sea emocional o físico.
Asimismo, cambios de comportamiento como hacer un plan o investigar formas de morir; alejarse de los amigos, decir adiós, regalar artículos importantes o hacer un testamento; hacer cosas muy arriesgadas como conducir con una rapidez extrema; mostrar cambios de humor extremos; comer o dormir demasiado o muy poco; consumir drogas o alcohol con más frecuencia, pueden ser signos de advertencia del suicidio.
Existen intervenciones eficaces para prevenir el suicidio. En un plano personal, la detección y tratamiento tempranos de la depresión y de los trastornos por consumo de alcohol son fundamentales para la prevención del suicidio, así como el contacto de seguimiento con quienes han tratado de suicidarse y el apoyo psicosocial en las comunidades. Si una persona detecta señales de advertencia de suicidio en ella misma o en alguien conocido, debe buscar ayuda de un profesional de la salud lo más pronto posible.
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COLOMBIA:la sombra de los 'jai'
La 'wawaima' es el malestar espiritual para los indígenas emberá. La tristeza, el llanto y el arrebato son sus primeros síntomas y revelan la posesión de una persona por un 'jai', una suerte de ánima que, si no se expulsa, puede llevar a su víctima a un desenlace fatal.
La cosmogonía de esos pueblos indígenas, que se ubican en zonas de la región del Pacífico colombiano, caracterizan así signos parecidos a lo que el mundo occidental llama depresión y ponen sobre la mesa el debate sobre las secuelas más profundas –e invisibles– que dejan la violencia armada, los desplazamientos y la falta de oportunidades de las comunidades más olvidadas.
Hasta agosto de este año, unos 22 jóvenes indígenas de la comunidad Emberá Dobida se han suicidado en el Departamento del Chocó, y 20 de ellos eran menores de edad. La cifra es alarmante si se considera que el año pasado, en esa misma zona, se reportaron tres suicidios, según alertó el presidente de la Federación de Asociaciones de Cabildos Indígenas del departamento del Chocó (Fedeorewa), Plácido Bailarín.
Sin embargo, no es un fenómeno nuevo. En los años 2010, 2011 y 2015 también se registraron cifras preocupantes de suicidios en esas comunidades, con 11, 20 y 18, respectivamente. En el 2016, la situación llegó al punto que la Asociación de Cabildos Indígenas Embera, Wounaan, Katío, Chamí y Tuledel del Departamento del Chocó emitió un extenso documento para denunciar que la epidemia estaba lejos de terminar.
"Ya llevamos más de 12 años clamando, insistiendo la atención a este problema de salud, pero no hemos tenido respuesta", decían las autoridades indígenas en ese entonces. Los datos más recientes confirman que la situación persiste, que las condiciones de vida se deterioran aún más y que la atención sanitaria –ahora concentrada casi exclusivamente en el covid-19–, no tiene esa problemática entre sus prioridades.En el informe 'Tiempos de vida y muerte', elaborado por el CNMH en 2019, los investigadores advertían que una de las situaciones más preocupantes era la de los wayuu y embera, que "han empezado a demostrar serios síntomas de crisis como un aumento considerable en la tasa de suicidios, que para el caso wayuu se ha agudizado con la expansión minera de El Cerrejón (la más importante explotación a cielo abierto de carbón en el mundo) y la irrupción del paramilitarismo, con su posterior toma del poder territorial y político, muy parecida a la situación del Pueblo Embera, que registra reiterados casos de suicidio por la penetración de grupos en su territorio".
El terror, la incertidumbre y el miedo que se ha incrustado en los pueblos ancestrales de Colombia tiene un relato silencioso, aunque no por ello menos preocupante. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) detalla en su más reciente informe que las tasas más altas de suicidios por cada 100.000 habitantes se registraron en Vaupés (30,9) y Amazonas (17,7), donde al menos el 55 % de la población es indígena, según el Censo Nacional de Población de 2018.
Las estadísticas no precisan cuántas de esas muertes corresponden a indígenas, pero al ver los números totales de los grupos étnicos, el DANE especifica que la tasa de suicidios en las comunidades originarias son más altas que las de la población Negra, Afrocolombiana, Raizal y Palenquera (NARP), "particularmente en el grupo de 15 a 29 años".

Las diferencias por género son evidentes, ya que las tasas de suicidio de los varones son por lo menos 1,5 veces más altas que la de las mujeres, al menos a partir de los 15 años. La excepción a esta regla está también en Vaupés, donde el número de mujeres que decide quitarse la vida es superior al de los varones.
Aunque no es el único factor, los especialistas coinciden en que el progresivo desmembramiento de las comunidades, que se ven obligadas a desplazarse de sus territorios o estar a merced de la violencia armada (legal o ilegal), es una cuestión decisiva que puede desequilibrar a los miembros de una etnia.
JAPON
En 2020, las tasas de suicidio en Japón subieron por primera vez en 11 años. Lo más sorprendente es que, mientras los suicidios masculinos descendieron ligeramente, las tasas entre las mujeres se dispararon casi un 15%.
Solo en octubre, la tasa de suicidios femeninos en el país dio un salto de más del 70%, en comparación con el mismo mes del año anterior.Encontrarse cara a cara con una joven que ha intentado suicidarse en repetidas ocasiones es una experiencia inquietante. Ha despertado en mí un nuevo respeto por quienes trabajan en la prevención del suicidio.
Estoy sentada en un centro de acogida en el barrio rojo de Yokohama, dirigido por una organización benéfica dedicada a la prevención del suicidio que se llama Proyecto Bond.
Al otro lado de la mesa hay una mujer de 19 años, con el pelo recogido. Está sentada. Muy quieta.
En silencio, sin mostrar emoción alguna, empieza a contarme su historia.
Dice que todo empezó cuando tenía 15 años. Su hermano mayor empezó a abusar de ella con violencia. Al final se escapó de casa, pero eso no puso fin al dolor y la soledad.
Acabar con su vida parecía la única salida.
"Desde el año pasado por estas fechas, he estado entrando y saliendo del hospital muchas veces", me cuenta.
"Intenté muchas veces suicidarme, pero no lo conseguí, así que ahora supongo que he renunciado a intentar morir".
Lo que la detuvo fue la intervención del Proyecto Bond. Le encontraron un lugar seguro para vivir y empezaron a darle asesoramiento intensivo.
Jun Tachibana es la fundadora del Proyecto Bond. Es una mujer fuerte, de 40 años, con un optimismo infatigable.

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Tachibana, del Proyecto Bond, afirma que la covid-19 parece estar llevando al límite a quienes ya son vulnerables.
"Cuando las chicas tienen verdaderos problemas y sufren, realmente no saben qué hacer", asevera.
"Nosotros estamos aquí, dispuestos a escucharlas, a decirles: estamos con vosotras".
Tachibana afirma que la pandemia parece estar llevando al límite a quienes ya son vulnerables.
Describe algunas de las desgarradoras llamadas que ha recibido su personal en los últimos meses.
Escuchamos muchas frases como "Quiero morir" o "No tengo adónde ir", asegura. "Dicen: 'Es tan doloroso, me siento tan sola que quiero desaparecer'".
Para quienes sufren abusos físicos o sexuales, la pandemia ha empeorado mucho la situación.
"Una chica con la que hablé el otro día me confesó que su padre la acosa sexualmente", cuenta Tachibana.
"Pero, debido a la pandemia, su padre no trabaja mucho y está más en casa, así que no puede escaparse de él".
Un patrón "muy inusual"
Si se observan los anteriores periodos de crisis en Japón, como la crisis bancaria de 2008 o el colapso del mercado bursátil y la burbuja inmobiliaria a principios de la década de 1990, el impacto se dejó sentir sobre todo en los hombres de mediana edad.
Se observaron grandes picos en las tasas de suicidio masculino.
Pero la crisis de la covid-19 es diferente, está afectando a los jóvenes y, en particular, a las mujeres jóvenes. Las razones son complejas.
Japón solía tener la tasa de suicidio más alta del mundo desarrollado.
En la última década, ha tenido un gran éxito en la reducción de las tasas de suicidio: han caído alrededor de un tercio.
La profesora Michiko Ueda es una de las principales expertas en suicidios de Japón. Me cuenta lo impactante que ha sido presenciar el fuerte retroceso de los últimos meses.
"Este patrón de suicidios femeninos es muy, muy inusual", me revela.
"Nunca había visto un aumento tan grande en mi carrera como investigadora en este tema. Lo que ocurre con la pandemia de coronavirus es que las industrias más afectadas son las que cuentan con personal femenino, como el turismo y el comercio minorista y las industrias alimentarias".Japón ha visto aumentar considerablemente el número de mujeres solteras que viven solas -muchas de ellas optan por ello en lugar de casarse- lo que desafía los tradicionales roles de género que aún perviven en el país.
La profesora Ueda afirma que las mujeres jóvenes también son mucho más propensas a tener empleos precarios.

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En octubre del año pasado, 879 mujeres se quitaron la vida. Esto supone un aumento de más del 70% respecto al mismo mes de 2019.
"Muchas mujeres ya no están casadas", relata.
"Tienen que mantener su propia vida y no tienen trabajos permanentes. Así que, cuando ocurre algo, por supuesto, se ven afectadas muy duramente".
"El número de pérdidas de empleo entre el personal no permanente es enorme en los últimos ocho meses".
El suicidio por causa de un préstamo "gota a gota" que conmociona a Colombia
Hay un mes que destaca. En octubre del año pasado, 879 mujeres se quitaron la vida. Esto supone un aumento de más del 70% respecto al mismo mes de 2019.
Los titulares de los periódicos dieron la voz de alarma.
Algunos comparaban el número total de suicidios de hombres y mujeres en octubre (2.199) con el número total de muertes en Japón por coronavirus hasta ese momento (2.087).
Algo particularmente extraño estaba ocurriendo.
El 27 de septiembre del año pasado, una actriz muy famosa y popular llamada Yuko Takeuchi fue encontrada muerta en su casa. Después se conoció que se había quitado la vida.

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La actriz japonesa Yuko Takeuchi fue encontrada muerta en su casa y los expertos han percibido un efecto de imitación.
Yasuyuki Shimizu es un antiguo periodista que ahora dirige una organización benéfica dedicada a combatir el problema del suicidio en Japón.
"Desde el día en que se hace público que un famoso se ha quitado la vida, el número de suicidios aumenta y se mantiene así durante unos 10 días", estima.
"A partir de los datos podemos ver que el suicidio de la actriz el 27 de septiembre provocó 207 suicidios femeninos en los 10 días siguientes".
Si se observan los datos de los suicidios de mujeres de la misma edad que Yuko Takeuchi, las estadísticas son aún más reveladoras.
"Las mujeres de 40 años fueron las más influenciadas de todos los grupos de edad", sostiene Shimizu.
"Para ese grupo (la tasa de suicidio) se duplicó con creces".
Otros expertos coinciden en que existe una conexión muy fuerte entre los suicidios de famosos y un repunte inmediato de los suicidios en los días posteriores.
El fenómeno de los famosos
Este fenómeno no es exclusivo de Japón, y es una de las razones por las que informar sobre el suicidio es tan difícil.
Cuanto más se hable del suicidio de un famoso en los medios de comunicación y en las redes sociales, mayor será el impacto en otras personas vulnerables.
Una investigadora de este tema es Mai Suganuma. Ella misma vivió de cerca un suicidio. Cuando era adolescente, su padre se quitó la vida.
Ahora colabora en apoyar a las familias de otras personas que se han suicidado.
Y al igual que el coronavirus está dejando a familias sin poder llorar a sus seres queridos, también está haciendo más difícil la vida a los parientes de las víctimas de suicidio.
"Cuando hablo con los familiares, su sentimiento por no poder salvar a su ser querido es muy fuerte, lo que a menudo hace que se culpen a sí mismos", explica Mai Suganuma.

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Las calles de Japón se han vaciado por la tercera ola de la pandemia.
"Yo también me culpé por no haber podido salvar a mi padre".
"Ahora les dicen que deben quedarse en casa. Me preocupa que el sentimiento de culpa se haga más fuerte. Para empezar, los japoneses no hablan de la muerte. No tenemos una cultura de hablar de los suicidios".
Japón se encuentra ahora en la tercera ola de infecciones por covid-19, y el gobierno ha ordenado un segundo estado de emergencia.
Es probable que se prolongue hasta bien entrado febrero. Más restaurantes, hoteles y bares están cerrando sus puertas. Más personas están perdiendo sus empleos.
Para Ueda hay otra pregunta persistente. Si esto ocurre en Japón, sin cierres estrictos, y con relativamente pocas muertes por el virus, ¿qué está ocurriendo en otros países donde la pandemia es mucho peor?
El suicidio se ha convertido en la principal causa de muerte de los más jóvenes en España, por lo que cientos de familias han salido a las calles para visibilizar y llamar la atención sobre este problema tan estigmatizado como urgente.
El suicidio es una forma de morir doblemente dolorosa. No solo se pierde a un ser querido, sino que además el entorno se siente culpable.
La hija de Valentina Stefan se quitó la vida con solo 16 años. La joven sufría trastornos alimenticios y el confinamiento empeoró su situación. Sin embargo, los médicos decidieron no ingresarla en el hospital y su desenlace fue dramático.
La madre afectada se lamenta sobre lo ocurrido con su única hija. "Mi vida qué sentido va a tener ahora porque tenía solamente una única hija. Siempre nos preguntamos '¿dónde nos hemos equivocado?, ¿qué mal hemos hecho?, ¿por qué le ha tocado a mi hija?'. Hoy me ha tocado a mí, pero mañana le puede tocar a alguien más", reflexiona.
Por otro lado, hay quienes están viendo una luz al final del túnel, un camino arduo y complejo.Este es el caso de María Ruiz Garrido, paciente de enfermedades mentales. Hace solo unos meses quiso terminar con su sufrimiento, y su trastorno alimenticio la llevó a autolesionarse en numerosas ocasiones.
La joven estuvo ingresada en el hospital y dos meses después acudió a un centro especializado en salud mental, donde se encuentra acompañada las 24 horas del día para que no recaiga.
María asegura que un punto de inflexión de su enfermedad fue verbalizar su problema. "La terapia grupal me ayudó mucho. Ya le pones nombre a tu problema, a tu sufrimiento y también ves que otras personas han pasado por cosas muy similares a las tuyas. Entonces tú dices, 'si ellos pueden, por qué yo no voy a poder'", comenta.
Sin embargo, la muerte por suicidio aún está llena de estigmas y tabúes. Javier Martin era un reconocido actor cuando decidió contar en los medios de comunicación su trastorno bipolar. En aquel entonces, su intento de suicidio no era común, pero explica que fue reparador dar a conocer su experiencia.
Ahora, Javier dirige una obra de teatro en una asociación para mostrar esta compleja realidad. Dice que no existen recetas mágicas para ayudar a las personas con enfermedades mentales, pero sí algunas guías.
"Lo primero es escuchar a las personas que sufren algún trastorno mental. Segundo, no juzgar, no quitarle importancia a su problema, aunque sea un problema muy tonto y muy mínimo para esa persona es un mundo".
En este marco, recientemente, el Gobierno de España decidió dar un paso adelante y destinará 100 millones de euros para un plan de acción de salud mental, que incluirá un teléfono gratuito y confidencial de asistencia 24 horas para ofrecer atención profesional y apoyo ante la conducta suicida a personas afectadas.